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Río Tempisque, medio siglo de concesiones (casi) a ciegas

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La temporada de lluvias llegó a Guanacaste y las riberas del Río Tempisque, el tercero más largo de Costa Rica, ya muestran señales de vida después de unos años de sequía brutal. Gracias a las nuevas lluvias, el majestuoso ya avanza a lo largo de su cauce.

El Tempisque es un río de extremos, capaz de desastrosas inundaciones en los meses más lluviosos y de dolorosas sequías en el verano. Pero esos extremos, que son naturales, han sido amplificados de forma exponencial en las últimas décadas por los seres humanos e instituciones que lo usan.  

Además, se espera que el cambio climático incremente aún más la presión sobre el río, haciendo aún más delicado el balance entre sus miles de usuarios — grandes y pequeños — y la naturaleza.

 

La zafra, que es la cosecha de la caña de azúcar realizada durante enero y marzo, es una de las actividades agrícolas más importantes de Guanacaste. Foto por Simeone Manzo

 

Para conocer a fondo la historia del Tempisque , La Voz de Guanacaste y The Tico Times se unieron para investigar cómo ha sido usado el Tempisque, estudiando las cinco concesiones más grandes, aquellas que permiten un uso superior diario a los 500 litros de agua del río por segundo. El análisis tomó en cuenta los datos contenidos en los archivos del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y estudios particulares.

Las industrias concesionarias son el Ingenio El Viejo, La Ceiba -que produce caña, azúcar, melón y arroz y que fue absorbido en 2015 por El Viejo-, Central Azucarera del Tempisque S.A. (Catsa) -que tiene caña e ingenio-, Agrorice de Milano -arroz y caña- y Hacienda Rio Seco -arroz.

Estas concesiones se dieron, y se siguieron renovando hasta el 2015, con base en datos que el Gobierno tomó entre 1951 y 1969, según muestran los informes de los ingenieros del Minae, consultadas para este estudio. Pero durantes esos años, la agricultura se producía en pequeña escala, la población era mucho menor a la actual, la cantidad y profundidad de los pozos existentes eran menor (por lo tanto la cantidad de agua tomada de los aquíferos relacionados con el Tempisque también) y no existía el calentamiento global. Las sequías del fenómeno de El Niño tampoco habían golpeado a su caudal en esa época. La información de esa época dejó de representar la realidad del río para finales de 1970, cuando las concesiones más grandes ya habían sido otorgadas. 

A estos permisos se les llama “concesiones abuelas” y, como si fuesen ciudadanas de oro, no deben someterse a ningún tipo de estudio de impacto ambiental cuando piden renovación, a pesar de que las condiciones climáticas, de población e incluso de extracción de agua del río hayan cambiado en comparación con cuando la obtuvieron por primera vez.

 

 

¿Por qué? En parte porque la ley de aguas actual, que data de 1942, así lo regula. Por ejemplo, si un funcionario del Minae encuentra un acto irregular entre los concesionarios o personas que no tengan permisos, es poco lo que puede hacer para aplicar sanciones penales o administrativas.

La otra razón es mucho menos excusable: hasta el 2003, nadie pensó en que había que dejar agua en el río para la flora, la fauna y la recuperación de los acuíferos. Ese año se reconoció, por primera vez en el papel, que el cambio climático afectaba la cantidad de agua disponible para concesionar.

¿Cuánta culpa tiene la sequía?

En octubre del 2015, durante el mes más lluvioso del año, vecinos de la comunidad de Filadelfia publicaron fotos en sus cuentas personales de Facebook, de una parte del río Tempisque que parecía más un arroyo que un río. Estaba cubierto de plantas y mostraba bancos de arena.

 

Río Tempisque a la altura de la comunidad de Filadelfia en octubre del 2015. Foto por Matthew Babcock (Investigador del Proyecto FuturAgua).

 

No solo los vecinos de la zona expresaban su preocupación por tan poca agua, sino también los ganaderos locales, quienes se vieron forzados a vender parte de su ganado por no tener agua o comida para satisfacerlos.

Si bien los primeros síntomas de la sequía comenzaron a finales del 2013, fue en el 2014 y especialmente en el 2015 cuando se intensificó. En setiembre del 2014 el Gobierno de Luis Guillermo Solís emitió un decreto con el que se declaró emergencia nacional por sequía, con el fin de utilizar fondos nacionales en la atención inmediata de los afectados.

 

Vaca con síntomas de desnutrición intensa en Septiembre 2015. Foto por Amalia Jiménez

 

Después de varios reportajes publicados en medios nacionales y regionales sobre la baja drástica del caudal del Tempisque, el Minae publicó un comunicado en mayo del 2016, en el cual asegura que la baja es una consecuencia de la sequía de los últimos tres años, y no la sobre explotación del río.

