“Esto básicamente fue una zona muerta. La industria del ganado en campo abierto, básicamente, había asesinado el suelo”, cuenta Ray “Tarzan” Beise, propietario de la reserva y la comunidad ecológica Pura Jungla en Paraíso de Santa Cruz.
Estamos siete pisos arriba, con vistas a las copas de los árboles de las 100 hectáreas de la reserva, viendo algunos monos merodeando por ahí. Beise ha pasado 25 años reforestando la tierra y protegiendo los animales contra los incendios y los cazadores. Para combatir la erosión causada por la lluvia y el viento, él creó líneas de contorno con el monte por lo que ahora la mayor parte del agua de lluvia es absorbida por el suelo y durante el apogeo de la temporada lluviosa, el agua en la quebrada fluye limpia y clara.
La reserva forma parte de la Cuenca Nandamojo, que incluye aproximadamente 15.000 hectáreas, donde unas 4.000 personas viven en las comunidades de 27 de Abril, Las Delicias, Rio Seco, Paraíso, Playa Junquillal, La Florida, Venado y San José de la Montaña. La organización sin fines de lucro Restoring Our Watershed (ROW- Restaurando Nuestra Cuenca) está tratando de unir a estas ocho comunidades en un esfuerzo de colaboración para proteger la cuenca. Este año, por primera vez, ganaron la Bandera Azul Ecológica con una estrella, un reconocimiento a nivel nacional de los esfuerzos a favor del ambiente.
“Pensando al nivel de la cuenca es un concepto extremadamente importante porque es, básicamente, la fuente de agua potable para todos los que viven dentro de esa cuenca, y las acciones de todo el mundo están interrelacionados”, explicó Matt Rosensteele, quien supervisa el proyecto de ROW.
La erosión es el enemigo
El proyecto incluye dos ejes principales: la revitalización del ecosistema a través de la reforestación y el control de la erosión, y la revivificación de la economía local y los sistemas alimentarios.
“Toda la idea del proyecto es desacelerar el agua, extenderla y darle todo el tiempo posible para bajarse al suelo”, explicó Rosensteele.
Los niveles fluctuantes de agua y el cambio climático son las principales preocupaciones, según Tom Peifer, consultor internacional de desarrollo agrícola que trabaja con ROW y especializa en reconstituir el suelo y controlar la erosión. Señaló que los datos de la Universidad de Costa Rica en Santa Cruz a partir de 1947 hasta 1953 registran lluvia todos los meses del año. Hoy en día, sin embargo, hay muchos meses sin lluvia y durante la temporada lluviosa (mayo a noviembre), las tormentas son más breves y más intensos, lo que Peifer describe como la “tormenta perfecta para la erosión”.
Algunas de las técnicas que utilizan para combatir la erosión incluyen crear líneas de contorno en ángulo recto a la gravedad, sembrar especies como bambú o hierba de vetiveria, que controla la erosión al retener el suelo en sus raíces y así elevar el suelo, además hacer cercas para contener vacas y detener el viento, y reforestar franjas de terreno, especialmente a lo largo de las orillas del río.
En los últimos dos años, se han sembrado unos 8.000 árboles en un esfuerzo por reforestar, con una tasa de supervivencia del 15 al 20%.
Pero no todos los esfuerzos estan dirigidos hacia el medio ambiente. “Las situaciones económicas malas (para la poblacion) son malas para el medio ambiente”, reconoció Rosensteele. Es por eso que han estado probando programas para estimular la producción local de alimentos a través de microcréditos a los agricultores de pequeña escala, y la actividad más viable y exitosa que han probado es criar abejas para la miel. En la actualidad, cinco familias están participando en el programa Abejas por Árboles. Las familias reciben pequeños préstamos para iniciar la producción de miel, a cambio de reforestar el 10% de su terreno y luego repagar el préstamo con tarros de miel.
Pedro Antonio Gutiérrez Hernández, quien tiene una familia de cuatro personas en Las Delicias, ha participado en Abejas por Árboles desde julio. Él tiene 10 colmenas y espera ampliarlo. “Está produciendo bien”, aseguró. “Para mí, significa una mejoramiento en la economía del hogar”.
Una de las fincas más grandes en la cuenca, con 560 hectáreas, es Finca La Norma, que fue utilizado para criar ganado anteriormente, pero el actual propietario, Sam Patterson, se está centrando en el ecoturismo con un tour de canopy, paseos a caballo y ciclismo de montaña. “La idea es hacer un centro de investigación acá para atraer más a la gente, para aprender más sobre la naturaleza”, explicó Diego Elizondo Bravo, quien trabaja con Canopy Aventura (llame al 2685-00 63 para más información).
También están reforestando la finca. En 1995, reforestaron 25 hectáreas con madera de teca y especies nativas, luego se sembraron 50 hectáreas más y este año otra ½ hectárea cerca de la naciente de agua y a la orilla del río , según Diolis Matarrita Baltodano, quien ha trabajado en la finca durante 26 años, bajo múltiples propietarios. Él tiene 61 años y recuerda que el agua fluía en el río Nandamojo todo el año. Ahora se seca durante cuatro o cinco meses del año. “Estos últimos años ha sido demasiado seco, no como antes», comentó. Matarrita afirmó que esperan colaborar más con el proyecto de la cuenca.
Rosensteele admitió que no espera ver grandes cambios en la cuenca durante décadas, pero al motivar a los miembros de la comunidad a tomar responsabilidad, paso a paso, espera que el proyecto garantizará un futuro sostenible para las generaciones venideras.
Para obtener más información o para donar al proyecto, visite www.ourwatershed.org.
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