Los arrecifes coralinos tienen gran importancia para las comunidades costeras. Como son el hábitat de hasta 4.000 especies de peces distintos, pueden sustentar la pesca comercial y artesanal, así como el turismo con actividades como snorkel.
Su amplia diversidad de colores, que los hace tan atractivos, es otorgada por microalgas llamadas zooxantelas. La interacción entre los corales y las microalgas es vital para la supervivencia de la colonia, pues los corales dependen del alimento generado por las zooxantelas al hacer la fotosíntesis, lo que les ayuda a desarrollarse y crecer. Por otro lado, los corales devuelven el favor, al proporcionar compuestos que las microalgas necesitan para hacer la fotosíntesis.
Los corales saludables actúan como barreras que protegen las costas de las olas, tormentas e inundaciones. Pero cada vez más los amenazan las enfermedades, la contaminación y la destrucción del hábitat. Este año, una vez más, se suma a las amenazas el aumento de entre 0.5 y 2º de la temperatura promedio del océano por el fenómeno de El Niño.
Con este incremento, se rompe la relación simbiótica entre el coral y las microalgas. Como resultado, los corales pierden sus vistosos colores y se ven blancos. Más allá de ello, esto significa que tienen dificultades para crecer o reproducirse. Eventualmente ocurre lo peor: mueren.
En Costa Rica, estos efectos se han comenzado a observar en arrecifes de distintas zonas del Pacífico, como los de Sámara, la Isla del Caño, Isla del Coco y Bahía Salinas.
Eventos de alta intensidad de este fenómeno han ocasionado altas mortalidades en los corales del Pacífico y Caribe de Costa Rica en los años 1982-1983, 1997-1998 y 2015-2016. Durante este fenómeno, se debilitan los vientos alisios, normalmente encargados de mover el agua caliente hacia el este, Australia y Asia, causando una acumulación de agua caliente en la cuenca del occidente del Pacífico.
Actualmente el fenómeno de El Niño tiene características de moderado a severo, pero la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOOA, por sus siglas en inglés) pronostica que sus efectos se incrementarán para octubre del 2023.
A ello se suma que la temperatura ha aumentado 0.6°C en los últimos 30 años, ocasionando un creciente calentamiento de los océanos. Para este año, julio alcanzó las temperaturas más altas nunca antes registradas. Es un panorama sin precedentes, que probablemente se vaya a repetir de manera más intensa conforme se desarrolle el fenómeno de El Niño y cuyos impactos van a percibirse aún en el 2024.
Hay ocasiones donde el coral se puede recuperar del blanqueamiento. Si las condiciones se normalizan por un tiempo extenso, las zooxantelas (algas) pueden regresar a los corales y devolverles sus colores y su vida, aunque esto puede tomarles décadas.
Por eso, es importante reducir nuestra huella de carbono para contribuir a evitar que los incrementos de temperatura anuales no superen 1.5°C. Individualmente, hay muchas maneras en las que se puede contribuir a estos objetivos. ¿Cuáles son algunas de las acciones que podemos tomar?
- Conservar y disminuir el agua que consumimos
- Consumir pescado y mariscos capturados de manera sustentable
- Revisar que los componentes de los bloqueadores, no presenten compuestos dañinos para los arrecifes.
Si bien es crucial reconocer el impacto que tenemos cómo individuos en los arrecifes, es claro que la responsabilidad mayor está en las grandes industrias, principales emisores de dióxido de carbono a causa de la quema de combustibles fósiles.
La conservación de estos ecosistemas y la mitigación del blanqueamiento coralino, agravado por El Niño, requiere colaboraciones y esfuerzos concretos. Se necesita manejar el cambio climático para mitigar efectivamente el blanqueamiento coralino, lo que requiere esfuerzos globales.
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Andrea Bogantes es estudiante de biología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
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