Medio Ambiente, Especiales, Liberia

Un niño en Liberia estudia los hongos mientras el cambio climático los amenaza

This post is also available in: English

“Si conocieras el tiempo tan bien como yo, no hablarías de perderlo”. Es una de muchas frases del Sombrerero Loco, el personaje de Alicia en el país de las maravillas. Esa novela de Lewis Carrol repleta de diálogos metafóricos y escenarios surrealistas.

En Cañas Dulces de Liberia hay un niño de 11 años que durante el invierno se sumerge, igual que Alicia, en paisajes forrados de hongos.

Guillermo García visita la finca detrás de su casa para estudiarlos y hacerles fotos que luego sube a su cuenta de Instagram. Es probable que deba ‘conocer bien el tiempo’, como decía el Sombrerero, darse prisa si quiere aprender más de ellos antes que el cambio climático los siga amenazando.

Una escuela en el bosque

Desde hace un par de años, cuando cursaba cuarto grado, Guillermo se unió al Programa de Educación Biológica (PEB) del Área de Conservación Guanacaste (ACG). La Escuela de Cañas Dulces a la que asiste forma parte de las 32 instituciones que integran el PEB.

El PEB nació en 1986 para que todas los niños y niñas que estudian en las escuelas alrededor del área protegida puedan aprender sobre biología en un “aula natural”, de forma presencial.

“La idea de convertir las áreas protegidas en un aula, es pensar que a futuro uno no va a ir a quemar o hacerle daño a su propia escuela”, explica uno de los profesores del programa, Eduardo Artavia. 

El PEB organiza cuatro giras al año durante tres años consecutivos, con los y las estudiantes de cuarto, quinto y sexto grado de primaria para enseñarles conocimientos básicos de la biología de la conservación.

Cada una de esas giras tiene un tema específico que va de acuerdo al currículo escolar, por eso también hay talleres con docentes y padres de familia.

Aunque las visitas al Parque Nacional Santa Rosa y Bahía Junquillal fueron las que despertaron en Guillermo el interés por el medio ambiente, fueron los recorridos al bosque cerca de su casa con su mamá, lo que lo puso en contacto con los hongos: un reino tan fascinante como desconocido. 

Siempre que Guillermo sale con su mamá a explorar, usan botas para cuidarse de las terciopelo que han visto, llevan el celular para hacer las fotografías, que luego entre ambos suben a redes para que los ayuden a identificarlos.

Algunos desequilibrios en la naturaleza podrían derrumbar esa aula verde en la que aprenden una mamá y su hijo.

Por eso, Artavia incluye temas de cambio climático en cada gira del PEB, para que los estudiantes entiendan cómo afecta a diferentes ecosistemas. Este profesor asegura que ha sido un reto explicar los cambios en los ecosistemas a niños de 10 a 12 años. 

“Ponemos ejemplos para que empiecen por lo menos a dimensionarlo. Como el del abrigo, los ponemos a caminar con muchos suéteres encima para simular los gases de efecto invernadero y calentamiento global” explica Artavia.

Actualmente el PEB está finalizando la elaboración de un folleto sobre cambio climático dirigido a docentes del sector público. 

Además de lo que ha aprendido en este programa, Guillermo se sumerge en Internet para conocer más del reino que tanto le interesa, del que aún hay muchas preguntas sin responder.

Flora, Fauna ¿y la Funga?

“Si hace muchísimo calor, aumenta el calentamiento global y los hongos van a morir porque necesitan humedad”, esa es la impresión de Guillermo sobre los hongos y el cambio climático. Este estudiante de sexto grado de escuela no tiene datos suficientes para respaldar su percepción, pero los biólogos que estudian a profundidad este tema tienen el mismo problema. 

Luis Francisco Ledezma es micólogo (biólogo especialista en hongos) de  Funga Conservation, organización que busca divulgar información sobre los hongos en el país. Según Ledezma, conocemos muy poco sobre las consecuencias que está teniendo el cambio climático en este reino, no solo en Costa Rica sino a nivel mundial.

