Nicoya, COVID-19

Barra Honda: una maravilla escondida en Nicoya que renace por la crisis de la COVID-19

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A 22 kilómetros del centro de Nicoya yace un cerro milenario de herencia chorotega, albergue de los primeros rastros de las civilizaciones mesoamericanas. Lo que hace 60 millones de años eran corales bajo el mar, hoy son piedras cálcicas gigantes que piden ser recorridas y descubiertas: el Parque Nacional Barra Honda abre sus puertas para trasladarnos a las entrañas más profundas de la bajura guanacasteca. 

El cerro de Barra Honda es una área de conservación fundada en 1974, dedicada al sostenimiento del amenazado bosque seco nicoyano. En sus adentros, el parque cuenta con al menos 36 cavernas subterráneas formadas desde hace millones de años, cuando la bajura que hoy caminamos era el mismísimo océano. La mitad de ellas siguen sin ser exploradas en su totalidad y los turistas pueden visitar únicamente dos. 

El parque tiene una magia inexplicable que atrae a todas las personas que pisan sus terrenos. Además de las cavernas, cuenta con caminos para explorar, cascadas, miradores y una biodiversidad incontable. Barra Honda es un destino que debería ser imperdible al pasar por el sur de Guanacaste. 

Sector de Las Cascadas en Barra Honda | Yamlek MojicaFoto: Yamlek Mojica

Con la crisis de la COVID-19, esta tierra inigualable ha visto sus peores días. El futuro de Barra Honda tambalea entre que en el 2020 todos los parques nacionales dejaran de recibir visitación por cinco meses, a raíz de las medidas sanitarias por la crisis sanitaria, y que la Asamblea Legislativa redujo más de un tercio en el presupuesto de las áreas de conservación. 

La crisis económica del parque y la aún constante falta de turistas obliga a sus funcionarios a buscar alternativas para seguir resguardando las 2.229 hectáreas de área protegida a su cargo. El administrador del parque, Dorian Méndez, afirma que es la peor crisis económica que la institución ha experimentado en la última década. 

Un cerro local golpeado por la crisis mundial

Una de sus mayores dificultades, cuenta Méndez, es el recorte de la gasolina para el patrullaje del área: de ¢70 mil que recibía el administrador al mes en el 2019, ahora recibe unos ¢24 mil. Un 65,7% menos.

El parque sigue requiriendo los mismos cuidados que antes del COVID. Los incendios y la caza ilegal siguen pasando. No podemos dejar de monitorear y desprotegerlo”, afirma Méndez. 

La crisis también obligó a cerrar los programas de voluntariado y todas las investigaciones científicas que estaban en curso en marzo del 2020. De no ser por sus cuidadores, Barra Honda podría quedar a la mano de las tormentas y los cazadores ilegales que llegan a quemar los terrenos aledaños, afectando las zonas protegidas. 

Crédito: Ariana CrespoFoto: Archivo

Por esta razón, los funcionarios decidieron hacer patrullajes a pie, para lograr cubrir todas las áreas sin tener que usar gasolina que no tienen. 

Eso sí, caminar en Barra Honda no es cosa fácil. El cerro cuenta con cientos de metros de caminata elevada, que cansan al menos un poco a cualquier explorador experimentado. Los funcionarios y guías saben esos trayectos como la palma de su mano, los recorren al menos una vez al día.

Para el público, el camino más largo consta de cuatro kilómetros de ida y regreso, y lleva a las cavernas y al mirador Nacaome. Los patrullajes son muchísimo más largos y el camino es aún más difícil; los guardaparques deben llegar de la forma que sea a las zonas que solo los cazadores podrían llegar.  

“Es la forma innovadora que tenemos que hacer ante la situación tan dura que enfrentamos”, afirma Méndez. 

Una comunidad que depende del cerro

Antes que Barra Honda quedara desolado por la COVID-19, el parque empleaba al menos 8 guías turísticos y atraía cientos de clientes a hoteles y restaurantes en los alrededores del área. Durante meses, relata el administrador, todas esas personas dejaron de recibir ingresos en su totalidad.   

Era muy difícil saber que los guías se estaban quedando sin trabajo, no estaban recibiendo ningún ingreso. Pasaron de tener una vida normal, con ingresos muy buenos, a no tener nada que comer”, lamenta Méndez. 

Para la comunidad, los días oscuros no fueron el final, sino una nueva oportunidad. Aunque tenían graves problemas económicos, en los días de cierre lograron recibir capacitaciones y hacer planes de adaptación para cuando el parque abriera sus bosques nuevamente. 

