Regional, Medio Ambiente

Una alternativa dulce para proteger al bosque tropical seco

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Son las 10:10 a. m. de un viernes de septiembre. El sol arde sobre una finca ubicada en el Corredor Biológico Paso del Mono Aullador en las afueras de la ciudad de Cañas. 

Daniela Robleto, una emprendedora cañera de 26 años, me señala el lugar a donde debemos caminar mientras aprovechamos la nobleza de la única sombra que logramos encontrar.

No apreciamos bien a primera vista, pero al mirar con detenimiento observamos unas cajas verdes y blancas a la distancia: son el hogar de miles de abejas y, en realidad, la razón por la cual estamos aquí.

Daniela encontró en las abejas una forma de aprovechar económicamente la naturaleza, mientras al mismo tiempo, protege los recursos naturales.

En el 2021 fundó MIELA, una marca de miel de abeja inspirada en la biodiversidad del bosque tropical seco y el primer emprendimiento con sello del Corredor Biológico Paso del Mono Aullador. Este distintivo lo otorga el comité local a cargo del corredor y reconoce que su proyecto está alineado con ​​los objetivos del corredor, de servir como punto conector entre ecosistemas.

Ella se graduó como ingeniera agrónoma de la Universidad Earth con sede en Guácimo en el 2017 y desde entonces regresó a su pueblo natal de Cañas con una idea en mente: utilizar lo que ha aprendido para ser parte del desarrollo sostenible de su comunidad.

La formación universitaria había sido siempre sobre ser un agente de cambio local, pero de ahí a la realidad de volver a una zona rural donde las oportunidades son bastante escasas, creo que es bastante desafiante”, explica Robleto mientras caminamos por el sendero que nos lleva a su apiario.

A pesar del reto que volver a Cañas representaba, al cabo de unos meses Daniela empezó a producir chan orgánico junto a otros dos productores, con el fin de venderlo en todo el país. Sin embargo, no pudieron continuar con el proyecto por los costos de producción. 

A pesar de eso, en estas plantaciones fue donde nació su admiración por el trabajo que realizan las abejas.

“Noté que la vida de las plantas y de sus polinizadores está tan íntimamente ligada que no pueden vivir las unas sin las otras. Entonces dije ‘bueno, ¿qué tal si empiezo a desarrollar un emprendimiento que sea diferente, que conecte con el tipo de medio en el que estoy para así sacar productos diferenciados a partir del ecosistema?’”, agrega Robleto.

El uso de ahumadores es necesario para calmar a las abejas mientras se revisan las colmenas de los apiarios.Foto: Rubén F. Román

Más que satisfacer el paladar

Las abejas son la mano invisible de la naturaleza, expresa Daniela cuando empieza el ritual de preparación para abrir las 20 colmenas que tiene en esta propiedad. En otra finca, tiene otras 20.

Lo que Daniela comenta es una realidad silenciosa: las abejas polinizan el 70% de las 100 especies de cultivos que proporcionan el 90% de los alimentos del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación. 

Dicho de otra manera, la comida que tenés en tu plato probablemente pudo llegar ahí gracias a estos insectos.

Cada abeja recoge la cantidad suficiente de polen para su propio alimento y también para las necesidades de la colmena. En una sola jornada una abeja puede visitar miles de flores recogiendo el néctar y el polen y esparciendo los gránulos sobre otras flores.

Ahora Daniela procede a encender el ahumador con semillas de coyol. Es un aparato que expulsa humo y que ayuda a disminuir el vuelo y la conducta de picado de las abejas. Incluso una buena parte de ellas se alejan momentáneamente del lugar. 

Acto siguiente: nos ponemos el traje de protección y Daniela procede a abrir la tapa de una colmena.

De forma inmediata, los zumbidos que se escuchan generan un primer subidón de adrenalina difícil de explicar. La cantidad infinita de abejas que empiezan a rodearnos es al mismo tiempo aterradora y de paz absoluta. 

