“Esta hediondez siempre ha estado…”, dice Víctor Baltodano, que tiene más de 30 años de trabajar en la playa de Tamarindo, mientras señala una salida de agua verdosa desde una alcantarilla hacia la arena
Habla como si fuera un técnico en la materia: “son las aguas residuales que no están siendo tratadas, entonces eso contamina el río, el estero y llega al mar”, agrega.
Baltodano describe con exactitud el que es, quizás, el principal problema que aqueja a la comunidad y el que todavía no tiene una solución ni única ni inmediata.
Desde el 2007 hay evidencia del mal manejo de las aguas residuales en Tamarindo. Ese año, la playa perdió el galardón de Bandera Azul Ecológica por segunda vez (la primera fue en 2004), que la acreditaba como un sitio apto para la recreación. Perdió todo el puntaje en las categorías de manejo de aguas residuales, en programas de educación ambiental y en seguridad. También falló en la calidad del agua de mar, en donde obtuvo 17 de 35 puntos posibles.
Doce años después, Tamarindo sigue sin recuperar la Bandera y con mediciones que ponen en entredicho la calidad del agua. De acuerdo con el Laboratorio Nacional de Aguas la contaminación del mar sobrepasó el máximo permitido de coliformes fecales (que es de 240 por cada 100 mililitros de agua) en al menos cinco ocasiones durante el último lustro.
Los coliformes fecales son bacterias que están presentes en grandes cantidades en las heces. Su presencia en aguas o alimentos es señal de contaminación fecal, un factor de riesgo para contraer enfermedades.
Si bien es cierto la playa [en este momento] es apta para la natación, sí tiene el peligro que en los próximos años se contamine más persistentemente y afecte el turismo”, comenta el director del Laboratorio Nacional de Aguas del Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarillados, Darner Mora.
A nivel de ríos, quebradas y esteros, el Instituto también cuantifica picos de contaminación del 2010 a la fecha. El estero a la entrada de Tamarindo es el punto más crítico de contaminación. En algunas ocasiones, la contaminación es hasta 100 veces más alta que lo permitido (que es de 1.000 coliformes fecales por cada 100 mililitros de agua).
Mora es enfático en que lo que pasa en Tamarindo no tiene nada que ver con la calidad del agua que consumen los habitantes (agua potable), sino solamente con la contaminación ambiental.
Controles a cuentagotas
En un listado elaborado por el ministerio de Salud para La Voz de Guanacaste, la institución asegura que en los últimos cinco años ha emitido 27 órdenes sanitarias para remediar el problema en la comunidad costera. Solo dos de ellas no han sido remediadas por los responsables al 100%.
Se trata de las órdenes giradas a la municipalidad de Santa Cruz y al concejo municipal por una alcantarilla que recolecta aguas residuales en el centro de Tamarindo y tiene salida a la playa. De acuerdo con la orden, al ser alcantarillado pluvial, es competencia municipal, y esta debe construir uno nuevo.
Sin embargo, solo en el 2007 —cuando Tamarindo perdió la bandera azul— el ministerio emitió unas 80 órdenes, según recordó el presidente de la Asociación de Desarrollo Integral de Tamarindo (ADI), Urs Schmid, en una mesa de diálogo en mayo pasado.
Entonces, si hay menos órdenes, ¿estamos mejor? Para el director del Área Rectora de Salud de Santa Cruz —cantón al que pertenece Tamarindo—, Warren Chavarría, la reducción en esa cantidad de órdenes se debe más bien a la falta de personal del ministerio para hacerle frente a la situación.
Según Chavarría, la afectación de tener una planilla reducida es que las órdenes responden mayoritariamente a denuncias ciudadanas, y no a una actuación directa de Salud, por ejemplo. Aseguró que el problema se agrava cuando la población no utiliza los canales oficiales para denunciar.
“Algunas veces tampoco podemos comprobar lo que se denuncia, llegamos y el establecimiento está cerrado, por ejemplo, y eso no quiere decir que la denuncia es falsa. El trabajo nos desborda y lo que hacemos es priorizar y buscar una solución inmediata”, comentó el director.
La solución
El panorama de Tamarindo es complicado si se toma en cuenta que la infraestructura hotelera, comercial, visitantes y la población, crecen. La ADI estima que en la comunidad vivían 3.500 personas en el año 2000 y la cantidad aumentó a 7.600 en 2019, sin contar visitantes, con quienes la cifra puede ascender a las 100.000 personas al año.
Para todos los actores involucrados en el distrito, el proyecto más prometedor para hacerle frente al problema es la construcción de un alcantarillado sanitario o de saneamiento de aguas residuales.
La presidenta ejecutiva del AyA, Yamileth Astorga, explicó que en este momento está abierta una licitación para contratar los estudios de diagnóstico, factibilidad y diseños finales para el proyecto. El estudio dura 15 meses en realizarse una vez adjudicada la empresa.
Con el estudio queremos tener un presupuesto más preciso de cuánto nos costará la obra, pero estimamos que el costo del proyecto podría ser de unos $25 millones y tendríamos que salir a buscar la fuente de financiamiento”, dijo la jerarca.
Pero el proyecto del AyA no es lo único. Para el presidente de la Cámara de Comercio de Tamarindo, Hernán Imhoff, la solución también debe nacer de la comunidad. Cita como ejemplo que el año pasado ganaron una estrella en la bandera azul de comunidad, que certifica los esfuerzos por preservar los recursos naturales de un lugar, aunque todavía no logran recuperar la de la playa. “Falta mucho, pero creo que es posible que entre varias organizaciones podamos ordenar la casa”.
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