Hay personas que se dedican a la basura, hasta conviviendo con ella en sus hogares que han convertido en negocios de reciclaje. La Voz decidió visitar a algunos de estos centros de acopio en la zona de Nosara y Sámara para conocer los retos de la vida de acopio
Los centros de acopio reciben desechos reciclables como botellas plásticas, vidrio, Tetra Brik (Tetra Pak), electrónicos, electrodomésticos y materiales sólidos como hierro, cobre y aluminio. Algunos inclusive reciben todo tipo de desechos incluyendo basura y se encargan de separarlos y limpiarlos.
Elena Barreto y Heriberto Castillo, conocido como Sigarrón, tienen uno de los proyectos de acopio en Nosara desde hace 9 años, ubicado en la primera entrada a mano derecha de la bomba actual. Hasta el 2011 habían recolectado más de 272 toneladas de material reciclable y en los últimos dos años por lo menos 150.
Ellos fueron de los primeros que llegaron a Nosara a reciclar. Se mudaron de Sámara para limpiar la zona que según recuerdan, era un basurero por doquier. “Pensábamos que es importante para Costa Rica para que se aprovecharan los materiales” recapitula Barreto.
Ellos comenzaron limpiando las calles y recogiendo la basura en las playas. Actualmente recolectan basura y desechos reciclables en las casas vecinas y no cobran ninguna tarifa por hacerlo. El dinero que reciben por entregar el material, lo utilizan para vivir y trabajar. Barreto y Castillo reciben todo tipo de plástico y consideran necesario que alguien les de una mano para reciclar el plástico duro, por ejemplo lo que viene en los motores de lavadoras, vasenillas o contenedores de plástico mas grueso, que no se recibe en el basurero local, ni en otras recicladoras y tampoco se paga el transporte en camión.
Los trabajadores de diferentes centros de acopio han notado que la mayoría de los ticos no separan su basura. Tiran todo en la misma bolsa incluso a veces con desechos de comida.
“Todavia no hay consciencia, la mayor parte se la lleva la basura, hechan todo al basurero y no separan, no hacen nada. El trabajo aqui de nosotros es separar, reciclar, limpiar y embodegar hasta que lleguen los camiones”, comenta Castillo.
Elena piensa que los extranjeros tienen una cultura de reciclaje y esto hace más sencillo su trabajo. “Yo destaco que Europa sí recicla y aquí hay europeos que hay que felicitarlos, nos traen los paquetes de tetrabrick reciclados, aplastado y en su saco, solo lo almacenamos hasta que lleguen los camiones de San José”.
En Barrio Panamá, un poco después de Garza en dirección de Nicoya, trabaja Neyber Alberto Chavarría y su madre Santos Esperanza Acevedo. Ellos reciben desechos de Sámara, Hojancha y parte de Nicoya. Chavarría comenzó a trabajar en reciclaje como buzo en el basurero de Nosara y ahora en su propiedad opera su propio centro de acopio.
Neyber sale con el camión los martes y los viernes en temporada baja y en verano casi todos los días. “A veces desearía que las empresas lo apoyen a uno al menos con el combustible, nos salvaríamos bastante. El trabajo que uno hace, no lo hace cualquiera”, cuenta él.
Además de los gastos de combustible, estos trabajadores consideran que es difícil cumplir con los requisitos para sacar los permisos de la Municipalidad y del Ministerio de Salud, los cuales representan una inversión de dinero, impuestos y tiempo. La entrada de dinero que genera el acopio para muchos es apenas suficiente para vivir en condiciones muy humildes.
Otro reto es el espacio limitado en muchas de las propiedades. “No tenemos espacio para recibir algunos materiales como el papel que tiene que estar bajo techo, aquí hay goteras por todo lado y se hace un cucarachero”, dijo Castillo.
Debido a varias enfermedades e insectos, es importante que todos los desechos estén limpios y almacenados hasta que camiones de distintas empresas pasen por ellos. Los centros muchas veces se quedan sin espacio y para algunos es difícil guardar el material por tener su casa dentro de la misma propiedad.
A pesar de los retos, ellos siguen en sus esfuerzos para responder al problema de la basura en la zona “Aquí nos cuesta sobrevivir. Vivimos del material que entregamos. Es muy difícil pero poco a poco estamos avanzando. Los precios son demasiado bajos. Se trata de ayudar, si viviéramos sólo del reciclaje, nos morimos de hambre”, cuentan Barreto y Castillo.
Según Castillo, la venta de material reciclable paga 100 colones por kilo para plástico, 45 colones por kilo para hierro, 1750 por kilo para cobre, 375 colones por kilo para aluminio y 33 colones por tonelada para vidrio.
Precios de Material Reciclable:
Plástico 100 colones por kilo
Hierro 45 colones por kilo
Cobre 1750 por kilo
Aluminio 375 colones por kilo
Vidrio 33 colones por tonelada
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