Era navidad del 2018 en Quebrada Grande de Liberia. Día para dar regalos. Doña Maricel se levantó y dijo: tengo un regalo para mi hija. Hizo una pausa, se dirigió hacia la chica flaca, de pelo largo negro y ojos brillantes que estaba en la sala. Y continuó: para mi hija Kenya. Todos en la sala se quedaron fríos. Pensaron que el regalo era para su otra hija.
Era la primera vez que su familia llamaba a Kenya por su verdadero nombre, por el nombre que realmente la identificaba. Para ellos siempre había sido Kenneth Gerardo.
Kenya es una mujer transgénero, es decir, se autodetermina mujer aunque sus órganos sexuales son masculinos. Hace dos años (en 2017) empezó su transición hacia la imagen de mujer.
La Asociación Médica Americana (AMA por sus siglas en inglés) afirmó en 2018 que es esencial reconocer que la identidad de género de una persona puede no estar alineada con el sexo que se le asigna al momento del nacimiento.
“Vi un reportaje de esta actriz Caitlyn Jenner y yo dije: ¿qué es ser una persona trans? Entonces lo investigué y vi que las cualidades de ella calzaban con lo que yo sentía. A mí me costó llegar a aceptar que era una chica trans, todo por miedos”, me cuenta Kenya ahora, sentada en una cafetería en Liberia, con un tono de voz tan agudo que en ocasiones tiene que convencer a la gente que no la está fingiendo.
Aquella navidad, los abuelitos y el papá —especialmente el papá— no sabían qué hacer. Las miradas se cruzaban entre ellos como preguntándole al otro si entendía lo que estaba pasando.
El propio Estado apenas y le reconocía también ese derecho. En mayo del 2018, siete meses antes de la navidad en la casa de Kenya, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) aprobó el cambio de nombre en la cédula de identidad para que las personas que quieran puedan corregirlo según el género con el que se sientan a gusto.
Además, la institución anunció la eliminación de la casilla del sexo en el documento, aunque en las bases del Tribunal las personas seguirán registradas con la “F” o la “M” con la que nacieron.
Según datos del TSE, desde entonces, el Tribunal ha recibido 387 solicitudes de cambio de nombre por identidad de género a nivel nacional, 14 de ellas son de personas guanacastecas. La mayoría (10) corresponde a mujeres trans y cuatro a hombres trans.
El Tribunal acató la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) luego de una consulta que hizo el gobierno del exmandatario Luis Guillermo Solís, en mayo de 2016.
Las fuentes consultadas para este reportaje consideran que la decisión del TSE es, hasta el momento, el mayor avance en el reconocimiento de la identidad de género de las personas trans en el país.
Pero no todos lo celebran. Diputados de la Unidad Social Cristiana (PUSC) y de Restauración Nacional (PRN) criticaron fuertemente la decisión del Tribunal. En el caso de la bancada de Restauración, advirtieron en un comunicado oficial que la posición del TSE “amenaza a las figuras biológicas de hombre y mujer para dar paso a una naturaleza relativa (…)”.
El diputado Dragos Dolanescu, del Partido Republicano Social Cristiano, dijo que su oposición a algunos de los derechos recientemente reconocidos por la CIDH en Costa Rica se debe a una posición religiosa.
Sí le puedo decir que estamos en contra del matrimonio homosexual por un tema religioso. Para nosotros es un sacramento y estar a favor es lesionar a la comunidad cristiana”, comentó.
Pero a Kenya le importan poco esas opiniones, lo que le importa realmente es el resultado final. En su caso, el trámite de cambio de nombre duró unos dos meses en proceso. Solicitarlo fue sencillo para ella, y quitarse de encima el “conocido como” de la cédula fue un alivio.
Cuenta que hace un tiempo compró un abanico en una tienda en cuyos registros ya ella aparecía como Kenya. Ella no sabía que el cambio de nombre se había hecho en otros sistemas además del TSE. “Eso me llenó”, dice.
Lo que sí es cierto es que, aun con el cambio de nombre en la cédula, la población trans no termina su lucha. En la Asamblea Legislativa, por ejemplo, el debate sobre el reconocimiento de los derechos para la población LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex) continúa.
El diputado Enrique Sánchez, del Partido Acción Ciudadana (PAC) y presidente de la Comisión de Derechos Humanos dentro de la Asamblea Legislativa, señaló dos proyectos de ley en los que algunos diputados están en contra de incluir el concepto de orientación sexual, anulando la posibilidad de incluir a poblaciones diversas en los derechos que otorguen estas normativas nuevas. Uno de ellos es la Reforma integral a la Ley general del VIH y el otro es la Ley marco contra todo tipo de discriminación.
Sobrevivir
Vanessa Centeno es una chica trans de 41 años, se autodenomina como “de la primeras, o la primera chica trans de Guanacaste”. Para ella, el cambio de nombre es un paso importante, insuficiente para olvidar su pasado, pero que ayudará a la población a sentirse menos señalada por la sociedad.
