¿Cuántas veces no dejamos pasar las cosas? En la familia, en el trabajo o con nuestros amigos, es una costumbre que dejemos pasar los malentendidos, los problemas, las discusiones, sin hablar. Pasan días, meses y años sin que se hable de aquello que inquieta, del enojo, de lo que pasó y de cuáles fueron los motivos.
Lo anterior puede que le lleve a preguntarse: ¿Por qué lo hago? ¿Por qué toda una vida me he pasado con ganas de decirle a mi familiar sobre cómo me hizo sentir todo lo sucedido y no tengo el valor?, es aquí cuando quizás llegamos a una gran conclusión y es que muchas veces el orgullo o la costumbre de dejarle al tiempo la solución de todo hace que nos olvidemos de la importancia de tener responsabilidad en todos nuestros actos.
Veamos esto más de cerca, tomemos en cuenta los siguientes dos puntos.
Primero: el orgullo carcome el alma y atosiga el pensamiento; sin embargo, aunque esto pasa luego de un conflicto las personas involucradas tienden a pensar que es el otro u otra quien tiene que dar el primer paso, o bien, proponga hablar sobre el tema.
En medida de lo posible, la persona va a tomar una postura de no ser quien da el primer paso ya que eso sería como aceptar que tuvo algo que ver en lo sucedido, posteriormente si uno de los dos toma la iniciativa de hablar el otro pensará que está exento de toda responsabilidad, haciendo al lado el hecho irrefutable de que para que exista un conflicto se necesitan dos personas como mínimo. Ambos son responsables de los sucedido; no obstante, por la negación de la corresponsabilidad (responsabilidad de ambos) se suele adoptar una conducta de víctima y de negación participativa en el problema.
Segundo: hay un cierto matiz de “dejación” en la persona y de esperar a que el tiempo se ocupe de todo ya que suele pasar de que luego del problema con un familiar se pretende seguir adelante, sin hablar al respecto ya que se convive con la idea de que puede resultar muy tedioso o desgastante.
Ante este panorama, que muchas veces es más desalentador que el mismo problema, las personas colocan una pared que les impide hablar acerca de las tres cosas más importantes luego del conflicto:
- Las causas,
- Las consecuencias
- Las soluciones del conflicto
Lamentablemente, se tiende a tratar de pensar en que nunca ocurrió el conflicto, es decir ocurre la negación del mismo.
De manera que, en las relaciones humanas, los conflictos han existido y existirán siempre, el asunto está en cambiar la manera en que vemos y actuamos el conflicto.
Es necesario dejar de sentirnos culpables y más bien sentir responsabilidad por los mismos; además es necesario dejar de pretender que el resto sientan culpa. La culpa es un sentimiento que carcome el alma y el pensamiento nos aleja de la libertad que nos brinda el asumir nuestra responsabilidad en las acciones que realizamos y, por lo tanto, si tenemos un conflicto significa que para sentirnos libres es necesario que asumamos una participación, una responsabilidad en el mismo; solo así podremos llegar a la aceptación y por defecto a la resolución del mismo.
Comentarios