¿Es esta afirmación real? Los datos obtenidos por VOG y TT la contradicen. Durante décadas, la cantidad de agua dada en concesión era mayor que el agua disponible en el río y fue hasta el 2014, cuando se logró apartar  un “caudal ambiental” de 1500 ls, que se logró un balance. Sin embargo, el mismo Minae, en su último reporte del 2014, reconoce que todavía no se está dejando suficiente agua en el río para los meses más críticos: marzo y abril.

Tampoco existen datos confiables sobre la cantidad de agua que hay en este momento en el río para concesionar.

En los documentos revisados se puede leer que entre 1970 y 1979 no se recogió información del caudal del río porque el medidor se movió de lugar.Debido a la influencia de la mareas se consideró su información de dudosa calidad”, explica un estudio del 2005 elaborado por el Minae. Por lo tanto, el medidor regresó a su antigua posición en La Guardia, Liberia.

A pesar de no tener información de confianza, entre 1974 y 1975 se renovaron tres concesiones de 500 litros por segundo (ls) cada una. Las concesiones fueron para el que antes era Agrícola La Ceiba y ahora es Azucarera El Viejo.

Una situación similar se dio entre el 2000 y el 2010, cuando el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) era el responsable de mantener la estación de medición de caudal La Guardia. Aunque la institución recolectó los datos, nunca se los envió al Minae.

Según el director de Aguas del Minae, José Miguel Zeledón, el ICE no realizó ningún aviso previo sobre la remoción del medidor y esto generó una deficiencia grande en la medición de los caudales y las lluvias. Si hubiera estado funcionando habrían reaccionado mejor a las sequías de los últimos años, sentenció el director.

De hecho, fue hasta abril del 2016 que la Dirección de Aguas solicitó esta información, nos indica el ingeniero Leonardo Solano, el único funcionario del Minae que estaba en Guanacaste para monitorear el río, hasta este año.  

Sin tener la información del caudal que recolectaba ese medidor, el Minae renovó dos concesiones en el 2007: una a Catsa por 2400 ls y otra a Hacienda Río Seco por 800 ls. En el 2008 otorgó también una concesión nueva a Agrorice de Milano por 380 ls.

Solano monitoreó manualmente el río desde el 2010, año en que el ICE removió el medidor, y hasta el 2016. Lo hizo literalmente “metiéndose al agua”, relata el director de Aguas del Minae, José Miguel Zeledón.

Nuevamente, a pesar de la falta de datos, el Minae le renovó la concesión a El Viejo en el 2011, por 800 ls, pero que representa un 45% menos de lo que tenía anteriormente. En el 2013, Agrorice de Milano también logró una renovación de concesión y, en esta ocasión, un aumento en la cantidad de agua que puede utilizar para riego de arroz: pasó de 380 ls a 1.366 ls.

En el 2015, Catsa también logró renovar su permiso, aunque con una reducción en la cantidad de agua; de los 2400 ls que podía tomar antes, ahora solo puede utilizar 1600 ls.

Según Solano, desde el 2014 el Minae no da nuevas concesiones de uso. Con respecto a las antiguas, no descarta darles un nuevo permiso ni tampoco negárselos.

Cuando expiren, cuando se venzan, ya se verá si se les da concesión o no dependiendo del nivel de agua”, dijo.

Los otros dolores del río

Yanina Pizarro, investigadora de la Universidad Nacional, señala no solo a la sobre-explotación y la falta de información veraz como cómplices del agotamiento del río, sino también a la deforestación, los diques construidos para canalizar el agua y al cambio de uso de suelo como factores que afectan el caudal.

El río y su territorio adyacente como lo vemos ahora, ha pasado por una transformación dramática en cuanto a cobertura boscosa y drenaje, pues hasta la década de 1980 y 1990, existían remanentes de bosque necesarios para el desarrollo de la ganadería. Esa cobertura se eliminó con la transformación de los potreros y bosque, en cañales y arrozales,” explica Pizarro.

Lo más dramático es que en esas partes se drenaron buena parte de los humedales … que eran vitales para soportar las sequías y producir agua. Se desarrollaron una cantidad de diques y compuertas que dan directamente al Tempisque”, expresó la historiadora.

 

El río Tempisque desemboca en el Golfo de Nicoya, terminando un recorrido de 145 km. Foto por Ariana Crespo.

