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Mi vida después de una tragedia…

Por lo general se medita más sobre la muerte hasta después de que sobreviene una tragedia. El ser humano no solamente le tiene aversión a la muerte si no también hay casos en los que evita a toda costa pensar en ella, esto sucede aunque se tiene claro que es parte de la vida.

Continuamente leemos, vemos o presenciamos el fallecimiento de una persona. Puede que ese evento despierte un sentimiento de tristeza, impotencia y hasta depresión, máxime si fue un familiar o conocido, de manera que: ¿cómo se puede lograr que la muerte sea menos dolorosa?, ¿acaso existe una forma de prepararnos ante ella y aunque sepamos que dolerá estemos conscientes de que es parte de la vida, justamente el final de ésta vida terrenal?

La muerte es parte de la vida, la última puerta por la que todos debemos cruzar, y el hecho de aceptarla nos acerca cada vez más a pasar la vida y vivirla agradecidos por cada día, minuto, segundo. Preguntémonos ¿cuántas veces me levanto y me tomo un minuto de ese momento al despertar y pienso en la dicha vivir y en la  oportunidad de ser una persona mejor que ayer?

Cuando la muerte sorprende es quizás porque en un pasado, inclusive el minuto anterior, no me tomé un momento para pensar en ella y la mil y una posibilidad que tengo de morir Yo o mi hermano, hermana, padre, madre, abuelo, abuela, hijo, hija, vecino, conocido… etc..

Es cuando entonces medito sobre la falta que hace de pensar en la muerte y en la falta que hace de pensar en lo agradecido de estar vivo o viva para poder pensar en ella, ya que de esa forma se puede llegar a la conclusión de que tengo oportunidad de vivir y más aún vivir mejor, ser mejor persona, ser mejor esposo o esposa, mejor hijo o hija, mejor padre o madre, mejor vecino, mejor novio o novia, en fin… una mejor versión de Yo mismo para conmigo y los demás.

Qué tal entonces si invitarnos a nosotros mismos en éste nuevo año que recién inicia a pensar en la muerte para que no nos llegue de sorpresa, y de esa forma aprovechar el máximo el día, las horas, los minutos que se nos permite vivir. Más aún! regocijarnos de la oportunidad de mejorar, primero para con nosotros mismos y con los demás.

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