Identidad

Cataratas Viento Fresco, un nombre que lo dice todo

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El hielo de la catarata Arcoiris, que viene desde la montaña, me contrae todos los músculos desde que pongo el pie en el agua. A las 3 p. m. el sol ya no llega a la poza así que no hay refugio posible: después de los primeros cinco pasos, lo mejor es aceptarlo, sumergirse y dejarse llevar por el sonido sordo de la caída de 75 metros de agua.

Alrededor de esta, la tercera de las cuatro cataratas de Viento Fresco en Tilarán, hay un valle donde puede sentarse a comerse su sánguche de atún y recargar las energías perdidas en la bajada hasta acá.

La poza no es profunda, por lo que los niños suelen nadar y hasta entrar a la catarata siempre que sus padres estén cerca. También hay un servicio sanitario y un vestidor en el que duerme un perro que no es bravo, pero que yo preferí no despertar.

Viento Fresco es una atracción completa que cada quien decide cómo vivir. Si quiere hacer ejercicio, la cantidad de subidas y bajadas le van a recordar hasta el último tendón de su cuerpo. Si quiere ir en plan tranquilo, puede bajar a la primera catarata (a menos de 100 metros de la entrada) y ver el chorro cayendo mientras prepara el pic nic.

No es recomendable llevar maletas incómodas o muy grandes hasta la tercera catarata porque hay que caminar unos 400 metros en picada para llegar. Aunque el camino para llegar a cada una parece recién salido de un terremoto (un guindo aquí, otro allá), todo el recorrido está acompañado por mecates y barandas de plástico.

Por eso, si va a llevar algo, procure que sea liviano y que pueda cargarlo en la espalda, para que tenga las manos libres.

En total son cuatro caídas de agua, cada una más impactante que la otra: el esfuerzo de llegar hasta la última, llamada El Tobogán, vale la pena. Aquí puede sentarse sobre las piedras a recibir la caída del agua en la espalda. Si no hay mucha gente, el lugar está tan escondido y silencioso que hasta puede meditar sobre alguna roca.

Un tropiezo de suerte

Asdrúbal Álvarez encontró la primera catarata por casualidad, después de que su padre Víctor Álvarez compró la finca, hace más de quince años. Lo quebrado del terreno llevó a la familia Álvarez Durán a pensar que podían haber otras y así fue.

Decidieron abrir el acceso al público por la gran afluencia de turismo hacia Monteverde, que queda a 25 kilómetros del lugar. Desde que que formó esta microempresa familiar, han ido incorporando nuevos servicios, como paseos a caballo y paquetes turísticos que incluyen el almuerzo en el restaurante.

Aunque todavía hay algunos parches de potrero, la familia ha dejado que se vaya recuperando el bosque. El charral ya está retomando su espacio y el bosque ya se observa en las orillas de los ríos.

Lleve:

  • Tenis muy cómodas
  • Suficiente agua
  • Algo para picar
  • Vestido de baño para entrar a la poza

Tarifas (actualizadas a abril, 2021):

  • Entrada a la catarata: $17 extranjeros, ¢3.500 nacionales (¢3.000 estudiantes)
  • Paseo a caballo: $70 (mínimo dos personas, almuerzo incluido)

Contacto:

Teléfono: 8383-1178 / 6424-2359

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Nota del redactor: Esta nota fue editada posterior a su publicación para actualizar las tarifas al 2021, así como la información de contacto. 

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