Cañas

Bebedero y Níspero: los puertos olvidados que llevaron desarrollo a la altura guanacasteca

This post is also available in: English

Entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, el río Tempisque seguía siendo la arteria principal que conectaba al Valle Central con Guanacaste. Las embarcaciones surcaban sus aguas, transportando mercancías y personas en un constante ir y venir entre Guanacaste y Puntarenas.

En aquel entonces la única ruta terrestre entre la provincia y la Región Central era el “Camino del Arreo”, un sendero que iniciaba en Esparza y se extendía hasta Nicaragua, pero que los aguaceros de la época lluviosa volvían intransitable. Entonces el río Tempisque, con su imponencia, era la opción más viable y segura para el transporte.

Y para ese ir y venir, las comunidades de Bebedero y Porozal de Cañas disfrutaban de las ventajas únicas de su privilegiada ubicación: tenían dos puertos importantes para llegar a la altura guanacasteca.

Porozal con su puerto Níspero contiguo al río Tempisque, y Bebedero con el puerto Bebedero, en la afluente del río del mismo nombre y que desemboca en el Tempisque. Las comunidades están ubicadas una contigua a la otra, pero con una gran diferencia en la forma en que se conectan con el centro de Cañas. Bebedero está a solo 15 kilómetros del distrito central del cantón. Para llegar a Porozal, en cambio, hay que recorrer 47 kilómetros en dirección al puente de La Amistad

Los agentes viajeros, el ganado, todo el comercio y la mercadería llegaban allí. Los habitantes de Cañas, Tilarán, Bagaces y hasta Upala se desplazaban por medio del río”, recuerda Walter Porras, un cañero de 98 años que en su juventud fue testigo de aquellos buenos años.

Pero de aquella opulencia en Porozal y Bebedero no queda más que sus recuerdos y hoy ambos atraviesan otra historia, una marcada por el olvido.

Walter Porras en su casa de habitación en el centro del cantón de Cañas.Foto: Rubén F. Román

Dos distritos al margen del río Tempisque

Walter visitaba con frecuencia la comunidad de Bebedero a finales de la década de los 40s. Su hermano y padre vivían allí, y también su trabajo lo llevaba a la zona.

“Empecé a trabajar en la construcción de la carretera interamericana. Tuve el privilegio de ir a recibir muchos norteamericanos que venían a hacer trocha. Entonces me iba yo a caballo con tres o cuatro bestias jaladas para recibirlos a ellos en puerto Bebedero”, cuenta Walter.

Recuerda que habían pocas casas en Bebedero, pero mucho movimiento. Su madre fue dueña del Hotel Cañas en el centro del cantón, y hospedaban a las personas que iban o venían de embarcarse.

Y el apogeo era similar en Porozal, con su puerto Níspero.

La gente de la altura llegaba a Porozal a coger la lancha para pasar por todo el Golfo de Nicoya a traer todo lo que eran los enseres que no habían en ese tiempo. Fue algo muy importante”, recuerda Melvin Carrillo, un nicoyano que llegó a Porozal hace más de 40 años.

En ambos distritos, la agricultura, la ganadería y la pesca gozaron también de arraigo, pero ningún motor comercial se comparó con sus puertos.

Con el progreso llega el abandono

Para las comunidades, irónicamente, el “progreso” trajo abandono.

La construcción de la carretera Interamericana en la década de los cuarenta marcó el inicio del fin de una era para puerto Níspero y puerto Bebedero.

Con el nuevo acceso terrestre, las rutas comerciales tradicionales a través del río comenzaron un declive, afectando tanto a los comerciantes como a los trabajadores de los puertos.

Esta era llegó a su fin con la construcción del Puente de La Amistad en el 2003.

“La gente ha tenido que emigrar porque las oportunidades son muy pocas”, cuenta Melvin.

La economía de ambos pueblos ahora dependen de labores muy distintas. En Bebedero la principal fuente de empleo proviene del Ingenio Taboga, y en Porozal de fábricas como Pinturas Sur.

El declive de la economía se refleja en el estado de sus puertos. Ambas infraestructuras portuarias yacen en ruinas. La ausencia de inversión y mantenimiento ha provocado un deterioro progresivo.

Un bote deteriorado pero aún en uso en Porozal.Foto: Rubén F. Román

Una idea

En el libro «Cañas Cálida Tierra» de 2003, José Fabián Solano describe la travesía por puerto Bebedero como una experiencia fascinante. Durante el recorrido, los viajeros pueden observar una gran variedad de aves, patos, cocodrilos e iguanas disfrutando del sol matutino. Paisajes que aún perduran a pesar del tiempo.

“Bebedero tiene un potencial sin explotar”, comenta Walter. “La belleza de su desembocadura en el Golfo de Nicoya es un tesoro para los turistas”.

Melvin, por su parte, encuentra similitudes en Porozal. “Poseemos un potencial turístico enorme. Con nuestra rica pesca y diversidad de fauna en los impresionantes humedales”, está convencido.

Ambos residentes de Cañas coinciden en que las carreteras han contribuido a mejorar la conectividad en el país. Pero también reconocen la necesidad de aprovechar la cercanía al río Tempisque para impulsar el desarrollo turístico y elevar la calidad de vida de los habitantes.

¿Por qué si la gente y estos dos distritos aportaron tantísimo al desarrollo no solo de Cañas, si no de Guanacaste, por qué las vamos a abandonar en una forma tan criminal como lo estamos haciendo?”, sentencia coincidiendo con sus coterráneos el presidente del Concejo Municipal de Cañas, Carlos Vega.

Según Vega, el turismo que pone el ojo en la historia y en la cultura es una de las estrategias más efectivas para revitalizar áreas con un rico patrimonio histórico. Y quiere apostar a eso.

Puerto Níspero.Foto: Rubén F. Román

El 10 de junio el concejo municipal del cantón aprobó el anteproyecto de ley titulado «Proyecto de Ley para la Declaratoria de Distrito de Valor Histórico y de Interés Público el Desarrollo Turístico en el Distrito de Porozal y Bebedero, del Cantón de Cañas».

El texto enviado a la Comisión de Guanacaste en la Asamblea Legislativa tiene como objetivo que el Gobierno realice obras públicas y proyectos de desarrollo en ambas comunidades, para preservar el patrimonio histórico y fomentar el desarrollo turístico.

“Cuando llegaron las carreteras y el puente de La Amistad, no existió ninguna compensación hacia las comunidades de Porozal y Bebedero. Sencillamente, el desarrollo que tenían era el cabotaje. De pronto le quitamos la mayor fuente de ingresos que tenía en ese momento y los abandonamos”, añade.

Aunque el documento actual no menciona medidas específicas para asegurar que estos beneficios se materialicen de manera efectiva, para Vega este es solo el inicio.

“Lo que se persigue es que los diputados hagan una buena labor revisando y poniendo el otro aspecto que nosotros no pusimos en la ley, que es el contenido económico”, concluye.

Más allá de las ruinas de sus puertos, las memorias de Walter, Melvin y demás protagonistas de la historia de ambos distritos, queda la esperanza de que, con la atención adecuada y el compromiso del gobierno, puedan escribir un nuevo capítulo en su historia, uno que honre su pasado mientras mira mejor hacia el futuro.

Comentarios