Desde que empezó a llover, comenzaron a llegar las quejas a las redes sociales y a la redacción de La Voz de Guanacaste. Unos nos cuentan que el gimnasio se inunda, interrumpiendo los partidos de básquet de los muchachos del cantón; otros, que la piscina la cierran justo antes de eliminatorias para juegos nacionales.
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Los periodistas de La Voz hemos comprobado una y otra vez esos daños. Vemos con amargura el descuido de los edificios, el mal olor de los vestidores, las grietas de la pista de atletismo… Sin embargo, nos parece muy satisfactorio ver cómo los nicoyanos se apropian de este espacio público y llegan a correr, a caminar o a jugar tenis allí en las mañanas o en las tardes.
Mientras el Comité Cantonal de Deportes alega que no le alcanza la plata que le entra y la municipalidad de Nicoya se sacude diciendo que no le alcanzan los fondos para darle un 5% del presupuesto a la organización, todo el resto de personas que usamos las instalaciones podríamos tomar acciones.
Por ejemplo, algunos podrían “apadrinar” al polideportivo y donar ¢5.000 al mes para una reparación en específico. Si su hijo juega básquet ahí todo el tiempo o usted utiliza la piscina y solo le cobran 5.000 pero puede aportar un poco más, ¿estaría dispuesto a hacerlo?
Claro que, para que esto suceda, el Comité tendría que hacer una campaña muy ordenada y, sobre todo, llevar una administración transparente del dinero de todos. Los ciudadanos merecemos tener toda la información sobre cómo se gasta ese dinero, el que entra por la venta de servicios y el que le da la municipalidad.
Para el artículo de este mes pedimos precisamente esa información, que llegó un día después, en documentos PDF, aunque las pedimos en un formato que pudiésemos editar (como excel, por ejemplo). Este tipo de información debería estar en línea en documentos que toda la población pueda descargar y analizar.
Ahora, quienes utilizamos el polideportivo no podemos solo quejarnos y verlo cómo se cae a pedazos. Y eso no solo aplica para el polideportivo de Nicoya. También para otros como el de Santa Cruz que sufre problemas incluso más graves.
Todos debemos hacer algo. ¿Cuáles ideas se le ocurren a usted? Discútalas con sus amigos, llévelas al Comité y propóngalas. El cambio comienza por ahí.
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