Quemar pastizales o cultivos antes de sembrar es contraproducente. No solo vuelve menos fértiles los terrenos sino que las partículas tóxicas se pueden llegar a mezclar con el agua subterránea y perjudicar tanto la salud como la economía de los humanos.
Las quemas de charral descontroladas suelen ocurrir entre marzo y abril (meses más secos) en Guanacaste y, normalmente, derivan en incendios forestales.
Entre 1998 y 2014, el 78% de estas emergencias a nivel nacional ocurrieron en la provincia y estuvieron relacionadas con el uso de fuego para la agricultura, según estadísticas del Sistema Nacional de Área de Conservación (Sinac).
Los especialistas en agricultura y geología, así como algunas investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), coinciden en que el fuego elimina los nutrientes y especies de insectos que fertilizan la tierra, lo que termina en cosechas más débiles.
Terrenos poco productivos
El geólogo de la Universidad de Costa Rica, Allan Astorga, indicó que la primera capa del suelo es la más afectada, pues allí se encuentran los principales nutrientes que sustentan la vida de las plantas: fósforo, calcio y potasio, así como microorganismos vitales para la salud y oxigenación de la tierra.
“Las hormigas, lombrices y la materia orgánica que habitan en el humus desaparecen por completo cuando se quema”, sentenció Astorga.
Para el ingeniero agrónomo del Consejo Nacional de Producción (CNP), Rafael Piñar, la práctica de quemar primero el terreno para luego sembrarlo es una mala costumbre y es un mito que el fuego le aporta algo bueno al suelo.
“La cosecha se va a dar pero en menor cantidad y va a requerir de más abonos y fertilizantes”, agregó.
Piñar calculó que, bajo el sistema de quemas, la producción agrícola de una parcela puede disminuir entre un 75% y un 90%.
Según la FAO, cuando se realizan quemas, el suelo pierde humedad y esto provoca un bajo rendimiento de los cultivos. Confirma también que el suelo se erosiona. Es decir, se desgasta y se vuelve menos fértil para los cultivos.
Sin embargo, el Ministerio de Agricultura y Ganadería permite algunas quemas para la agricultura en condiciones muy controladas y con un permiso previo.
Agua y salud en riesgo
Astorga advirtió que el riesgo de contaminación de los mantos acuíferos es mayor cuando se quema semanas antes de la temporada de lluvias.
“La cenizas y dioxinas [partículas tóxicas] que quedan en el suelo, se infiltran debajo del suelo cuando llueve y pueden contaminar las aguas subterráneas”, explicó Astorga.
Esta contaminación de reservorios de agua afecta la salud de personas y animales cuando se consume, e incluso a provocar que desaparezcan nacientes de agua, dijo Piñar.
“Las dioxinas pueden provocar problemas de reproducción y desarrollo, afectar el sistema inmunitario, interferir con hormonas y, de ese modo, causar cáncer”, coincide también la Organización Mundial de la Salud (OMS), en un artículo publicado en 2016.
Apaguemos el mito
Cuando usted decide chapear en vez de quemar, ayuda a mantener la biodiversidad de flora y fauna, y permite también la regeneración natural de los suelos, señala la publicación de la FAO.
“Un terreno que ha sido quemado necesita entre tres y cuatro años para regenerarse”, declaró Piñar sobre el tiempo que debe dejarse inhabilitada una parcela para que pueda recuperarse.
Una recomendación que hace el ingeniero del CNP, es que los agricultores utilicen sistemas de corta de malezas alternativos, como las motoguadañas o chapeadoras mecánicas que facilitan la labor y no perjudican al suelo ni al ambiente.
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