 El reporte Estado Mundial de los Hongos, realizado en 2018 por The Royal Botanic Garden, KEW apunta que aún hay preguntas sin resolver de este tipo: ¿Cómo afecta el cambio climático al crecimiento y la actividad de los hongos? o las lagunas de información de datos a largo plazo, a larga escala y de climas tropicales.

El mismo documento señala que hay evidencia de algunas manifestaciones del cambio climático en los hongos y sus hábitats a nivel mundial, como por ejemplo que  la reproducción, la distribución geográfica y la fisiología han cambiado de forma notable en las últimas décadas.

La bióloga de la Universidad de Costa Rica (UCR), Julieta Carranza, asegura que en Costa Rica no existe ningún proyecto o investigación que haya dado seguimiento a alguna especie de hongos por más de 10 años, para determinar si alguno ha ido desapareciendo.  

También explica que hay muchas variables que afectan la aparición de hongos por lo que es difícil afirmar que la no aparición de algunas especies durante alguno de los años de estudio sea a causa del cambio climático.

Tanto Carranza como Ledezma dicen que el conocimiento de hongos en Costa Rica todavía es escaso.

“Si no se conoce la importancia de un organismo, no se puede entender el por qué deben preservarse. Todo está interconectado en nuestro planeta y cada organismo tiene una función especial que desempeña para mantener este equilibrio”, comenta Carranza.

Ambos profesionales afirman que los hongos son estructuras extremadamente complejas que viven generalmente bajo el suelo e incluso dentro de otras plantas. 

Normalmente, lo que logramos ver de ellos son sus frutos o la estructura que utilizan para reproducirse, la conocida figura del sombrero sobre un pequeño tallo. Pero debajo de ellos existe una inmensa red que pasa desapercibida para nuestros ojos. 

Aunque muchas veces no logremos verlos, ahí están y son de gran mucha importancia para la descomposición de plantas y animales, de esta forma permiten regresar los nutrientes al suelo. Además son formadores de asociaciones importantes con plantas y otros organismos que los necesitan para sobrevivir. Carranza asegura que sin ellos “la vida no sería como la conocemos”. 

El escenario opuesto es igual de peligroso para nuestros ecosistemas: el aumento en la agresividad de algunas especies de hongos.

El cambio climático debilita plantas y animales que pueden hospedar hongos, por eso se vuelven más exitosos al atacar esas especies.

“Hay hongos que parasitan plantas [las utilizan como alimento sin llegar a matarlas] de importancia económica y se ha encontrado que cada vez hay más plantas vulnerables a ser parasitadas, la producción de arroz, por ejemplo”, comenta Ledezma, “no es como que los hongos van a matar al mundo o van a salvarlo. Es entender el montón de beneficios que conlleva entenderlos más a profundidad”, añade. 

Entender mejor los hongos puede ser la solución a varios grandes problemas, explica Ledezma. Pueden utilizarse para limpiar metales pesados en situaciones de contaminación. También tienen la capacidad de sustituir el plástico que afecta ecosistemas enteros, incluso sustituir agroquímicos mediante control biológico.

“Entre más capacitados estén los agricultores, mientras mejor entiendan lo que afecta sus cultivos, más herramientas tendrán para adaptarse a lo que viene, que va a ser inevitable”, concluye el biólogo.

Guillermo espera que vuelvan las lluvias para salir de nuevo a sumergirse en su paisaje de hongos, también aguarda con paciencia al reinicio de las clases del PEB , cuando la pandemia lo permita. Mientras tanto, aprovecha el tiempo  buscando en Google y YouTube la información que le siga mostrando su camino para algún día llegar a ser biólogo.

Eduardo, su profesor, reconoce la importancia de que Guillermo y muchos más estudiantes reconozcan el riesgo del cambio climático, pero sin generarles una sensación de impotencia.

“Nosotros intentamos hacerles ver que está pasando y que es urgente, pero que ellos pueden hacer algo, y que les toca a ellos hacerlo. Si no son ellos, el futuro está oscuro”. 

 

Comentarios