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Ganaderos de Santa Cruz reforestan los márgenes del Río Nandamojo con ayuda de una organización

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En una finca aledaña al Río Nandamojo, en Paraíso de Santa Cruz, Pedro Antonio “Toño” Gutiérrez alista unos recipientes cerca del pozo artesanal que hizo para que su ganado tenga agua en tiempos de sequía.

Pedro ha vivido en Santa Cruz toda su vida y hoy, con 65 años, admite que el panorama que lo llevó a construir el pozo es muy distinto al de hace algún tiempo.

Hace muchos años el río no se secaba, pero poco a poco ha ido perdiendo el caudal del agua y se seca con más frecuencia. El año pasado se secó como en abril, pero este año ya está casi seco”, dice Pedro. “Es la situación que vivimos del clima: la escasez de la lluvia y los fuegos que se dan en los terrenos”.

En tiempos de verano, esta zona ubicada en la cuenca del Nandamojo sufre por la sequía. La mayoría de los terrenos fueron deforestados para destinarlos a la ganadería y son blanco de las quemas ilegales. La ceniza se convierte en enemiga de la filtración del agua de lluvia: es una capa poco permeable que más bien causa escorrentía y erosión. Esa es una de las razones por las que durante el invierno las lluvias causan inundaciones.

Además, los finqueros suelen irrespetar los 15 metros de protección ambiental a los lados de los ríos que exige la ley forestal.

Pedro Antonio Gutiérrez es uno de los 10 ganaderos que recibieron ayuda para reforestar su propiedad, al margen del Río Nandamojo. Foto: Noelia EsquivelFoto: Noelia Esquivel

Desde el 2015, una organización local llamada Asociación Nandamojo – Restoring Our Watershed (ROW) ha estado coordinando con Toño Gutiérrez y unos 25 finqueros más para hacer que sus terrenos absorban mejor el agua y ayuden al aumento del caudal del Río Nandamojo con el que colindan.

ROW es una organización que incluye a muchas personas de la comunidad, pero está liderada por los estadounidenses ecologistas Tom Peiffer y Matt Rosensteele, la tica Marcia Gómez y el italiano Alberto Pistorello.

Desde el 2015, les ofrecen plantas para reforestar los 15 metros de área que deben respetarse a los márgenes del río. También les dan ayuda para sembrarlos y les dieron un dinero (¢100 por metro cuadrado) para que cercaran la zona reforestada, de forma que las cabezas de ganado no destruyeran el trabajo.

Hasta el momento han trabajado con diez finqueros y este año esperan hacerlo con los restantes.

La ingeniera forestal y gestora de proyectos de ROW, Marcia Gómez, dice que el objetivo de la organización es asegurar el recurso hídrico a largo plazo por medio del uso de la vegetación, para que sea productora de lluvia, y para que filtre el agua llovida a lo largo de la cuenca de Nandamojo, que se extiende desde 27 de abril hasta Junquillal.

Los árboles tienen la capacidad de ‘sudar’ y eso hace que en el aire haya más partículas de agua suspendidas. Esas partículas forman nubes que se mantienen cerca de la tierra. La vegetación las atrae y hace que se formen las nubes con lluvia”, explica Marcia Gómez.

Eso es lo que la asociación le ha contado a los ganaderos. Por eso Pedro y los otros han sembrado árboles en otras partes de sus fincas y también vetiver, un zacate recomendado para la conservación del suelo y del agua, porque sus raíces son hasta tres veces más profundas que lo que se ve sobre el suelo, y eso hace que el agua se infiltre con facilidad.

“Mucho se habla a nivel de gobierno de invertir grandes sumas en más pozos profundos o en infraestructura como canales, pero esas no son soluciones tan sostenibles. Hacer pozos más profundos hace que la corteza acomodada con el manto acuífero colapse”, considera Gómez.

“Es mejor cuando ayudamos a que las personas trabajen en sus propias tierras el control de erosión y con reforestación”, agrega la ingeniera . Por el momento, los finqueros siguen cuidándolos y viéndolos crecer.

Para inicios de marzo, el Río Nandamojo ya se veía en algunas zonas totalmente seco. Foto: Noelia Esquivel

Las acciones paralelas

Hace un mes la asociación fue víctima de una quema que afectó un terreno reforestado desde el 2015. “Eran 2.500 árboles y le pegaron fuego”, dice Marcia von voz intranquila.

Los incendios forestales los desanima. Para esa fecha, por ejemplo, Marcia estaba indispuesta para dar entrevistas. “Quemaron uno de nuestros proyectos de reforestación y estoy realmente desmotivada”, nos había escrito en un mensaje.

La filosofía que los impulsa es de nunca desistir, de volver a empezar cuantas veces sea necesario, me dicen cuando los acompaño en su carro un mes después de ese evento.

Mientras manejan se encargan de observar los árboles para saber cuándo y dónde pueden recolectar semillas. Ellos mismos las recogen, las hacen germinar y las plantan en el vivero de la asociación, llamado El Centro Verde.

Ahí tienen sembradas 5.000 plantas de 20 especies diferentes. Todas las plantas las regalan a la gente de las comunidades de la cuenca que las quiera o, en ocasiones, ellos mismos las siembran en lugares que consideren oportunos.

Logran su trabajo con donaciones de personas que conocen, o que donan a través de su sitio web. También a través de actividades anuales, como una subasta silenciosa, y de subsidios de organizaciones como Guanacaste Community Fund y Crusa.

En El Centro Verde también reciben a grupos locales que hacen trabajo comunal, voluntariado, o que vienen de visita del extranjero. Gómez y Pistorello se encargan de dar charlas ambientales a nueve escuelas públicas y otras privadas, con temas desde restauración ecológica y cambio climático hasta producción de ganado responsable.

Este año construyeron una bodega para la brigada de bomberos voluntarios de Las Delicias de Santa Cruz. En esta época, cuando no están en el vivero, es común encontrarlos en los incendios forestales junto a la brigada de bomberos. Es un trabajo conjunto: reforestación y cuido del bosque, pero también uno de sus principales retos es concientizar a las comunidades de reforestar y cuidar.

Con conciencia es que han logrado que personas como “Toño” Gutiérrez siembre más árboles en su finca ganadera. Y eso los motiva a que sí se pueda cambiar la mentalidad de las comunidades.

“La asociación se ha ido compenetrando mucho con las comunidades y el mayor impacto pienso que es la concientización”, dice Pedro. “Tenemos que entender lo que es la naturaleza, lo que significa y el aporte que le da al ser humano”.

 

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