Los guías sabían que desde ese momento su trabajo iba a ser distinto. Debían aplicar nuevos protocolos sanitarios, adaptarse a tener límites en las caminatas que podían ofrecer y tratar de atraer a los turistas costarricenses, uno de sus públicos más difíciles.  

Parte de los guías turísticos que trabajan diariamente en el Parque Nacional Barra Honda | Crédito: Dorian Méndez

Desde mediados de julio del 2020, el Ministerio de Salud permitió el acceso a turistas en Barra Honda, con la condición de tener las cavernas cerradas. Los guías, que ya estaban preparados para ese tipo de medidas, comenzaron a hacer tours guiados a ¢2.000 por persona para recibir algún tipo de ingreso.

El primer día de la reapertura, me cuenta el administrador, solo llegaron un guía y dos turistas.

 Era la primera vez que una familia de Barra Honda recibía un ingreso en casi tres meses. En ese entonces ¢4.000 representaba una libra de arroz y una de frijoles con las que esa familia no contaba. Llegar a ese punto nos hizo repensar todo”, relata Méndez.

El “llegar a ese punto”, afirma el coordinador, hizo que el Parque, junto a los guías, hicieran convenios con negocios de las comunidades aledañas para vender tours atractivos a turistas costarricenses que querían visitar el parque durante la nueva normalidad. De esa idea nació Namatours, una pequeña tour operadora dedicada a que las personas vivan la experiencia total de entrar a la magia de Barra Honda. 

Los guías ahora no solo ofrecen los recorridos dentro del Parque Nacional, sino que venden paquetes todo incluído con estancia, visitas a restaurantes tradicionales de la zona, talleres de tortillas nicoyanas y hasta presentaciones de bailes folclóricos guanacastecos. 

A finales del 2020, como si fuera un regalo de navidad, el Ministerio de Salud autorizó abrir una de las cavernas para turistas. En la actualidad, aunque la visitación todavía es muy baja, la comunidad va sanando los estragos profundos de la crisis. Los turistas pueden adentrarse a las entrañas de la tierra dentro de las cavernas y los guías pueden pensar nuevamente en lograr una vida estable, haciendo lo que más aman. 

Hoy los caminos de Barra Honda están más verdes que nunca. Los animales, que recibieron una pausa necesaria del ajetreo humano, están más activos que en otras ocasiones y las especies crecen como siempre. El bosque respira y a través de sus sonidos da la bienvenida a aquellos turistas que son atraídos inevitablemente por su imán extraordinario.

Como su mismo ecosistema, que en algún momento estaba lleno de potreros y millones de años antes era parte del azul del océano, la comunidad que depende de Barra Honda va regenerándose poco a poco. El camino que queda no es fácil, sin embargo es un reto que sus miembros quieren y van a afrontar. Barra Honda, una vez más, va reinventándose porque es su única forma de existir.


Lo que tenés que saber para llegar a Barra Honda:

  • La entrada a Barra Honda vale ¢1.000 +IVA. El tour hacia las cavernas cuesta ¢18.000 para nacionales y $42 para extranjeros, con entrada incluida. 
  • Hay dos caminos a realizar. El primer recorrido es hacia unas cataratas formadas por piedras cálcicas marinas al oeste del parque, que dura 2.5 kilómetros de ida y otros 2.5 de regreso. Este es recomendable para personas con poca condición física. El otro va hacía el mirador Nacaome y es de 4 kilómetros de ida y 4 de regreso. Si no querés caminar del todo, 200 metros después de la entrada hay una pequeña catarata para pasar el rato. 
  • Los tours solo pueden realizarse con reserva previa, pero debido a las lluvias del 2020, Barra Honda no cuenta con Internet residencial o línea fija telefónica. Por lo tanto, debés escribir al WhatsApp: +506 8539-1010 o al correo electrónico: [email protected] 
  • Si tenés vehículo 4×4, podés evitar la primera mitad de la caminata hacia las cavernas, sin embargo, asegurá muy bien que tu vehículo sea capaz de adentrarse a terrenos tan precarios, pues es muy fácil quedar atorado.
  • Para bajar hacia las cavernas, debés descender por una pequeña escalera de 17 metros de altura. Antes de apuntarte a las cavernas, asegurá que tenés condición física suficientemente buena para bajar y subir tantos metros y que las alturas no te provoquen ataques de pánico mientras escalás. 
  • Si querés hacer alguna donación para el cuido del parque, podés contactar al Área de Conservación Tempisque: +506 2686-4967 o al correo electrónico: [email protected].

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