Nicoya, Eventos

Marcha del orgullo LGBTIQ+ en Nosara: “Estamos en nuestra provincia, viviendo algo que pensábamos que estaba a años luz”

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La gente afuera del supermercado observa al grupo que se va reuniendo en el parqueo. Visten ropas coloridas, escarcha en sus caras, y banderas y pestañas de color. Son pasadas las 3:20 p. m. en el supermercado en el cruce de Santa Marta, en Nosara.

De repente, una mujer se baja de un carro y quienes observan a distancia dirigen entonces su mirada a ella: trae una enorme bandera de la diversidad como enagua y una camiseta que atrás dice “Abrazos de mamá”

Ella, Vitinia Varela, ve a unos 20 metros al grupo y se pregunta si su familia serán los únicos “locales” que desfilarán. La mayoría ahí parece, a simple vista, ser gente extranjera o nacional, pero pocos oriundos de Nosara, Nicoya o Guanacaste.

Esta es la primera vez que un pueblo de la provincia se organiza para marchar en el marco del Día Internacional del Orgullo. Quizás es por eso que algunas de las personas afuera del súper miran con recelo aquella escena. Les parece ajena.

El grupo caminará unos dos kilómetros, desde aquí hasta el bar Olgas, en playa Pelada. Vitinia viene hoy con su esposo Adolfo Murillo, su hija Ana María y Grace, una integrante del grupo que hace tres años la pareja fundó: Amor a la diversidad de Tila

De pronto, una voz interrumpe la música. El organizador del evento, Roberto Acuña, sube a una ambulancia de la clínica local Paradise Medical y dice:

Hoy le estamos diciendo a Costa Rica que en Nosara somos una comunidad en donde defendemos el respeto, el amor y la diversidad. Hoy estamos marchando por todos esos niños y niñas que en algún momento tienen miedo de sentirse diferentes”, dice. “Estamos diciendo que hay una comunidad que los apoya”. 

La ola de colores empieza a navegar por las calles de Nosara al son de uno de los himnos de la diversidad.

Qué fácil es atormentarse después

Pero sobreviviré

Sé que podré, sobreviviré

Dónde está nuestro error sin solución 

¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?

Ni tú ni nadie, nadie, puede cambiarme

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La gente camina con energía, a paso seguro y aguerrido por el carril derecho de la Ruta 160. Por el izquierdo pasan las motos, los tuk tuks, los automóviles y camiones. Una buena parte pita en son de respaldo. Otros, los menos, acuchillan con miradas los vestuarios, la escarcha, las banderas, las sombrillas coloridas, los carteles y los bailes. Al grupo nada lo desanima. Cantan, marchan y bailan al ritmo de la música electro-pop. 

Poco a poco, la masa de colores se va haciendo más grande. Al final de la tarde será de unas 150 personas y con varias más locales. 

[Esto] es estar aquí en nuestra propia provincia viviendo algo que pensábamos que estaba a años luz”, comenta Ana María Murillo, la hija de Vitinia y Adolfo, mientras marcha cobijada por una bandera. “Las personas LGBTIQ+ no solamente estamos en la GAM [Gran Área Metropolitana], también estamos en las zonas rurales, por todo el país”, agrega. 

Ana María está conmovida. Aunque ya ha participado en marchas del orgullo, esta es la primera de Guanacaste y ella es parte de la gente que está escribiendo esta historia. Aguanta el taco que tiene en la garganta. Por años, sintió que para ser una mujer abiertamente lesbiana tenía que salir de su pueblo, Tilarán, e irse a vivir a San José. 

Y así lo hizo. Después fue asumiendo su orientación, se lo contó a sus papás y ellos, de a poco, también iniciaron un proceso de aceptación. Ahora son un grupo de apoyo para familias y personas diversas de Guanacaste. Hoy llevan una manta que lo grita. 

El otro extremo de la manta lo carga Grace. Para ella, también oriunda de Tilarán, esta es su primera marcha del orgullo. 

“Al inicio me asustó un poco que fuéramos pocas personas y que nos dijeran improperios, pero después de sentirme tan acuerpada, con tantas personas y tanta alegría, me fui sintiendo más y más feliz”, relata. 

Hace tres años, conoció a Vitinia y a Adolfo y encontró en ellos un abrazo de familia y de aceptación.

Grace, Adolfo Murillo, Vitinia Varela y Ana María Murillo Varela viajaron desde Tilarán hasta Nosara para ser parte de la primera marcha del orgullo de la provincia. Foto: Rubén F. Román

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La marcha hace dos paradas. En la primera, el grupo se detiene sobre el puente bailey. Roberto Acuña sube a un carro y, mientras una chica sentada agita una bandera, él baila al ritmo de Ricky Martin. 

Upside, inside out

She’s livin’ la vida loca

She’ll push and pull you down

Livin’ la vida loca

Todos en la muchedumbre lo miran, lo graban, corean la canción mientras bailan. 

En la segunda, el grupo obstruye ambos carriles de la calle y hace un círculo. En medio, dos bailarinas se apoderan del espacio. Tiran patadas al aire, se paran manos y juguetean con las y los asistentes. 

‘Cause everybody’s living in a material world

And I am a material girl

You know that we are living in a material world

And I am a material girl

A este punto ya se ha unido un pequeño grupo de jóvenes locales que más tarde soltarán sus pasos de baile en el bar Olgas mientras el sol empieza a esconderse tras el mar. 

Una de ellas es Andrea. Tiene 22 años y unos enormes ojos adornados con escarcha. Para ella esta es su primera vez no solo en una marcha, sino en una actividad con la población Lgbtiq+ en esta comunidad donde nació y creció. 

Me gusta apoyar a mis amigos”, dice y hace una pausa. “Y también soy de la comunidad”, admite con una sonrisa un poco nerviosa. “Esto no me lo imaginaba y si me lo imaginé alguna vez, esto es mucho mejor”. 

Al final de la marcha, Andrea busca a Vitinia para recibir el abrazo de mamá que ella anuncia en su camisa, es el abrazo que no ha recibido de su propia mamá. 

Este cierre da un destello de esperanza. Roberto Acuña lo anticipó más temprano: “Lo de hoy es el comienzo de una comunidad que va a tener una agenda más inclusiva y más representativa para la población Lgbtiq+ de Nosara”.

La marcha convocó a unas 150 personas locales, nacionales y extranjeras, quienes tomaron más de dos kilómetros de calle durante unas dos horas. Foto: Rubén F. Román

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Nota de la periodista: Este texto fue editado el 22 de junio a las 8 a. m. para excluir el nombre real de «Andrea». Luego de la publicación, solicitó cambiarlo para evitar que la identifiquen. 

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