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La cubana que quiere gritarle al mundo su historia

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Eyennys Cruz no es periodista, pero se encarga de dar las noticias al resto de los cubanos con los que convive en el gimnasio del Colegio Nocturno de La Cruz, pues ella goza de un celular con Internet.

No hay minuto del día que no desea leer en su teléfono que ya las fronteras de Nicaragua se abrieron para poder seguir su camino y llegar a Texas, en donde espera poder trabajar de lo que sea y traerse a su hijo de 6 años que dejó en Cuba con su madre.

Aunque viaja sola, sin ningún familiar, no le tiene miedo a la vida ni mucho menos al trabajo. A sus 24 años -que podrían ser más, pues los otros cubanos decían que se quita edad- se ha dedicado a comprar ropa en Ecuador y venderla en Cuba.

Su cabello es rubio artificial, de ese que es color amarillo intenso, con el contraste de las raíces negras. Sus ojos son verdes, con una mirada pícara que demuestra mucha escuela de la vida.

No tiene pelos en la lengua y está cansada de la censura. Se nota que tiene carácter y que no es fácil de dominar, pero también se ve que desborda deseo de superación y de poder ser dueña de sus cosas.

«En Cuba ni una bicicleta puedo tener. Yo quiero tener mis cosas y ser libre. Estamos presos en esa isla, un perro viaja más que nosotros. Quiero libertad. En Cuba jamás podría sentarme y decirle todo esto a un periodista», expresó Cruz.

El resto de los compatriotas que escuchaban sus declaraciones, le decían que debía ser más cautelosa con sus palabras; sin embargo, el cansancio emocional llegó a su tope y la cubana solo quiere gritarle al mundo su historia. «Me encanta salir en los noticieros».

Este es el casquillo de un arma AK-47, que utilizó el ejercito de Nicaragua para frenar el ingreso de los migrantes cuabanos.

Trágica parada

Desde el 28 de setiembre salió de la Isla directo a Ecuador, en donde se quedó casi dos semanas para planear con un coyote su viaje  en tierra para llegar a los Estados Unidos.

El primer choque emocional que tuvo que soportar fue el nerviosismo de pasar Colombia sola, pues desde que estaba en su país escuchó muchas historias de mujeres violadas, que afortunadamente no fue el caso de ella.

«Lo que sufrí en Colombia fue con la extorsión de dinero. En Colombia los policías se tiran desde los árboles de mango para pedirte dinero. ¡Hasta las lagartijas te cobran en ese país! Unas amistades tuvieron que pagar $2.500 porque sino los policías le robaban a la niña, eso es una injusticia», dijo Cruz.

A pesar de las mordidas que dice tuvo que pagar a los oficiales colombianos, el espanto más grande que vivió fue el 14 de noviembre cuando Nicaragua decidió cerrar las fronteras con fuerzas militares.

«Yo nunca había visto militares disparando, ni tantos helicópteros volando. Hasta a una periodista de Nicaragua le pegaron tremenda bofetada. El gobierno nos dio fuego», agregó.

Agarra de nuevo su teléfono, pues otros cubanos que vivían en Estados Unidos le informaban que había una posibilidad de tomar un avión y llegar a honduras, para llegar hasta norte. Por  ahora, saca cuentas y se preocupa por el dinero pues ya gastó $4.000 y por su sueño de llegar al norte, que todavía no se cumplió.

 

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