Especiales

Jennifer Powers: tras la conservación de su segundo hogar

This post is also available in: English

El calor en el bosque seco guanacasteco va adhiriéndose en las entrañas. Entre más avanza la llanura que parece marchita, la respiración se hace más y más caliente. La piel comienza a sudar y el cabello va enchinándose involuntariamente ante la humedad del entorno. Para Jennifer Powers eso es el sinónimo de un buen día. 

Jennifer es una bióloga y ecologista estadounidense que ha invertido casi 30 de sus 53 años de vida en la conservación de los ecosistemas de Liberia y La Cruz. Es en el campo, sumergida entre las especies que esconde el bosque seco, donde se siente más viva.

En los noventas vino a Costa Rica como parte de un grupo de biólogos que investigaba los ecosistemas secos del norte del país. Fue entre los caminos polvosos y el ruido de las chicharras del bosque donde se enamoró de lo que ahora es su segundo hogar.

Ahí decidió que intentaría encontrar las respuestas a los misterios del clima seco. No ha sido fácil: por cada novedad que su equipo descubre, vienen más preguntas. Es ese ciclo constante de necesidad de información lo que más la atrae a la región.

El bosque seco es un ecosistema demasiado fascinante. Tiene patrones tan únicos e interesantes, con especies de animales y plantas tan diferentes al resto del mundo. No hay otro lugar como este”, dice Powers en una entrevista vía Zoom, mientras viaja por Brasil estudiando los ecosistemas secos de ese país con una beca de investigación que ganó.

En la llamada muestra varios dibujos de ecosistemas brasileños con los que se ha topado durante la exploración. Cada vez que puede dibuja los bosques que estudia. Eso le ayuda a inmortalizar vegetales y animales con las que se encuentra.

Jennifer tiene una sonrisa constante y una voz agradable. Cuando habla de Costa Rica o de sus investigaciones se iluminan sus ojos. “Todo lo que estoy aprendiendo me hace querer regresar ya a Guanacaste”, dice entre risas.

Luchar contra los efectos climáticos

Jennifer Powers divide su tiempo entre investigar en Costa Rica y dar clases de biología en la Universidad de Minnesota. Desde su rol como profesora hace que los trabajos de campo de sus estudiantes sean en Guanacaste, para que más personas y futuros profesionales giren sus cabezas a la importancia de los ecosistemas en esta región.

En el país también fundó The Powers Lab, una pequeña estación científica cerca de la comunidad de El Triunfo, entre La Cruz y Liberia, que estudia de cerca los comportamientos del bosque que tanto la atrajo en su juventud.

Su equipo está conformado por costarricenses de la comunidad. Además parte de su trabajo es tener conversaciones a profundidad con los miembros de las comunidades aledañas sobre temas de conservación y cambio climático, para que sean ellos los que contribuyan principalmente a mitigar los efectos dentro de sus entornos.

En el laboratorio el equipo investiga temas como la relación entre el cambio climático y el crecimiento de las plantas en los ecosistemas secos, la forma en que los desastres naturales impactan los tipos de suelo y el uso de nuevas formas de agricultura a favor de la conservación ambiental en Guanacaste.

Jennifer, por ejemplo, investigó el impacto directo de las sequías severas, como el del fenómeno del niño en el 2015 en los árboles del bosque seco. En el proceso descubrió que durante las sequías los árboles enfrentan problemas de crecimiento y esto puede provocar la muerte de las especies.

Las investigaciones de ella [Jennifer] toman en cuenta que la comunidad tiene que saber cómo les afecta el cambio climático. Ella no viene a hacer su investigación y se va. Toma mucho en cuenta el rol de la gente en la conservación”, dice Daniel Pérez, uno de los coordinadores del proyecto investigativo de Jennifer en Guanacaste.

Daniel es probablemente su mano derecha en Costa Rica y la persona a cargo de las investigaciones cuando ella no está en el país. Daniel cuenta que después de conocerse en una gira de campo dentro del Área de Conservación de Guanacaste (ACG), Jennifer lo buscó por tres meses para que trabajaran juntos. 

Ella es así, persistente. Le parecía muy importante agregar una perspectiva nacional dentro de su investigación”, recuerda el también biólogo.

Apoyar a las mujeres en la ciencia

Jennifer recuerda que algunas décadas atrás los hombres eran los únicos que ejecutaban trabajos de ciencia y tecnología. El gremio asumía que ellos resisten mejor el trabajo fuerte de campo. Por eso, se siente afortunada. Pues existieron mujeres antes que ella que lucharon y crearon espacios para que científicas trabajen también en esos campos. Sin embargo su trayecto tampoco ha sido sencillo. 

Sabe que en áreas como la ciencia las mujeres sufren de discriminación por su género, nacionalidad, raza o edad. Por eso, dice, hace que los espacios donde labora sean espacios seguros para las mujeres que vienen después de ella.

No es fácil trabajar en un espacio dominado por hombres, claro, pero creo que al tener el poder de ser profesora o jefa, soy la persona que marca el paso para la cultura que quiero que las otras mujeres vivan”, cuenta.

Damaris Pereira, una liberiana asistente de investigación del proyecto de Jennifer, lo confirma. “Jennifer siempre nos apoya para que las mujeres también estemos ahí en el campo, investigando”, dice.

Jennifer trata de desmitificar los estereotipos que viven las mujeres en investigación. Su amor por el trabajo de campo es solo una forma de desafiar lo que otros creen que es cierto. Es tomar como revolución las ganas por seguir conociendo e investigando los misterios de su segundo hogar, mientras impulsa a las personas guanacastecas a acompañarla en ese viaje.

 

Este perfil de Jennifer Powers se construyó con entrevistas con Jennifer Powers, Daniel Pérez y Damarys Pereira, miembros del grupo investigativo de Jennifer en Costa Rica e investigaciones publicadas por Powers sobre el bosque seco.

Comentarios