Aunque el barbero clásico de bata larga y blanca quizás ya ha pasado a la historia, hoy en día este oficio se ha transformado en un arte urbano en el que la creatividad, el buen servicio y la música van de la mano.
En las calles de Nicoya, llama la atención un nuevo estilo de barbería popular entre el público masculino y algunas mujeres buscando delinearse las cejas.
Emanuel Guerrero, de Barber Extreme, aprendió este oficio en la calle de manera empírica, mientras observaba a otros barberos y practicaba con sus amigos del barrio. “A los trece años, agarré una Gillette y ahí empezó todo. Mi meta era aprender yo mismo y ahora tengo mi propio negocio”, comentó.
Esta tendencia se comenzó a observar en el pueblo hace unos diez años, luego de que un grupo de limonenses montara su negocio en el centro. Rápidamente se puso de moda el estilo “caribeño” que lleva el cabello corto, cejas delineadas, patillas cortas y frente marcada.
Muchos frecuentan estos recintos en busca de los estilos que más representan su personalidad. Los más atrevidos salen de ahí con una estrella afeitada en su cabeza o el logo de su equipo favorito de futbol.
Javier Madrigal, cliente frecuente de Barber Extreme, explicó que además de cortarse el pelo y cuidar su estilo, la barbería es también un lugar para hacer amigos.
“Me gusta venir a la barbería porque estamos como en la familia, se hace como una amistad, uno se sienta y ellos saben lo que a uno le gusta”, aseguró. Y es que posarse en una silla de estas barberías es una experiencia que va más allá de un simple corte de pelo.
Charlie Matarrita y Giovanni Jiménez, barberos de New Style, consideran que muchas veces su trabajo es una oportunidad para entablar una amistad con el cliente, discutir problemas personales y vacilar un rato tomándose un café. Basta con pasar por ahí sábado en la tarde para ver a sus clientes gozando al ritmo del reggaetón.
Javier Moreno, de Barbería El Parce, tiene 18 años de trabajar como barbero. “En mi tierra, Colombia, son comunes las barberías callejeras. Aprendí viendo y cuando me vine para Costa Rica fue cuando valoré lo que hago porque sé que donde vaya en el mundo, si llevo una maquina conmigo, no me quedo sin trabajo”, dijo Moreno.
Lo cierto es que no es fácil dominar una Gillette como ellos lo hacen. Para muchos, esa creatividad que tienen con sus manos es un don que no lo tiene cualquiera.
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