El beneficio de ser una concesión “abuela”

 

Las concesiones de uso de agua más antiguas y que todavía gozan de ese derecho datan de la década de 1960. Ellas tienen ciertos privilegios que otras concesiones solicitadas después del 2004 no tienen: no están obligados a presentar viabilidades ambientales.

Las viabilidades ambientales son estudios que se realizan para evaluar los impactos que una actividad puede ocasionar sobre el ambiente. Con esta, se busca prevenir, controlar, mitigar y compensar esos impactos. La entidad que realiza estos estudios es la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA), que, basado en un sistema de puntajes, decide qué tipo de estudio se debe presentar según el proyecto.

Las viabilidades ambientales se dan bajo tres categorías, dependiendo del puntaje obtenido: una Declaración Jurada de Compromiso Ambiental, un Plan de Gestión Ambiental, o un Estudio de Impacto Ambiental. Este último es el control más estricto.

Ninguna de las cinco concesiones grandes del Tempisque estudiadas por el equipo de VOG y TT han tenido que presentar ni un Plan de Gestión Ambiental ni un estudio de impacto ambiental.

Por ejemplo, en los archivos de la concesión de Agrícola La Ceiba, SETENA establece, basándose en la Ley de Aguas, que “las actividades, obras o proyectos que se encuentren en operación, como es el caso de la empresa citada, no se le puede otorgar viabilidad ambiental”.

 

Zeledón, explicó que estas concesiones no requieren de viabilidad ambiental porque de todas formas, ya impactaron al ambiente. Ya existe, ya impactó”, dijo. Sin embargo, si los concesionarios piden más agua, sí se les realiza un estudio nuevo.

Por ejemplo, la azucarera Catsa solicitó en el 2006 la renovación de una de sus concesiones y una mayor cantidad de agua. El puntaje obtenido fue bajo y Setena solicitó a la empresa presentar una Declaración Jurada de Compromiso Ambiental, el requisito usado para medir actividades de muy bajo impacto ambiental. Minae, entonces, le otorgó la renovación por una cantidad de agua menor, que pasó de 3500 ls a 2400 ls.

Agrorice de Milano es otro caso interesante. Al comprar una empresa que ya tenía concesión de agua, pero que estaba vencida desde hacía dos años, pidió la renovación.  En ese momento, Setena no le pidió ninguna evaluación ambiental y le concedió la renovación.

En el 2013, la compañía pidió un aumento en la extracción de casi cuatro veces lo que tenía permitido. La Setena sólo le pidió una declaración jurada.

Ni Azucarera El Viejo ni Hacienda Río Seco han tenido que presentar ningún permiso nuevo, ya que siempre solicitaron renovar su concesión por la misma cantidad de agua.

 

Las 5 concesiones analizadas por VOG y TT vencerán entre el año 2019 y 2021.

 

 

Un jerarca de manos atadas

 

No es secreto que la Ley de Aguas que se aplica hoy en día está desactualizada. Cuando se creó, en 1942, la sociedad costarricense era mayormente rural, con una población aproximada de 700.000 personas que tenían una base económica agrícola-ganadera y se consideraba al agua como un bien inagotable. Hoy, la realidad es otra.

En los expedientes analizados por La Voz de Guanacaste y The Tico Times se encuentran muchos ejemplos de cómo se incumplen las condiciones en que se dieron las concesiones, o evidencias de pozos o tomas ilegales, sin que se haya aplicado sanciones al respecto.

A pesar de lo desfasada que está la Ley de Aguas actual, sí existen algunas condiciones y tipos de sanciones. Entonces, ¿por qué no hay castigo? Minae argumenta que no tienen las herramientas legales para hacerlo.

En la Ley de Aguas se indica claramente que, si se comprueba alguna irregularidad, se le puede caducar de inmediato el permiso a la empresa concesionaria. Esto podría darse en casos en que se compruebe que se está consumiendo una mayor cantidad de agua de la otorgada, que el agua se utiliza para otros fines o en otra finca que no es la registrada, si se está afectando a terceros, o por contaminación manifiesta a la flora y fauna.

Zeledón, del Minae, alega que ellos no cuentan con el recurso suficiente como para cancelar una concesión.

Hay que demostrar con varios estudios y documentos que están incumpliendo”, dijo Zeledón, agregando que en las décadas del 70, 80 y hasta 90, no tenían el equipo humano y tecnológico necesario para hacerlo.

El hecho de que las concesiones están dentro de propiedades privadas es un factor en contra para el control del uso de las aguas públicas, señala el ingeniero Solano. Cuando el Minae recibe denuncias de tomas ilegales de agua, extracción de arena, o deforestación ilegal, los funcionarios dependen del permiso de los propietarios para ingresar a controlar.

