Cultura, Liberia

En busca del arte ancestral en Curubandé

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De niño, todos los domingos Berny Mora acostumbraba ir a darse un chapuzón en el río Colorado de Curubandé. Desde entonces le llamaban la atención unos dibujos tallados sobre el cañón que serpentea las aguas.

La información en ese momento sobre esas figuras era escasa. Mientras que los adultos se limitaban a repetirle que esas figuras eran “cosa de los indios”, él creía que eran mapas de los indígenas que guiaban a tesoros escondidos. Con el tiempo entendió que se trataba de petroglifos, imágenes antiguas dibujadas o talladas sobre piedras que registran actividad humana en el lugar.

En el 2020, Berny fundó la empresa local de turismo Colorado Adventure Tours y, dentro de sus servicios, ideó ofrecer recorridos por varios sitios arqueológicos en Curubandé. Su logo es una reproducción de uno de estos petroglifos. 

La interpretación del logo es la [imagen] de un chamán. Se ven algunos rayos de luz y se ven círculos que reflejan el agua. Los círculos hacen referencia a cuerpos de agua cerca del lugar”, explica.

El primer estudio formal de los petroglifos del cañón de Curubandé, conocido también como La Española, fue en 1898. Ese año el entonces director del Museo Nacional de Costa Rica, Juan Ferraz encontró una piedra “con muy interesantes grabados, y cerca de allí, una especie de gruta formada por dos grandes rocas, en una de las cuales se conservan notables petroglifos”. Así lo detalla un informe del Proyecto Arqueológico de Guanacaste (PRAG).

En el sitio hay un aproximado de 50 de estas ilustraciones a lo largo del cañón, según el sitio web del proyecto.

Entre el 2018 y el 2023, el PRAG recorrió las faldas de los volcanes Rincón de La Vieja, Tenorio, Orosi y Miravalles con el fin de encontrar y estudiar los petroglifos registrados por diversos arqueólogos desde finales del siglo XIX. También para hallar nuevas figuras.

En La Española, al suroeste del Rincón de La Vieja, PRAG ubicó 13 de los 50 petroglifos. Además, descubrieron tres más que no estaban registrados, según Priscilla Molina, una de las arqueólogas de PRAG.

Los petroglifos en los alrededores del cañón y rayones que arriesgan su conservación.

Los petroglifos en los alrededores del cañón y rayones que arriesgan su conservación.Foto: Foto: Cortesía Museo del Banco Central de Costa Rica

Los principales hallazgos de PRAG a lo largo de la Cordillera Volcánica Guanacasteca están disponibles en una exposición llamada “Un pasado entre líneas” del Museo del Banco Central. El espacio esta abierto al público hasta junio del 2025 (precios y horarios aquí)

Para el guía local Mora, el aporte de nuevos estudios sobre estas figuras le permite conocer más sobre la historia de su comunidad. 

Es importante conocer de este tema porque así preservamos la historia y para contar la historia que no ha sido contada. A todo Guanacaste lo relacionan con los chorotegas. Sin embargo, no se habla de [otras] tribus indígenas que llegaron antes. Estos petroglifos son mucho más antiguos”, comenta.

Arte a diez metros sobre el río

Hay serpientes, hay plantas de maíz, hay seres con antenas, hay máscaras”, así describe Mora los petroglifos. En su tour por el cañón el guía muestra hasta 20 de estas figuras. 

Estos petroglifos posiblemente fueron utilizados para rituales de los habitantes de la zona, realizados entre el 300 d.c y el 800 d.c, según el análisis que realizó PRAG.

“No vimos relaciones iconográficas [en las figuras] con petroglifos de otras regiones, lo que nos hace pensar que no hubo un proceso de peregrinación [de quienes tallaron los petroglifos]. Posiblemente los hizo un grupo que vivía ahí cerca para cuestiones rituales”, explica la arqueóloga.

Los resultados de la investigación del PRAG determinaron que los antepasados probablemente tallaron las figuras del cañón con golpes de martillos y cinceles de piedra. 

La altura en la que los petroglifos fueron realizados sobre el río Colorado llamó la atención de Molina. La arqueóloga valora la posibilidad de que los ancestros se colgaron de la parte superior de la pared del cañón.

Tuvieron que haber usado alguna metodología en ciertas partes para colgarse”, cree Molina. Otra hipótesis de la arqueóloga es que hicieron agujeros en la roca para introducir bejucos y así elaborar una especie de andamio que les permitiera escalar. 

Mora cree que los antepasados escalaron la roca del cañón para realizar los dibujos. El guía calcula que “pueden estar a más de diez metros sobre el río”.

“Tenían demasiada práctica, demasiado equilibrio y talento para escalar. Eso [el cañón] es una roca bastante porosa entonces es una roca que es como una lija”, explica Mora.

Petroglifos vandalizados 

El acceso a los petroglifos del cañón es público: cualquier persona que visite el río Colorado puede verlos. Para Molina su fácil acceso también se ha traducido en vandalismo.

Hay una pared que está totalmente rayada, igual que en el petroglifo de la pared del frente [del cañón]. Si uno cruza el río, hay un petroglifo en una de las paredes que se ve poco y ahí también rayaron”, comenta la arqueóloga. Los daños son irreversibles.

En el 2015 un informe del Museo Nacional detalló los principales daños que sufrían estas piezas rupestres. 

“(…) grabados hechos utilizando cuchillas, piedras con punta u otro instrumento con filo, para grabar su “visita”, o bien, “imitar” los diseños precolombinos. Este tipo [de] daño o vandalismo provoca “un falso histórico” a la vista del turista que no es especialista para determinar entre diseños originales y los hechos actualmente”, dice el informe.

Para Mora, muchas de las figuras fueron vandalizadas por ignorancia.

“Las personas tienen la costumbre de resaltarlos utilizando piedras tratando de redibujar sobre ellos. Personas queriendo hacer un bien, hacen un mal pero eso obviamente lo que va a provocar es este una alteración en el petroglifo”, comenta. 

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