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Ciclovías empiezan a pedir pista en Guanacaste

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Los vecinos de Liberia, Nicoya y Santa Cruz ya comenzaron a pedalear en busca de sus propias ciclovías en autopistas y carreteras y  presentaron proyectos ante los concejos municipales de cada cantón para invertir en estas estructuras, una lucha que se está dando en todo el país con algunos pocos ejemplos de éxito.

La ciclovía es un carril paralelo a la calle o carretera principal que se demarca usualmente con una barrera física y que facilita el tránsito exclusivo de ciclistas. También existen las bicisendas, que son carriles demarcados con pintura, pero sin un obstáculo.

El objetivo de ambos no es sólo ordenar el flujo vehicular sino resguardar la seguridad de las personas que andan en bicicleta, que abundan en Guanacaste.

En toda la altura y bajura guanacasteca es normal ver ciclistas profesionales entrenando por las pistas durante las mañanas y las tardes y a otros que utilizan la bicicleta como su medio para llegar al trabajo y hasta para llevar a los niños a la escuela. Muy pocos de ellos manejan con casco o luces reflectivas.

El riesgo de accidentes que generan estas irregularidades motivó al regidor santacruceño Jorge Leal a presentar una moción ante el concejo municipal para incluir una modificación presupuestaria y construir más ciclovías en su cantón.

Su propuesta incluye la carretera que comunica con Santa Cruz y Arado, entre Santa Bárbara y Santa Cruz, además de la ruta Huacas-Flamingo, todos estos trayectos son de flujo constante vehicular y rutas muy utilizadas por los turistas.

Por el momento, el cantón solo cuenta con 16 kilómetros que fueron demarcados por el Consejo Nacional de Vialidad el año pasado y que está entre las comunidades 27 de abril y Villareal, sobre las rutas nacionales 152 y 155.

Estudiantes lo necesitan

En Liberia no se quedan atrás y fueron los mismos vecinos los que plantearon una ciclovía sobre la ruta 21, desde el cruce de los semáforos en la entrada principal, hasta la sede regional de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Jorge Araya, integrante de la junta de vecinos, dijo que en este sector se concentra una cantidad importante de instituciones educativas con un flujo cercano a 8.000 estudiantes diarios, por lo que están haciendo los trámites para que el Conavi atienda su solicitud.

Nicoya, por su parte, se bajó de la bici y ahora camina lento en la búsqueda de una solución.

Desde  el 2015, los regidores municipales del periodo anterior declararon como de interés público la construcción de una ciclovía en Nambí, que se ubicaría desde la empresa Dos Pinos hasta la entrada principal de la urbanización Las Palmas, que queda sobre la ruta 21.

La declaratoria se quedó en el papel. Cristina Baltodano, actual regidora municipal contó que más de 100 vecinos de la comunidad y de la Asociación de Desarrollo de Nambí presentaron un documento firmado solicitando la ciclovía.

De acuerdo con la regidora, por ahora este proyecto se encuentra en pausa y se espera que lo retomen los actuales regidores del concejo nicoyano.

Sí se puede

La acción perseverante de los vecinos junto con las municipalidades sí existe y es posible en este país.

Un ejemplo de ello es Montes de Oca, en la provincia de San José, donde en el 2014 un grupo de vecinos se organizó y demarcó un tramo en algunas rutas cantonales como si fueran bicisendas.

“Un colectivo de la sociedad civil marcó una ciclovía improvisada que ha ayudado al conductor a ir visibilizando el espacio de los ciclistas”, contó el arquitecto Gillio Francesa, director de Planificación Urbana de la municipalidad de Montes de Oca.

Como el proyecto tuvo muy buena acogida entre los conductores y ciclistas, en el 2017 se construirán dos ciclovías (una de ellas es el rediseño de la actual con demarcación horizontal y vertical) con un presupuesto de ¢50 millones.

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