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Opinión: ¿Qué hace el “Punto guanacasteco” en Limón?

La endofobia se pasea oronda por algunas mentes de Costa Rica, incluso en las de quienes se han visto más favorecidos por las oportunidades que ofrece el país para crecer intelectual o económicamente. Es una actitud de desprecio que esos sectores sienten por aquello que huela a tierra mojada, a marginal y de embelesamiento por lo foráneo, especialmente europeo o estadounidense. Nadie lo ha dicho mejor y con más propiedad que el escritor Quince Duncan:

En América Latina padecemos de tres problemas, nuestro racismo es eurocentrismo –o basado en la eurofilia, como le llamo yo– que corresponde a una enajenación total por la cultura europea; según nosotros esa es la cultura.

Alberdi en Argentina decía que en América Latina lo que no es europeo es bárbaro, eso nos lleva a la etnofobia, el rechazo a esa diversidad de culturas, y si tenemos algún reconocimiento sobre la cultura nativa es del pasado, y es para equipararnos con los europeos: ustedes tienen griegos, tienen romanos, nosotros tenemos incas y tenemos mayas, aunque en la actualidad todo se considere “indio.” Ahí está presente la etnofobia, el rechazo a esa diversidad cultural, y eso nos lleva al gran problema nuestro, que yo le llamo endofobia, es decir, el rechazo a uno mismo, porque si yo creo que solo lo europeo es lo bueno, y creo que todo lo que está aquí alrededor mío no sirve para nada, mientras yo soy producto de eso, me estoy rechazando a mí mismo. (Las negrillas no son del original).

 

No se trata de avalar una tradición per se, algunas deben revisarse y hasta abolirse como aquellas que significan sufrimiento humano y animal, pero otras son hermosas y pertinentes. La tradición de “La cofradía” nació en tiempos precolombinos, era, lo que popularmente califica Carlos Aráuz, una comilona de los aborígenes en el sitio donde adoraban sus dioses. Su carácter religioso cristiano lo imponen los misioneros españoles para convertir a los indígenas. “La cofradía” es un sincretismo donde se mantuvo su carácter de comilona precolombino al tiempo que se le dota de una nueva significación religiosa.  

En la búsqueda de un ritmo nacional, en 1927, el Secretario de Educación de la época, Luis Dobles Segreda, comisionó a los destacados músicos José Daniel Zúñiga, Julio Fonseca y Roberto Cantillano para que hicieran una gira a la provincia de Guanacaste, con fundamento en la idea de Fonseca de que ese ritmo podía ser el 6/8 típico de la música guanacasteca.

Esa vez visitaron Nicoya, Santa Cruz, Filadelfia y Liberia. Después hicieron dos excursiones más en el 34 y el 35.  Para 1934 el repertorio ejecutado en el programa de música nacional, fue, por lo general, repertorio guanacasteco. Ese debe ser el origen del porqué el folclor guanacasteco se oficializó en Costa Rica.

Ahora, tampoco la preeminencia de alguno de los folclores regionales en un país, es un pecado exclusivo de Costa Rica. México, tan rico en calidad y variedad de culturas, es más conocido por la música ranchera originaria de Jalisco (con mariachi), pese a que tiene múltiples folclores en cada uno de sus estados. Decir tango es decir Argentina, flamenco es España y así por el estilo. Dicho eso, lo que cabe es sumar otros folclores como invitaba uno de estos días Guadalupe Urbina, esa infatigable investigadora de lo nuestro.

Hay que admitir con honestidad que buena cantidad de lo que se produce desde lo folclórico o vernáculo no es de buena calidad, pero eso mismo puede apuntársele a la producción cultural en general y en cualquier campo. En todos lados se cuecen habas. Pero tampoco ha surgido un Brahms en Costa Rica que, en vez de ningunearla, aprovechó la música gitana como inspiración para componer sus fabulosas “Danzas húngaras”? Apenas es que sabemos de Mangoré con sus “Variaciones sobre el punto guanacasteco”.

Un día vi en la televisión a un limonense afro descendiente decir con disgusto: “¿Qué tiene que hacer el “Punto guanacasteco” aquí en Limón?”, si lo hubiera tenido a mi alcance le habría dicho, como lo he hecho con varios guanacastecos que me han preguntado sobre la presencia de música limonense en esta provincia, “Lo mismo que un calipso en Guanacaste”: enseñarnos que el mundo es ancho y diverso y que esta pequeña Costa Rica abriga algo más que la maravillosa parcelita de mis amores y que si tengo una mente abierta puedo ampliar la gama de mis afectos y disfrutes. Vale también para los cosmopolitas.

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