Cultura, Santa Cruz

Una declaratoria que sella la inmortalización del Cristo Negro de Esquipulas en Santa Cruz

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La festividad al Santo Cristo Negro de Esquipulas de Santa Cruz fue declarada como patrimonio cultural inmaterial de Costa Rica el 2 de diciembre del 2020. 

Mañana, 14 de enero, el concejo municipal sesionará junto a otras autoridades locales para recibir y celebrar la declaratoria, pero ¿cómo lo logró la comunidad y qué significa esto para la tradición? 

Primero, recordemos en qué consiste la celebración. Cada enero, entre el 14 y el 18, la comunidad local y visitante se reúnen en torno a las Fiestas Típicas Nacionales de Santa Cruz: las calles se llenan de marimbas, mascaradas, bailes, comidas típicas, caballistas y folclor. El parque de los mangos, en el corazón del cantón, se transforma en el escenario del tablado y las montaderas. 

Al mismo tiempo, la comunidad se reúne en actividades que honran al Santo Cristo Negro de Esquipulas como vigilias, procesiones, velas, cantos, música y oraciones.

Se trata de una celebración que trasciende lo religioso y que realza la identidad cultural de grupos originarios, españoles y africanos. La tradición se originó hace más de 200 años con Bernabela Ramos, cuando en el pueblo encontraron la figura del cristo y ella se encargó de resguardarla. 

Cada enero celebramos todo ese fervor y acervo cultural que se ha transmitido de generación en generación. Eso es lo que ha permitido salvaguardarla”, apunta la folclorista santacruceña Marlene Contreras, quien viste al Cristo Negro cada enero. 

¿Cómo surgió la declaratoria? 

Las declaratorias nacen cuando la comunidad portadora de una tradición, en este caso la de Santa Cruz con su festividad al Cristo Negro, las solicita a la Comisión Nacional del Patrimonio Cultural Inmaterial (Conapaci). 

No surge de la noche a la mañana. A la comunidad de Santa Cruz le tomó dos años. El proceso podría resumirse en los siguientes cinco pasos: 

1. Formulario: La comunidad completó un formulario que incluye los datos del pueblo e información general de la manifestación cultural, como el nombre, la descripción de la tradición, información de cada cuánto, desde cuándo se realiza y quiénes participan. 

La agrupación cívico-cultural que lideró el proceso en Santa Cruz fue “Apuntalando lo Nuestro”, que por años ha organizado actividades como semanas culturales, desfiles navideños y otras actividades folclóricas y que, en los últimos dos años se dedicó a buscar la declaratoria, contó uno de sus integrantes Edwin Cabalceta. 

La antropóloga y arqueóloga del Centro de Patrimonio Cultura (CPI), Dayana Morales, también explicó que en el proceso, la comunidad detalló “las acciones y actividades que llevan a acabo para darle continuidad a la práctica de la manifestación cultural; si cuentan con un plan de trabajo que detalle las actividades que se van a implementar, quiénes son corresponsables, qué recursos están implicados, cómo se organiza la comunidad para llevar a cabo la manifestación cultual”.

En el formulario, también justificaron las razones por las que consideraron que la celebración debía contar con una declaratoria. 

2. Respaldo documental: Como parte del formulario, el grupo debió anexar documentos que considere necesarios para describir y caracterizar las celebraciones al Cristo Negro. Esto  facilita el análisis por parte de la Conapaci. 

Según Cabalceta, ellos presentaron 2.000 folios y 10 horas de entrevistas a exponentes culturales que profundizaban en las costumbres de la tradición.

3. Audiencia de presentación: Una vez recibida la información, la Conapaci admite la solicitud, analiza la documentación y brinda una audiencia a la comunidad para que presenten la candidatura.

4. Visitas: La Conapaci también realizó visitas a la celebración al Santo Cristo de Esquipulas en el 2020 y “con base a lo analizado, tanto a nivel documental como en la comunidad, determinó la aprobación de la solicitud”, dijo Morales. 