Esta vez Daniela se limita a revisar sus colmenas y a mostrarlas. En otras ocasiones, recoge la miel que lleva a su cuarto de producción y empaque para luego realizar la venta desde su casa.

Según la FAO las abejas polinizan el 70% de las 100 especies de cultivos que proporcionan el 90% de los alimentos del mundo.Foto: Rubén F. Román

Aprovechar a las abejas en beneficio de los bosques

Daniela escogió el Corredor Biológico Paso del Mono Aullador como el sitio idóneo para su proyecto. El corredor rodea parte de Cañas, Abangares y Bagaces, y es clave para la conectividad de los bosques secos tropicales de Guanacaste.

Además de poseer una rica diversidad floral, el fin principal de los corredores es proporcionar conectividad entre áreas silvestres protegidas, paisajes, ecosistemas y hábitats, para asegurar el mantenimiento de la biodiversidad y los procesos ecológicos. 

El del Mono Aullador es solo uno de 44 corredores biológicos a lo largo y ancho de todo el país, establecidos por el Programa Nacional de Corredores Biológicos del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac). 

Sin embargo, en ellos hay toda una dinámica social y económica. No son como las áreas silvestres protegidas, que están en su mayoría dedicadas a la conservación e investigación. En los corredores vive gente y la mayoría del territorio que cubre es privado. 

El funcionario agrícola del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) Steven Fernández Cabezas explica que las amenazas que enfrenta este corredor biológico se entrecruzan con las de las abejas.

“En resumidas cuentas, los principales problemas que ahorita están afectando a estos insectos y al corredor son las variaciones climáticas, el uso de plaguicidas y los incendios forestales”, añade.

A pesar del panorama difícil para el ecosistema, Fernández considera que los apicultores son grandes aliados para conservar y aprovechar de manera sostenible los bosques.

Justamente de eso se trata el desarrollo sustentable, de que nosotros podamos hacer un aprovechamiento de los recursos, pero sin agotarlos y sin afectar también a las generaciones futuras”, añade el experto. 

Robleto explica que no quiso poner su mirada solamente en los productos que nos dan las abejas, sino que también en ser más intencional sobre qué hay a su alrededor para procurar conservar eso.

“Quise ayudar a contrarrestar esas amenazas para asegurar no solo la supervivencia del bosque y las abejas, sino también la nuestra”, añadió.

Guanacaste y el Pacífico Central producen más de la mitad de la producción de miel a nivel nacional, según datos proporcionados por el extensionista agrícola Steven Fernandez Cabezas.Foto: Rubén F. Román

Integrar a la comunidad

Cuando decidió empezar el emprendimiento una de las preguntas que constantemente se hacía era cómo empezar si no tenía finca, ni un lugar amplio donde poder colocar las colmenas. 

Una de las limitantes que tienen la juventud rural es poder acceder a terreno. La tenencia de la tierra, justamente, no está en manos de jóvenes ni de mujeres”, dice Daniela.

Frustrada por la situación, Daniela decidió acercarse a dos finqueros de Cañas.

“Hablé con ellos sobre la importancia, no solamente desde mi beneficio, sino la importancia ecológica que podrían tener las abejas en su finca. Y explicándoles un poco más a fondo lo que hace en sí la polinización y lo que trata el proyecto de conservar esas especies nativas de flora que hay en Guanacaste, accedieron a prestar un pedacito de su tierra”, cuenta.

Según Fernández este tipo de trato es muy común entre finqueros en este ecosistema.

“Las personas que acceden a prestar su tierra se pueden ver beneficiados con la polinización de sus árboles y una mayor biodiversidad en su finca y a su vez el apicultor se beneficia, ya que ahí es donde se va a producir la miel”, apunta.

En Costa Rica existen 1.749 apiarios, según datos del Censo Nacional de Apicultura 2022 del Ministerio de Agricultura y Ganadería.Foto: Rubén F. Román

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