Regional, Nicoya

AyA reconoce que planta de tratamiento contamina Río Grande

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Es medio día y bajo el sol abrasador en Nicoya fluye un canal con agua de color verde musgo, el cual aparece primero como una espuma jabonosa y luego desciende por un canal de cemento hasta caer al Río Grande.

Este desagüe lleva ya varias décadas de existir pues desde 1974 la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Acueductos y Alcantarillados (AyA), ha vertido los líquidos residuales en el cauce del río en el sector del Barrio Matabuey en Nicoya. Esta planta de tratamiento recibe los desagües de la ciudad através del alcantarillado sanitario. Actualmente Nicoya tiene una población aproximada de 12 mil habitantes.

Históricamente, el Río Grande ha sido una de las principales riveras nicoyanas y aunque ahora su caudal no es el mismo de otras épocas, continua siendo un afluente importante del Río Morote, el cual desemboca en el Golfo de Nicoya y beneficia a comunidades de Hojancha y Nandayure.

Álvaro Araya García, director de Gestión de Sistemas Periféricos del AyA, explicó que los fluidos que ingresan a la planta son depositados en una de las dos lagunas y ahí se transforma la materia orgánica y fecal en compuestos simples y microalgas de color verde que son amigables. Sin embargo, Araya reconoció que aunque la planta reduce la contaminación que genera la población de la ciudad colonial, “en el caso de Nicoya la PTAR no está cumpliendo con límites que nos pide la normativa”.

El pasado seis de junio de este año, La Voz tomó una muestra del agua que sale de la laguna y cae al río, y según los resultados del Laboratorio de Microbiología de Aguas de la Universidad de Costa Rica (UCR), muestran que la cantidad de coliformes totales y de coliformes fecales fue en ambos casos de 1600 microorganismos por cada 100 mililitros de agua.

De acuerdo a los parámetros que establece el Reglamento para la Calidad del Agua Potable, publicado en mayo de 2005, las muestras no cloradas con valores de coliformes fecales iguales o mayores a 1,8 microoganismos no se consideran potables.

Sergio Núñez, subgerente regional de AyA, explicó que el objetivo de las PTAR es cumplir con la ley del canon de vertidos que establece el Ministerio de Ambiente (MINAE). “No es agua para consumo humano. Se le da el tratamiento para que pueda ser vertida en los diferentes cauces”, afirmó Núñez.

El Reglamento del Canon Ambiental por Vertidos, que entró en vigencia en el 2008, es un instrumento económico de la regulación del ambiente, que se fundamenta en el principio de quien contamina paga, por lo que permite a cualquier ente generador de contaminación, en este caso el AyA, verter los fluidos al río siempre y cuando pague al MINAE la suma correspondiente.

Esmeralda Vargas, funcionaria de la Dirección de Aguas del MINAET, explicó que Lagunas de Nicoya (ente generador) del AyA paga trimestralmente a la institución 477,379 colones por verter los fluidos al Río Grande.

Dicho monto se calcula según la cantidad de volumen que se arroja a la fuente de agua, así como los datos de la calidad del agua vertido.

Por su parte, Larry Orozco, encargado de la oficina del AyA en Nicoya, mencionó que presentan informes operacionales trimestrales al Ministerio de Salud sobre los niveles de la calidad del agua de las Lagunas.

La Voz intentó conseguir el último reporte trimestral enviado al Ministerio de Salud por el AyA, sin embargo al cierre de esta edición ningún funcionario entregó la información solicitada.

Plan remedial hasta 2015

Aunque los funcionarios del AyA explicaron que el plan remedial ya esta en marcha para la planta en Nicoya, hasta el 2014 se contarían con los estudios correspondientes y posiblemente hasta 2015 se empiecen las obras de un nuevo edificio.

Araya aseguró que en estos momentos se está licitando un estudio que pretende analizar, desde un punto de vista integral, el manejo de aguas residuales de la ciudad de Nicoya, así como la cobertura de alcantarillado sanitario.

Además, Orozco indicó que ya el AyA compró un terreno a la par de los actuales para utilizarlo en las obras de mejoras del sistema de aguas residuales de la ciudad.

Vecinos preocupados

Mientras tanto, los vecinos que viven frente a las lagunas del AyA manifestaron su preocupación por la salud de ellos y la de sus familias, además de los fuertes olores que emanan de las lagunas, sobre todo en época de invierno.

Tamara Fonseca manifestó: “El olor es muy desagradable y en veces insoportable.  Tenemos que estar con la puerta cerrada para que no entre”.

Dinia Mayorga, otra vecina, concuerda con el riesgo de la planta. “Es una contaminación y creo que la solución sería cambiar la ubicación”, opinó.

Por su parte Araya dijo que: “Los vecinos que se han quejado son los que la Municipalidad ubicó hace algunos años frente a la planta. Le recuerdo que hace unos 40 años cuando se construyó la PTAR, se ubicó en un lugar relativamente alejado de la población, pero con los años la población se ha ido acercando hasta el punto de estar a la par de la planta”, aseguró. 

En tanto, Nelson Gamboa, Presidente de la organización ambiental local Nicoyagua, manifestó que por años le han pedido al AyA un estudio del balance hídrico de la zona, así como reportes de los análisis químicos del agua, pero todavía no tienen respuesta.

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