Hasta en las fiestas del 25 de julio cuesta encontrarse en Guanacaste un atol o un pinolillo de maíz pujagua y hasta es difícil encontrar una semilla de esta especie en los supermercados y ferias del agricultor.
Para la creadora de la marca Curubanda, Ligia Salazar, que distribuye productos de este maíz en diferentes presentaciones, dejar morir a este grano original no tiene sentido, así que ella se encargó de convertirlo en un producto atractivo con una visión gourmet y explotando su poder como super alimento.
La marca no era el único camino para preservar el cultivo del maíz pujagua, así que Salazar también creó un encadenamiento de agricultores que reciben apoyo de ciertas instituciones como el INA y la Asociación Agroecológica Guanacasteca, con el fin que mejoren sus técnicas de siembra.
“Cuando vi que el maíz pujagua estaba amenazado sentí la necesitada de mercadearlo de una forma atractiva y diferente, sobre todo en San José, donde se conoce muy poco, pero al mismo tiempo alentar a los agricultores a que se sientan orgullos de este trabajo”, contó Salazar.
El Proyecto Curubanda aglomera alrededor de 12 agricultores que trabajan en diferentes partes de la provincia. El procesamiento y el empacado se realiza en Belén de Carrillo. Ahora, los agricultores tienen la posibilidad que su maíz llega a diferentes partes del país, sobre todo en la Gran Área Metropolitana.
La marca incluye harina de maíz pujagua con la que se puede preparar atol y chicheme, también hay pinolillo de maíz o versiones más sofisticadas como la chicha peruana que lleva como base elotes secos de maíz pujagua, cáscara de piña orgánica y canela ceylan.
Los productos son 100% naturales, sin sabores ni colores artificiales, sin azúcares y sin harinas agregadas, y libres de gluten. Su presentación es en bolsas de plástico, ya que por ahora, es la única forma en la que la pueden distribuir sin que el maíz se humedezca.
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