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Ocho trucos para ser vegano en un pueblo rural y no morir en el intento

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Hace 4 años cuando vivía en San José, mi dieta consistía en productos procesados, congelados, sandwiches, mucho azúcar y muchas opciones diferentes de comida rápida. No sólo comía mal, sino que no sabía cocinar ni sabía comer. Una vez intenté eliminar la carne y tuve éxito como por 15 días porque no tenía idea de cómo alimentarme.     

La segunda vez que lo intenté fui más despacio y logré cambiar no solo mis hábitos alimenticios sino que creé una conexión más profunda con lo que estaba comiendo. Es decir, empecé a cambiar mi forma de comer, siendo más consciente el origen de los productos animales.

Me tomó alrededor de 8 meses eliminar carnes, pollo, pescado y mariscos. Cuatro meses después, pasé a una dieta vegana, sin consumir productos derivados de animales también como la miel, queso, natilla y leche. La transición fluyó bien porque desde el día 1 ya sabía que si quería tener éxito esta vez, debía nutrir mi cuerpo y aprender todo sobre la cocina compasiva.

Hablar sobre el veganismo en un pueblo como Nicoya es casi como expresarse en otro idioma. Muchas veces escucho personas que quisieran darle un giro a su alimentación pero les cuesta mucho dar el primer paso, especialmente si no conocen mucho al respecto o no tienen el apoyo de sus familiares.

El rechazo de productos de origen animal no es algo que se escucha mucho en la calle por estos lados y a simple vista pareciera que ser vegano es imposible, pero tenga calma, pues no lo es.

Estos 8 trucos le ayudarán a darle un giro compasivo a su dieta y cambiar sus hábitos alimenticios sin morir en el intento:

1. No compre a lo loco. Antes de salir al supermercado planee lo que quiere comer durante la semana y haga una lista de lo que va a ir a comprar.

2. Encuentre cuáles son los productos que siempre debe tener en su cocina. En mi caso son las hojas verdes, garbanzos, lentejas, quinoa, bananos y papas.

3. Salir a comer a sodas o restaurantes puede llegar a ser frustrante, porque existen pocos o ningún restaurante vegetariano (como en el caso de Nicoya)  y el plato del día siempre incluye animales. Sin embargo, no hay que entrar en pánico. Primero que nada, sea claro con el mesero sobre sus necesidades, explique con detalle que no desea consumir ningún producto animal ni queso, ni mantequilla ni huevo y si en el menú nada se le apetece, siempre puede ordenar un casado con arroz, frijoles, plátano maduro, tortilla y ensalada.

4. Conozca a sus agricultores locales. Las ferias del agricultor se hacen una vez a la semana. No sólo es una experiencia pintoresca y una excusa para comenzar el día temprano, sino que también es más barato que comprar en el supermercado y podrá conocer de dónde vienen y cómo fueron producidos los productos que más tarde va a ingerir.

5. En la mayoría de los centros en los cantones de Guanacaste hay macrobióticas en donde se pueden encontrar todo tipo de suplementos, productos de cuidado personal orgánicos y no probados en animales, productos de soya, snacks saludables, entre otros.  

6. Si usted es de esas personas que no puede vivir sin la leche de vaca, busque sustituirla con leche vegetal y encuentre proveedores de semillas de almendra o marañón para hacer su propia leche en casa. Es muy fácil y muchas recetas se encuentran en línea.

7. Busque blogs y recetas en Internet, haga una pequeña investigación en Google de recetas veganas y cómo preparar sus ingredientes favoritos. Contrario a lo que muchos piensan, pasarse al veganismo es abrirse a un mundo nuevo de mucha creatividad culinaria, texturas, sabores y colores. Las opciones libres de crueldad son muchas.

8. Si del todo no puede eliminar por completo los productos animales de su plato, intente hacerlo poco a poco. Aplicar esto una vez a la semana como la iniciativa internacional del “Lunes sin carne” le da un respiro a su cuerpo y al planeta.

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