Tener 22 años, soltero, universitario y que la “Sele” de Costa Rica fuera a su primer mundial es una combinación explosiva.
Y ahí estábamos, Costa Rica en su primer mundial y nosotros los hinchas más entregados y disponibles a tiempo completo. Ya habíamos sido testigos, en el antiguo Estadio Nacional, de la clasificación al Mundial en la cabeza de Pastor Fernández contra El Salvador. Habíamos celebrado, con toda la gente del estadio, aquella victoria y caminamos como un mar humano desde la Sabana, atravesando todo el Paseo Colón, hasta el Parque Central donde se reunió una multitud a celebrar nuestro pase a un Mundial de futbol por primera vez, la primera vez, esa que nunca se olvida!
Y cambiaron de entrenador. “Bora” Milutinovic se llevó a los muchachos fuera del país un mes antes del Mundial y las noticias que recibíamos, aunque pocas, no nos dejaban soñar con un buen resultado: falta de experiencia, jugadores no profesionales, malos fogueos y peor aún, derrotas en esos fogueos. El tema en general entre muchas personas era: qué tan mal nos irá? Pero nosotros éramos los optimistas a ultranza, los demás no daban “un cinco” por la Sele.
Y llegó el día del primer juego, que día! La emoción y angustia nos invadía, nos reunimos a comer viendo el juego y al final nadie podía tragarse los alimentos, primero porque estábamos a la expectativa de que no nos hicieran uno o varios goles y cuando ocurrió el milagro, el tremendo gol de la combinación Jara-Cayasso; entonces la angustia era peor aún, ya que nos imaginábamos el terrible empate o peor aun la derrota y al final cuando los nervios no daban para más, entonces cuando ya no teníamos uñas para comer, cuando no teníamos voz de tanto gritar; terminó el juego, el árbitro pitó para finalizar el partido y al mismo tiempo para que toda nuestra angustia y desesperación se convirtiera en alegría, gritos, abrazos, saltos, euforia colectiva, real, vívida, el fin, el éxtasis ! Habíamos ganado nuestro primer juego en un Mundial, repito: nuestro primer Mundial y ganamos el primer juego.
Fue contra Escocia a quienes entonces considerábamos una potencia, un día 11 de Junio, hace 24 años. Fue en Italia que acogió a Costa Rica en un pequeño pueblo que se llama Mondovi, cerca de Génova. Fue en el estadio Luigi Ferraris, bellísimo, un templo del futbol. Pero sobre todo fue en nuestros corazones, entonces jóvenes y llenos de ilusión, ahí fue donde se jugó el partido más importante, el del apoyo, la fe, la pasión. Y los muchachos cumplieron “lo daremos todo” decía la canción que ellos mismos cantaban y que nos dejaron antes de irse a las Europas como una promesa de amor a una novia querida.
Y salimos. La gente salía de las casas a saludarse con los vecinos, con el que pasara por la calle aun sin conocerlo. La gente salía de sus barrios, sin que nadie la llamara, todos nos dirigimos a la Fuente de la Hispanidad, en San Pedro, fue la primera vez que se usó para celebrar una victoria de nuestra Selección, tenía poco de ser inaugurada. La carretera se cerró a los vehículos desde la fuente hasta el parque Kennedy, en San Pedro, y la avenida segunda en San José también. A nadie le molestaba, todos querían celebrar, el que conducía, el que iba a pie. Todos se abrazaban, todos se saludaban, muchos hasta se besaban. Fuimos hermanos en la alegría toda aquella tarde y noche.
Después vinieron los juegos contra Brasil y contra Suecia y clasificamos a la segunda fase. Es que hay que ver el atrevimiento de esos ticos, ganarle a Escocia y Suecia, perder con Brasil por la mínima y pasar a la segunda ronda. Y todo eso en su primer Mundial. Qué momento, que emoción, es indescriptible, no hay palabras.
Lo de Italia 90 vino a ser como la cereza del pastel en un país que vivía en aquellos años un gran momento de optimismo generalizado, habíamos logrado aprobar el plan de paz para Centroamérica que le valió a don Oscar Arias el Premio Nobel de la Paz; se realizó en el país la Cumbre Hemisférica con 18 Presidentes; se había iniciado un programa enorme de construcción de casas para familias pobres; Costa Rica entró en el mapa mundial por el Nobel y por lo de Italia 90 que se tradujo en un incremento enorme en el turismo hacia nuestro país; en fin, un sinnúmero de cosas que hacían que todos nos sintiéramos capaces, emocionados, optimistas sobre el futuro. Nuestro optimismo era tal que deseábamos que llegara la próxima Copa del Mundo, porque en esa, en esa sí seriamos campeones!!!!
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