“Yo lo solicité porque me interesa sentirme bien conmigo misma, porque esa es la persona que debí ser reconocida hace años”, dice sentada en el parque de Liberia mientras se abanica.
La Guanacaste “más machista”, como le dice ella, la obligó a dejar la provincia poco después de haber cumplido 10 años. Dice que su papá la golpeaba y a “punta de fajazos” pensaba que la iba a convertir en hombre.
Pero de nada le sirvió porque aquí está este mujerón”, dice con una risa seguida por un suspiro.
Migró a San José y terminó atrapada en el trabajo sexual por más de 20 años. En ese tiempo vivió la peor experiencia de su vida. Pero no la única.
Cuenta que fue violada por cuatro hombres que la amordazaron y la dejaron tirada debajo del puente de los Anonos, en Escazú. “Así es la sociedad, ¿transfóbica, se dice?”.
Ese panorama que narra Vanessa coincide con lo expuesto por la CIDH en un comunicado del 2015 .
Este organismo encontró un vínculo estrecho entre exclusión, discriminación y la corta expectativa de vida de las personas trans, que en promedio es de unos 35 años en América Latina.
“De acuerdo con la información recibida por la CIDH, la violencia y la discriminación contra niños, niñas y jóvenes trans inicia a temprana edad, ya que generalmente son expulsadas de sus hogares, colegios, familias y comunidades, como consecuencia de expresar sus identidades de género diversas”, detalla el comunicado.
“Como resultado, las personas trans enfrentan pobreza, exclusión social y altas tasas de inaccesibilidad a la vivienda, presionándolas a trabajar en economías informales altamente criminalizadas, como el trabajo sexual o el sexo por supervivencia”, agrega el documento. .
El comisionado Presidencial para Asuntos de la Población LGBTI, Luis Salazar, asegura que el cambio de nombre por identidad de género aporta a que esa cadena de condiciones que expone la CIDH, se rompa.
“Cuando no había una correspondencia entre la identidad con la cual la persona se autopercibe y el documento de identidad, usualmente era ahí donde sucedían los casos de discriminación, de rechazo a nivel de servicios y de atención”, explica Salazar.
Vanessa está a dos exámenes de concluir su bachillerato y ayuda a una amiga a vender ropa de cama para sobrevivir lejos de las calles. Está a la espera de que le entreguen su nueva cédula y “seguir sobreviviendo”.
Logro a logro
Bárbara Fajardo es la más optimista de las tres mujeres trans guanacastecas entrevistadas. Podría decirse que ese optimismo es el que la mantiene viva.
“Si una chica quiere ayuda, que me busque. Si una chica quiere estudiar, yo le digo que estudie. Venimos al mundo con el deseo de vivir feliz, ¿quién viene con ganas de prostituirse?”, dice mientras se sube sus gafas doradas y chequea que su pelo negro, lacio y largo, siga en el lugar correcto.
Asegura que el TSE ya aprobó su cambio de nombre en la cédula y que por fin, podrá dejar atrás su pasado.
Bárbara es la delegada de la primera sede de la organización Transvida en Guanacaste. Según la oriunda de Tilarán, ese es un apoyo “muy importante que tendrá la población trans en la provincia” para guiarla en sus procesos de transición y en los trámites de solicitud de cambio de nombre ante el TSE.
Justamente, el acceso a la información y la formación de las mujeres trans en el conocimiento de sus derechos, fue una de los limitantes señaladas por todas las tres mujeres trans entrevistadas.
En Guanacaste, las chicas trans reciben beneficios de parte del Instituto Nacional de Aprendizaje que otorga becas para la enseñanza de algunos cursos. También son parte del programa “De las calles a las aulas” de Transvida, apoyado por el Ministerio de Educación Pública (MEP), que busca abrir nuevas oportunidades educativas para esta población.
Salazar recuerda, además, la firma de otros cuatro decretos y directrices posteriores al anuncio del TSE que buscan garantizar a la población LGBTI igualdad y paridad de derechos. En esos documentos, por ejemplo, está el cambio de nombre según identidad de género, fotografía y género en otra serie de documentos de identificación (pasaporte, licencias, contratos de trabajo, entre otros).
El Comisionado no deja de lado los retos que todavía persisten. La carencia de datos fidedignos sobre la población trans y LGBTI en el país y la necesidad de que la legislación costarricense tipifique los crímenes de odio, son solo algunos de ellos.
Por el momento, Kenya buscará la forma de estudiar sicología y crear una organización para ayudar a menores de edad trans. Vanessa seguirá buscando la mejor fuente de empleo para llevar dinero a su casa. Y Bárbara trabajará en abrir su propio negocio.
La nueva cédula las hace pensar que están más cerca que antes de lograrlo.
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