General, Salud

La risa cura…

¡Reir si que nos hace sentir bien! ¿cierto? Y ésta respuesta biológica tan humana, casi siempre ocurre cuando algo- chistes, recuerdos agradables o risorios-, o cuando alguien nos provoca reir. Se puede decir que la sensación de dicho acto ya es una ganancia, sin embargo, hay más, mucho más, y ocurre bajo nuestra piel ya que gracias a la acción de nuestro cerebro, se empiezan a segregar en nuestro cuerpo sustancias llamadas endorfinas.

Para entenderlas más imagine una serie de chispas de colores brillantes, las cuales se distribuyen desde la punta de nuestros pies hasta la cabeza, provocando un baño de energía y el aumento de las defensas: el sistema inmune se fortalece, revitalizando y hasta rejuveneciendo el cuerpo física y mentalmente. Así es, dicha dosis con todos éstos beneficios en variadas ocasiones permanecen durante todo el día si la persona constantemente se acuerda de aquella broma, chiste, etc, volviéndose a reir. Sin embargo, casi siempre sucede que nos reimos cuando el afuera, el mundo, la gente, nos hace reir, de esta forma nuestro cerebro  y cuerpo se acostumbró a reir con los demás pero no con nosotros mismos.

Entonces, el ser humano tiene el hábito de reir como consecuencia del Otro, es decir de un ente ajeno a sí mismo, y de esa forma se inicia el camino a la producción de las endorfinas, que bien podríamos llamarlas las “pastillitas de la felicidad curadora” o de “la curadora felicidad”, de manera que, estaría excelente encontrar la forma de acceder a las mismas de una forma más directa, cuando así lo quisiéramos, y no depender únicamente del exterior.

 ¿Le parece buena idea?, reir cuando Otros nos hacen reir pero también tener la capacidad de autogestionar esa risa. Recordemos: la risa es una respuesta mediada por un hábito, y los hábitos se pueden cambiar por otros mejores si así lo queremos, ya que poseemos nuestro cerebro y con él podemos hacer todo lo que nos propongamos.

El provocarse reir quizás le puede parecer una idea extraña y eso es precisamente porque desde que nacemos son otras personas, animales o cosas  quienes nos hacen reir, de manera que nuestro cerebro se ha acostumbrado a que ocurra de esa forma, lo hemos programado así para que segregue las sustancias que le hacen bien a nuestro cuerpo si es estimulado externamente, por el afuera, por el Otro. En conclusión: el exterior dirige nuestras emociones y nos controla ¿porqué?, ¿acaso no puedo ser yo el director de la orquesta de mis propias emociones?

Si, porque aunque el afuera sea un caos, yo puedo hacer la diferencia en mi interior. Todo lo que compete a mi vida inicia desde mi actitud hacia la misma y la risa puede ser mi primer gran aliada.

Y si todo inicia desde nuestra actitud entonces la buena noticia es que tengo la oportunidad de experimentar y empezar a reir de otra forma y a partir de mis propios mecanismos. Que tal si empiezo desde las primeras horas del día, cuando doy esa primer mirada al nuevo amanecer, al observar esos primeros rayos del sol o aunque sea aún de madrugada,  lentamente cierro mis ojos y busco en mi interior la risa, pienso en ella, la escucho en mi interior, la traigo hacia mi y la dejo salir…

 

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