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Encontrando la felicidad en los cocos

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Carlos Caiceda Perlaza proviene de una familia donde cultivaban y vendían cocos en el Pacífico de Colombia. Allí, procesaban esta nuez para extraer su líquido y utilizarla para cocinar camarones. Pero fue cuando vino a Costa Rica que Carlos empezó a sentir una cierta nostalgia por los cocos, recordándole a su familia, por lo que comenzó buscar que otra cosa mas podía hacer con cocos además de consumirlos.

Hace unos años atrás, Carlos alquilaba una casa pequeña en Montezuma frente al mar cuando comenzó la época lluviosa. Atrapado en su casa con mucho tiempo libre en sus manos, encontró unas herramientas que había dejado ahí un artista mexicano y decidió intentar hacer cosas con el coco, practicando “sin rumbo alguno”. Más adelante un amigo le aconsejó como usar sus herramientas para que no se le quebraron tan frecuentemente y le enseño algunas técnicas, pero Carlos ya estaba desarrollando su propio estilo.  Para Carlos, experimentar con cocos se ha convertido tanto en un pasatiempo como en su trabajo. “Creo que desde que lo descubrí, soy feliz”, afirmó.Ha estado elaborando cosas a partir de cocos durante 10 años, y hace tres años inició un negocio en Sámara llamado Cocotales, el nombre de las plantaciones de coco en Colombia. Además de joyería, vasijas y cuerda hecha a base coco, él y sus compañeros han estado experimentando con más formas de utilizar el coco, desde la fibra hasta el aceite. Incluso trataron de hacer papel, pero resultó más como un cartón, por lo que Carlos lo considera un “fallo”.

Alonso López Pérez, quien comenzó a trabajar con Carlos hace seis meses, también se ha ido encantando con la nuez. “Es tuanis, como la alquimia”, dijo. “Estamos produciendo algo de la nada, algo que cuesta hacerlo, (que) lleva su proceso”.

También explicó que es mejor trabajar con los cocos durante el invierno cuando son suaves como una esponja. En el verano, remojan los cocos en un estañon con agua para suavizarlos.

Carlos dice que cuando el coco esta húmedo lo golpean fuertemente con un martillo para soltar las fibras. Extraen tres tipos de fibras – un hilo largo que es bueno para cosas como pulseras, una corta que utilizan para hacer un lienzo para cubrir lámparas y una fibra similar al algodón que pueden hilar como lana para formar un mecate fuerte. Carlos está contemplando realizar un tipo de rueca de hilar para trabajar con la fibra.

Su último proyecto es extraer el aceite de coco. Carlos explicó el proceso: primero pelan el coco y lo extraen con un taladro o un dispositivo de metal; luego colocan la carne del coco en agua en un recipiente plástico y lo dejan fermentar por un par de días. El aceite del coco se separa del agua. Recogen la grasa del coco y la cocinan en un sartén para separar las impurezas del aceite y luego filtrarlo. Después de dejarlo reposar por un par de días, el aceite se vuelve más claro y está listo para embotellarlo y utilizarlo.

Según Carlos, el proceso toma mucho tiempo y trabajo, pero disfrutan aprendiendo nuevas formas en las cuales utilizar el coco.

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