Las irregularidades

En 1982, los ingenieros del Sistema Nacional de Energía (que luego se convirtió en el Minae) encontraron que Catsa ya estaba tomando agua del río sin tener la concesión aprobada. En 1984, el Estado la aprobó. En 1989 encontraron que esta empresa estaba regando una finca diferente a la registrada, pero le ordenaron simplemente que corrigiera la anomalía.

 

En 1997, el Minae encontró que el Ingenio El Viejo estuvo limpiando el cauce del estero Bejarano, realizando diques para proteger a la caña de las inundaciones del invierno, afectando a terceros aguas abajo, y sin pedir el permiso pertinente. Fue hasta el 2009 que la empresa solicitó a la SETENA la viabilidad ambiental para esa actividad.

 

En 1998, Minae encontró que varias fincas, incluyendo a Hacienda Río Seco, El Viejo y La Ceiba, estaban tomando más agua de lo que tenían permitido, pero tampoco se les aplicaron sanciones.

La extracción y los pozos ilegales del agua son una práctica común en el Río Tempisque, afirma el gerente de El Viejo.

De hecho, los documentos analizados muestran que, en reiteradas ocasiones, tanto El Viejo como Hacienda Río Seco denunciaron con el Minae extracciones y perforaciones de pozos ilegales, que fueron confirmadas por los funcionarios del Minae pero a los cuales tampoco se le aplicaron sanciones.

Un respiro bien merecido

 

La plaga de zancudos de marea nace en los humedales del río Tempisque y se pueden trasladar a más de 60 kilómetros de distancia de su criadero.

Río Tempisque a la altura de la comunidad de La Guardia, Liberia, Junio 2016. Foto por Ariana Crespo.

 

Llueve fuerte en Guanacaste. El río está lleno, las barcazas de los areneros y los botes turísticos vuelven a navegar. El Instituto Meteorológico Nacional pronostica una intensa temporada de lluvias para este 2016 y los ganaderos, los agricultores, los industriales, la flora y la fauna respiran más tranquilos.

 

Aunque sólo pasaron unos pocos meses de la intensa sequía vivida, esos tiempos parecen estar lejos.

Sin embargo, el susto de ver las consecuencias que puede acarrear consigo está presente en la mente de todos, especialmente de los industriales. Marissa Marín Vallejos, comunicadora de Catsa, asegura que los efectos sufridos en las plantaciones “generó una disminución considerable en la producción de la empresa y sus productores independientes, de casi un 25% menos”.

El gerente de El Viejo, Brian Campbell coincide con Catsa en los drásticos efectos negativos que la sequía tuvo en las plantaciones de Guanacaste, pero Campbell asegura que ellos han “realizado inversiones importantes en sistemas de riego eficientes durante los últimos años” para prepararse para otra sequía que podría regresar en el 2019.

Las autoridades también saben que el cambio climático continúa y las lluvias de este año son solo un respiro. Zeledón asegura que varios de los acuíferos relacionados con la cuenca del Tempisque han vuelto a sus niveles pre-sequía, pero también hay otros, los de la costa, cuyo daño es irreversible: sufrieron intrusión salina.

La estación medidora de agua en La Guardia empezó a funcionar de nuevo, ahora en manos del AyA, para seguir generando información vital sobre el cauce del Río Tempisque.

El gobierno actual del presidente Luis Guillermo Solís aprobó fondos para contratar a seis funcionarios nuevos para que trabajen en la Dirección de Aguas en Guanacaste, aunque Zeledón dice que aún es insuficiente y que necesitan 20 plazas más.

 

En estudios realizados en abril del 2016 por el Minae en cuatro puntos estratégicos del Tempisque, Solano afirmó que encontraron aliviados que las industrias estaban tomando menos agua de la permitida.

 

También, por lo menos en teoría, ahora se toma en cuenta que el río, su flora y fauna, deben tener su propia concesión de agua inviolable de por vida, llamada caudal ambiental, aunque todavía no incluyen a biólogos o ambientalistas en sus estudios de caudales. Sin embargo, existe un acuerdo con la NASA para monitorear con satélites de la cuenca Tempisque-Arenal.

Finalmente, el Gobierno está trabajando en buscar soluciones a largo plazo con un plan ambicioso llamado Programa Integral de Abastecimiento de Agua para Guanacaste (Piaag) pero el que se logre aplicar en la realidad, dependerá de las intenciones de los políticos de turno y del compromiso ambiental de las industrias.

Colaboraron los periodistas Roberto Acuña y David Boddiger
 

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