La pérdida de un ser querido puede ser una de las experiencias más estresantes de nuestras vidas. La muerte de un ser cercano a nosotros puede ser devastadora; poner de cabeza nuestra vidas. Aceptar la pérdida después de que el golpe y la confusión inicial se sosiegan puede ser extremadamente difícil pero necesario para sanar nuestras heridas. Aunque las reacciones emocionales fuertes pueden continuar por años, la respuesta a la muerte usualmente desaparece con el pasar del tiempo. Si bien el proceso de luto es diferente para todos, para algunos puede pasar muchos meses o hasta años para aceptar una pérdida, pues no existe un período “normal” para el luto.
Cada persona, sea un niño o un adulto, reacciona diferente ante la muerte. La mayoría se ve afectado en uno o varios niveles, sea emocional o físicamente, o en su comportamiento. Los síntomas físicos pueden incluir: un incremento en el cansancio o dolores musculares, dolor de estómago u otros. Las reacciones emocionales pueden incluir: tristeza, frustración, ira, enojo, ansiedad, desesperación o culpa; por otro lado, algunos efectos sobre el comportamiento pueden ser: dificultad para concentrarse, confusión y ocasional pérdida de memoria. Los patrones del sueño también pueden verse afectados, sea gracias a sueños muy intensos o pesadillas, y el apetito puede aumentar o disminuir. Algunos o todas de estas reacciones pueden formar parte de un proceso de luto, y aunque investigaciones confirman que todos somos capaces de recuperarnos de una pérdida por nuestra cuenta gracias al tiempo o al apoyo de nuestros familiares y amigos, no es inusual buscar ayuda adicional en un sacerdote, un maestro o un profesional para lidiar mejor con la situación.
Permítase sentir todo un gran rango de emociones, todas aquellas que surgen de su interior, pero tampoco olvide de permitirse experimentar placer y amor, dejando ir cualquier sentimiento restante de culpa. Salga y busque actividades que le ayuden a subir su ánimo. No se sorprenda si se descubre sintiendo dolor y tristeza al mismo tiempo, que gozo y alegría.
Honre y recuerde la vida de su ser querido. Honre a ese ser querido que ha muerto, a través de una donación a su organización favorita, o escriba una carta o haga un collage de fotos; dele su nombre a un bebé en la familia o plante un árbol. Al honrar ese relación que usted mantuvo con su ser querido, usted está aceptando los recuerdos, el amor y la conexión que alguna vez fue compartida.
Conéctese con otros y tome su tiempo para conectarse con usted mismo. No se aisle, sino más bien encuentre el balance entre compartir con aquellos que lo apoyan y le permiten hablar de su ser querido si así lo desea.
El proceso de luto lleva tiempo, pero varios estudios también sugieren que puede desembocar en un renovado sentido de la vida capaz de encender nuevos propósitos y conducir a una nueva dirección. La muerte nos hace más fuerte y nos hace crecer; nos enseña que podemos sobrellevar los tiempos difíciles y perdurar.
Comentarios