Es muy probable que si hacés un mandado en el centro te topés alguna pared con la pintura de un pollo muy sonriente sosteniendo un muslo con papas fritas. O si visitás alguna playa no es extraño que te reciba en la fachada de una soda el dibujo de un pescado comiendo ceviche, invitándote a pasar adelante.
Son estampas comunes de la gráfica popular: ese diseño publicitario callejero que adorna talleres, bares, salones de belleza y cualquier tipo de comercio que te podás imaginar.
La creatividad y el talento de las personas guanacastecas que las diseñan es incuestionable pero muchas veces, en nuestra rutina diaria, estas pinturas pasan desapercibidas.
El proyecto ideado por la muni, vecinos y comercios de la comunidad ha forrado de murales el centro de Bagaces
Desde hace algunos años existen proyectos por toda Latinoamérica que trabajan para que la indiferencia o el paso del tiempo no borren para siempre este arte que habla mucho sobre nuestros pueblos.
Una camino de dibujos
Juan Manuel Betancourt es un diseñador gráfico venezolano que llegó a Costa Rica en el año 2003. En aquel año, caminaba todos los días por el corazón de San José para llegar a su trabajo. Durante ese recorrido a pie empezó a fotografiar el dibujo de un personaje que le llamó mucho la atención: el pollo frito. Poco a poco fue recopilando material de distintos rótulos y tipografías en los comercios hasta que decidió que debía hacer algo con todo eso.
En el 2012 se me ocurrió la idea de llevar el proyecto a algo más sólido como una revista sobre la identidad y gráfica popular”, recuerda Betancourt.
De esa inquietud nació Iden-Tica, una revista que ha publicado siete ediciones sobre la gráfica popular costarricense con la idea recopilar estos trabajos y revalorizarlos.
El diseñador explica que la gráfica popular es un estilo de publicidad utilizada en comercios que apuntan a un público de clase media y baja. Por lo general es pintado por rotulistas, muchas veces anónimos, con niveles de educación baja y que han aprendido el oficio de manera empírica.
“Para mí, es una expresión popular de arte bastante auténtica hacia la comunicación visual y publicitaria. Es algo que pertenece a nuestra cultura, a nuestra idiosincrasia, a nuestra cotidianidad, pero muchas veces pasa desapercibido porque lo ves todo el tiempo en las paredes, no lo ves con el valor que realmente tiene”, asegura Betancourt, quien cambió los barrios josefinos por la costa de Tamarindo desde hace año y medio.
Iden-Tica recibe, a través de su cuenta de Instagram, imágenes de todos los rincones del país. Pero al vivir acá, Betancourt ha notado las particularidades de la gráfica popular guanacasteca.
Santa Cruz, Ciudad de México, Lima
Cuando miras uno de estos dibujos entendés mucho de la comunidad: su forma de comer, de divertirse, las costumbres del lugar y su paisaje.
“En este lado que es más caliente, más playa, más tropical, se nota más la presencia de fauna en el estilo de rotulación. Hay mucha identidad relacionada con el tema de toros o toda la fuerza criolla que existe en Santa Cruz”, explica Betancourt, y aclara que este no es un fenómeno únicamente de Guananacaste o Costa Rica, si no que “es algo que nos pertenece mucho a Latinoamérica”.
En Perú utilizan tipografías con trazos muy propios de la cultura japonesa (muy presente en ese país) y con colores fluorescentes para que resalten ante los grises días limeños.
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“La gráfica de República Dominicana tiene mucho sabor, está lleno de mujeres voluptuosas y es muy erótica” afirma Betancourt.
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En cada país o pueblo existe algún rotulista local con un estilo característico que está influenciado por el entorno en el que vive.
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El proyecto colombiano Popular de Lujo además de documentar la gráfica de su país también ha podido visibilizar a los rotulistas que están detrás de cada arte y hablar sobre su vida y su estilo gráfico. Un esfuerzo que Iden-Tica ha hecho pero ha sido muy difícil de concretar.
Estos pintores anónimos son difíciles de contactar, siempre hay mucho misterio detrás de todos estos rotulistas”, afirma el diseñador.
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Rotulistas en tiempos de impresión
Jaennier Zúñiga es uno de los responsables de varios de estos rótulos que pueblan las paredes de Nicoya, el lugar donde nació.
“La gráfica callejera yo la inicié desde que estaba en el colegio. Me di cuenta de que poseía el don y entonces los profesores me empezaron a motivar. Ahí me empecé a ganar la plata muy joven, como a los 12 o 13 años”, recuerda el rotulista.
Durante su carrera vivió una época de bonanza, tenía mucho trabajo en todas las costas a finales de los 80. No olvida el día cuando empezó a tomar encargos en playa Flamingo, esa misma tarde en le pidieron 70 rótulos. Pero todo ‘se puso difícil cuando entró la tecnología’, explica Zúñiga.
La impresión en banners abarató mucho los costos y le robó mercado a rotulistas como Jaennier. Le pasó lo mismo a Miguel Cubero, un liberiano de 58 años autor de muchos de los rótulos que adornan los locales de la ciudad blanca.
Ambos coinciden en que este nuevo rival al que se enfrentan les ha dado batalla pero no hará desaparecer su oficio.
“Se daña muy rápido la tinta y se resecan. Yo lo he visto, se rajan todo y se dañan, cinco o seis meses y ya se están desbaratando” explica Cubero, que tiene la agenda llena y encargos en La Cruz, Cóbano, Las Juntas, Miramar…
Más allá de un tema material, Juan Manuel Betancourt cree que el rescate de la gráfica popular ha abierto los ojos a otras personas para que tengan una percepción distinta de este tipo de arte.
A Cubero, por ejemplo, hace poco lo contrató una empresa grande de refrescos para que enviara propuestas de distintas tipografías para su nueva campaña de publicidad.
“Yo siento que más bien en estos momentos la gráfica popular ha tenido un repunte. El tiempo terminó demostrando que ese tipo de impresiones no perdura, no tiene presencia, no tiene sabor, no tiene magia”, comenta el diseñador.
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