General, Estilo de vida

Los dos lobos

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Un anciano indio cheroqui le dice a su nieto:

“Dentro de cada uno de nosotros hay una batalla entre dos lobos. Uno representa el MIEDO, que nos causa ansiedad, preocupación, incertidumbre, indecisión y pereza. El otro representa la FE, que nos brinda calma, convicción, seguridad, entusiasmo, firmeza y acción.  El niño pensó un poco y preguntó:  ̔Abuelo, ¿cuál lobo gana?̕. El anciano respondió: ̔ EL QUE ALIMENTES ̕ ”.

Esta leyenda nativa norteamericana, que Gary Keller presenta con un pequeño giro en su libro The One Thing, me llamó la atención e hizo que me preguntara: ¿cuántas veces hemos abandonado un proyecto o un sueño porque la voz del lobo que representa el miedo fue más fuerte, y nos hizo creer que la meta era imposible? ¿Cuántas veces hemos dejado que esa misma voz negativa nos infunda ansiedad e incertidumbre, hasta aplazar una decisión importante por temor a las consecuencias?

La voz del lobo, que representa el miedo, ha estado presente en mi vida en muchas ocasiones; sin embargo, he aprendido que una vida con miedo es una vida a medias.

Cuando logramos callar esa voz negativa, que tiene el poder hasta de paralizarnos, y, más bien, dejamos resonar en nuestro corazón la otra voz, la que nos da la seguridad y la convicción de que todo va a estar bien, logramos cumplir nuestros sueños.

“No se olviden…sueñen”  ̶ nos dice el papa Francisco ̶ . Por ahí se les va la mano y sueñan demasiado y la vida les corta el camino, no importa, sueñen y cuenten sus sueños. Cuenten, hablen de las cosas grandes que desean, porque cuanto más grande es la capacidad de soñar y la vida te deja a mitad de camino, más camino has recorrido. Así que, primero, soñar.

Para cumplir esas grandes cosas que deseamos, y que en el presente son solo un anhelo, no alimentemos al lobo del miedo. Aprendamos a reconocer muy bien a nuestro enemigo para que, cuando su voz retumbe fuerte hasta invadir nuestros sentidos y pensamientos, tengamos la firmeza y seguridad para callarlo y decirle ¡NO! No con un no chiquito y tímido: más bien un no que lo haga temblar, bajar las orejas, esconder el rabo entre las piernas y buscar ocultarse lejos.

El poder de silenciarlo está dentro de cada uno. Nadie puede hacerlo por nosotros;  pero, cuando tengamos el valor de hacerlo, la fe nos inundará, dando paso a tener la capacidad de escuchar la voz del otro lobo, que a veces suele ser más tímida.  Si dejamos que la voz de la fe resuene alto y firme, podremos vivir en paz, y con la seguridad y la convicción de que todo va a estar bien.

La vida pasa en un abrir y cerrar de ojos. ¿Te acuerdas cuando eras un niño pequeño y aprendiste a hacer algo por primera vez? A mí me parece que fue ayer, y que  el tiempo voló  hasta llegar a este preciso momento. Así será, probablemente, cuando nos llegue el día de partir. Es importante, entonces,  hacernos esta pregunta antes de que ese momento nos asalte: ¿Qué lamentaríamos más: las cosas que logramos a pesar de las equivocaciones y piedras en el camino; o, por el contrario, las cosas que no hicimos, los sueños que no cumplimos, las palabras y sentimientos que no expresamos por prestarle demasiada atención al lobo del miedo?

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