5. Por último, la comisión redactó el borrador del decreto para la aprobación de la ministra Sylvie Durán. 

El decreto rescata las diversas manifestaciones alrededor de la celebración como los mayordomos, caballeros del Santo, indios promesanos, músicos de la Filarmonía, bandas tradicionales y conjuntos, mascareros, bailadores de payasos y gigantonas, montadores, vaqueteros, lazadores y amarradores de toros, caballistas con aperos tradicionales, ganaderos con sus mejores toros, narradores, cocineros, artesanos, colaboradores y celebrantes. En la fotografía, payasos en el tablado durante las celebraciones del 2019. Foto: César Arroyo Castro

Y ahora que la tienen, ¿qué implica? 

La declaratoria, firmada por la ministra de Cultura Sylvie Durán y el presidente Carlos Alvarado, llama a la comunidad santacruceña a elaborar un plan de trabajo para salvaguardar la tradición con medidas y estrategias que promuevan la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión y revitalización de la manifestación cultural. 

Y, por otra parte, insta a las instituciones del sector público y del sector privado a contribuir en la realización anual de la celebración y a participar en el plan de trabajo. 

El Ministerio de Cultura no establece una institución y órgano responsable de liderar el plan de trabajo. Tampoco un periodo específico en el que deben entregar el plan. 

“Debe ser liderado por la comunidad portadora de tradición”, dice la antropóloga y arqueóloga Morales, del CPI.  Y, según ella, una vez organizados a nivel interno, deben comunicarse con la Unidad de Patrimonio Cultural Inmaterial del Centro de Patrimonio para coordinar el inicio de la gestión de la elaboración del Plan de Salvaguardia. 

“A partir de ello, se establece una agenda del proceso”, agregó, y dijo que el MCJ apoya con actividades y materiales que faciliten el desarrollo del Plan de Salvaguardia. 

Nosotros, de todas maneras, ya lo hacíamos”, dice la folclorista Contreras. “Pero ahora las autoridades locales tenemos que ser aún más responsables”. 

Para Cabalceta, de “Apuntalando lo nuestro”, el trabajo deberá ser conjunto entre las organizaciones del pueblo, la parroquia y las autoridades municipales. 

“Vamos a enfocarnos en el rescate cultural, ver de qué manera trabajamos con la muni y los regidores y síndicos para que cada uno de estos muevan a los pueblos tanto en la parte cultural como en la parte religiosa”, agregó Cabalceta. 

Para Contreras, también será necesario fortalecer la enseñanza en centros educativos. “Tenemos que dar a conocer con mayor énfasis toda la cultura en torno al Santo Cristo de Esquipulas, porque hay jóvenes en instituciones educativas que no conocen la historia: cómo nació, quién era doña Bernabela Ramos, por qué se construyó el santuario ahí”, lamentó.

Según información del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura, la tradición nació en 1804, cuando el Cristo Negro de Esquipulas fue traído desde Guatemala, pero la escondieron en medio de dos palmas de coyol donde la encontró la señora Bernabela Ramos. Ella resguardó la imagen e, incluso, donó parte de sus tierras para que le crearan una ermita. Foto: César Arroyo Castro

 

¿La comunidad cree que aportará algo más? 

Para Contreras, la declaratoria también puede contribuir a que el pueblo “surja económicamente” al atraer a poblaciones nacionales e internacionales a conocer la cultura y tradiciones. 

Y con ella concuerda Cabaleceta, de “Apuntalando lo nuestro”.

La imagen de Esquipulas forjó la identidad del pueblo”, dice. “Por eso, el decreto sirve como escudo para conservar las tradiciones tanto civiles como religiosas. Vamos a incentivar una economía basada en los patrimonios, que dicta que para conocer los pueblos, hay que conocer el patrimonio”. 

¿Qué otras manifestaciones costarricenses tienen declaratoria de patrimonio cultural inmaterial? 

El país cuenta con siete tradiciones con esta declaratoria. De ellas, cuatro son de Guanacaste: la elaboración de objetos cerámicos chorotegas, el Tope de Toros, la festividad a la Virgen de Guadalupe y la celebración al Santo Cristo Negro de Esquipulas. 

Las otras tres son el calypso limonense, el swing criollo y el juego de diablitos.

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