Derechos Humanos

Miss Guanacaste Gay: una noche sin etiquetas y con aspiraciones de realeza

Hace calor. Todavía faltan unas cinco horas para el show. Hay poco cuartos con aire acondicionados y todos están llenos de pelucas, maquillaje, tacones y muchas, pero muchas pantimedias. Ahí están ellas: cinco chicas transformistas y una transgénero que quieren llevarse la corona del Miss Guanacaste Gay.

 

 

Todas están en el Hostel Dodero, ubicado a unos cuantos metros de la terminal de buses de Liberia. Desde 10 a.m. empezaron a prepararse. Las capas de maquillaje son muchas. Todas saben que con el calor de Liberia, el sudor podría hacer estragos, pero ninguna quiere eso.

 

 

El hostel tiene cuartos pequeños, así que las candidatas y las animadoras invitadas se reparten en las habitaciones con aire. En un cuarto, unas se maquillan; en otro, se ponen las pelucas y se peinan. Mientras tanto, otras en el baño se acomodan sus genitales entre muchas pantimedias y se moldean la cadera y nalgas con piezas de espuma.

En el cuarto de maquillaje está Samantha. Ella es de Liberia y tiene 22 años. Asegura que no tiene nervios, pero no aguanta las ansias de salir a concursar en el evento que «esperó toda la vida».

También está contenta porque su mamá la irá a ver en la noche, al igual que otros amigos que la han apoyado.

«Aquí en Liberia la gente es machista, pero yo siempre he tenido el apoyo de mi mamá. Ella sabe que yo soy un hombre y que solo hago esto como un personaje. Cuando he salido de la casa para los ensayos, mis vecinos me apoyan y me dicen que voy a ganar», contó la liberiana.

Mientras cuenta su historia, trata de acentuar la cintura y de darle forma a sus caderas con forros de espuma. Para lograr esas curvas femeninas se pone 11 pantimedias.

«Siento que no puedo ni respirar. Me aprieta muchísimo, pero así uno se ve linda», dice Samantha entre risas.

 

 

En otro cuarto está Victoria pegándose unas uñas moradas con goma loca. «Si no lo hago con goma loca se caen y jamás…».

Victoria nació en Heredia, pero vive en Liberia porque estudia gestión empresarial en turismo sostenible en la Universidad Nacional.

Más que ser parte de un show, a Victoria le ilusiona integrar un equipo que visualiza a la comunidad LGBTI en Guanacaste.

«Yo nací en Heredia, una provincia un poco más abierta, pero yo quiero que aquí en Guanacaste las cosas cambien. Quiero concientizar que las personas de la comunidad LGBTI merecemos respeto», dijo la herediana de 23 años.

 

 

Faltan muy pocas horas para el concurso, pero no se siente un ambiente tenso: el humor y los chistes de doble sentido sobran. Los maquillistas rumoran entre ellos quién se llevará la corona y quién se ve más bonita.

 

 

Luces, cámaras y taconazo

Llegó el momento que Ashley, Victoria, Sissi, Bárbara, Kennia y Samantha han esperado por meses. El evento estaba programado para las 8 p.m. en Supremacy, una disco en el centro de Liberia, pero comenzó casi dos horas después.

 

 

El lugar no es una disco gay, pero las etiquetas no fueron un problema. Algunas parejas gays entraron de la mano y algunos chicos se besaron sin problema. Sin embargo, no todos eran gays. También llegaron parejas heterosexuales para apoyar a su favorita.

 

 

El lugar no estaba abarrotado de gente, pero sí era una noche completamente diversa. El escenario era pequeño y la decoración era algo sencilla. La pared del fondo estaba cubierta con una cortina blanca, decorada con unas letras de de cartulina que se fueron cayendo durante la noche.

 

 

Casi a las 10 p.m., las chicas salieron a hacer lo suyo. Primero una coreografía y luego el desfile en traje de baño. A eso, se le intercalaban presentaciones de transformistas invitados.

 

 

La diferencia entre las chicas era notoria. Algunas caminaban como si realmente fuera una pasarela de Miss Universo, pero no fluyeron tan fácil en la pasarela.

 

 

Pero como todo concurso de belleza, la emoción estuvo en las preguntas de los jueces. Esa es la carne del evento. No faltó la chica nerviosa, la respuesta absurda y las que aprovecharon la situación para lucirse.

 

 

Cada juez escribió en un sobre las preguntas por separado. El tono de la conversación giró en torno al papel de la comunidad LGBTI en Guanacaste y a los desafíos de la provincia.

Algunas fueron más aplaudidas. Tal fue el caso de Bárbara de 25 años y vecina de Liberia. Cuando le preguntaron cuál ley implementaría, no dudó en enumerar las peticiones que encaminan los activistas en Costa Rica.

“Esta es un pregunta que me llena de orgullo responderla. Nosotros tenemos derechos como todos. Merecemos poder casarnos y también poder dejar nuestros bienes cuando ya no estemos, a la pareja con quien compartimos los últimos días”, dijo Bárbara.

El público siempre fue generoso y nunca abucheó a ninguna chica, pero habían candidatas con más barra que otras. Los asistentes también se rieron de los chistes más simples y básicos de las animadoras. Fue un público complacido.

Sin embargo, no todo fue afortunado. El minuto de tensión fue cuando Samantha no pudo responder la pregunta de cuál era su aporte en la sociedad. Hubo mucho silencio. La pregunta se repitió varias veces, pero ella quedó muda y sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Tras el apoyo de la animadora y el público, Samantha logró decir que su aporte era defender el arte del transformismo.

 

 

Llegando a la medianoche ya las chicas habían desfilado con traje de gala y habían contestado todas las preguntas. Ya los jueces tenían a su ganadora.

Con una diferencia de casi 10 puntos, por encima del resto, Bárbara se llevó la corona.

 

 

La liberiana, quien había pasado toda la noche anterior cosiendo su propio vestido de gala, en febrero del 2018 presentará a Guanacaste en el Miss Costa Rica Gay.

Sin duda el Miss Guanacaste Gay abrió un espacio histórico en la provincia, en donde las personas con diferente orientación sexual fueron respetadas. Liberia fue testigo de la diversidad y del orgullo que sienten las seis chicas de representar a la comunidad LGBTI guanacasteca.

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