Nosara: burbuja inmobiliaria encarece alquileres para la clase media
Este texto fue publicada originalmente en Nosara, un boletín mensual en el que profundizamos en historias y noticias de ese distrito diverso y complejo. Fue editado para sumar más voces y reporteo en este especial de gentrificación. Si no querés perderte de ninguna entrega, suscribite dando click aquí.
Sofía Arguedas es una arquitecta que llegó a Nosara hace dos meses. Todos los días come en la terraza de su apartamento, donde apenas cabe la mesa, porque adentro no tiene espacio para el comedor. En la sala instaló un tendedero portátil que utiliza como cómoda porque no le cabe ni un mueble para guardar su ropa.
“Para que te des una idea de lo diminuto del espacio, si algún día quisiera invitar a alguien a quedarse en la casa, no cabe ni un colchón inflable”, cuenta.
El apartamento queda en la montaña de Las Delicias, a 30 minutos en carro de Guiones, donde Arguedas trabaja desde hace dos meses.
Paga $1.200 al mes por el apartamento que incluye internet, agua y electricidad. A Arguedas le gustan los ventanales con vista a Nosara y los acabados arquitectónicos. Lo que no le dijeron es que enfrentaría constantes cortes de luz y agua ni que necesitará un 4×4 en la época lluviosa para regresar a la montaña tras su trabajo.
La mayoría de opciones que encontró antes de alquilar ahí promediaban el mismo monto que está pagando actualmente. Otras opciones más baratas se ubicaban a orillas del río Nosara que aguarda las primeras lluvias para desbordarse e inundarlo todo.
Incluso vio un “container” en Las Delicias que habían convertido en un apartamento y por el que pedían $1.500, lo que le pareció “excesivamente caro”. Ese tipo de casas prefabricadas con contenedores de transporte ganan cada vez más popularidad por la rapidez y bajo costo con que pueden construirse en comparación con una casa tradicional. Pero en destinos turísticos como Nosara, no son garantía de precios accesibles.
Vivir en Nosara le cuesta a Arguedas $500 más que lo que pagaba en Pinares, en el cantón de Curridabat de San José, por una casa de dos cuartos, sala, comedor, walk-in closet, baño y patio. “Agarré este lugar porque fue lo único que encontré y mientras busco una opción más barata (…) Me advirtieron que era difícil pero jamás me imaginé que todo era tan caro”, comenta.
En Nosara, cerca de las playas y de los centros turístico-comerciales de Guiones y Pelada, el monto de renta de un apartamento de una habitación y un baño puede ascender hasta los $2.400 dólares por semana, según constató La Voz en chats de WhatsApp y páginas de Facebook dedicados a alquileres de propiedades. Esa cifra equivale a dos meses de salario mínimo de una bachiller en arquitectura, según la tarifa del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos de Costa Rica.
Los precios de los alquileres en Nosara revelan una contradicción: el crecimiento de la zona demanda trabajadores y profesionales que trabajen en la comunidad, pero al mismo tiempo la mano de obra se topa con dificultades para conseguir dónde vivir a un precio razonable para los salarios ticos.
El coordinador del Observatorio de Turismo en Guanacaste de la Universidad Nacional de Costa Rica, Esteban Barboza, describe el encarecimiento de la vivienda en la provincia como producto de un desarrollo inmobiliario “descontrolado y donde la especulación es la norma”. Esto quiere decir que las personas aprovechan el aumento del valor de la vivienda para sacarles el máximo provecho económico posible.
El gran capital especulativo internacional es el que está dictando cómo se desarrolla el turismo (…) Es un tipo de turismo y de desarrollo inmobiliario que lo que hace es excluir (a la población costarricense)”, comenta Barboza.
Cuestión de libre mercado
Rebeca Navarrete lleva 19 años dedicándose a bienes raíces. Es fundadora y dueña de Vacation Rentals Nosara, una empresa que ofrece a turistas rentas en zonas lujosas como Guiones, Pelada y Huacas de Nosara.
Para ella, los altos precios de rentas en Nosara son “una bola de nieve” que también está encareciendo los alquileres en barrios alejados de la playa y haciéndolos poco accesibles para la clase media.
“Yo he visto casitas prefabricadas en Nosara centro a $1.800. Eso es mucha plata para una persona de clase media”, comenta.
¿Por qué un alquiler de lujo en Guiones eleva los precios en otras comunidades de Nosara?
La razón principal es porque llegan clientes, principalmente personas extranjeras, con presupuestos mayores a los que puede ofrecer una persona local en Costa Rica. Los propietarios ven una oportunidad de ganar más dinero y suben el precio a sus alquileres.
En Nosara hasta los más adinerados compiten por los precios de las rentas. Así lo explicaron Navarrete y Francella Gonzales, fundadora de la empresa inmobiliaria Alba Properties.
“Vos ves un post [en Facebook] de un extranjero que dice que se va a mudar junto a su familia a Costa Rica y que tiene un presupuesto de $10.000 mensuales. ¿Quién diablos tiene $10.000 al mes para pagar una renta por un año? [Si un propietario] tiene una casa a $8.000 mensuales, después de leer el mensaje la va a subir a $10.000”, ejemplifica.
Esa bola de nieve que describe Navarrete está expandiéndose a localidades de casas de clase trabajadora como Santa Marta.
El presidente de la Asada de Santa Marta, Emanuel Gutiérrez, describe el desarrollo inmobiliario en Nosara como un “crecimiento depredador” y asegura que cambiará el rostro de la comunidad en los próximos años.
Los datos de la Asada muestran que a finales del 2022 Santa Marta tenía 305 medidores de agua instalados. En teoría, un medidor equivale a una casa.
Pero en los próximos tres años la Asada instalará 263 medidores nuevos en la comunidad. Gutiérrez dice que 89 de esas unidades son casas en urbanizaciones de lujo dirigidas en su mayoría a alquileres.
Gutiérrez calcula el tamaño de las propiedades basado en el agua destinada a cada proyecto. Los números están incluidos en los estudios técnicos que recibe la Asada de cada casa y le revelan al presidente de la Asada que se trata de unidades con piscina, “con un costo de alquiler aproximado de hasta $4.000 mensuales”.
Un barrio que es históricamente popular, ahora se va a ver invadido por casas de lujo. Los que vivan en esas casas prácticamente tendrán que pasar por la pobreza antes de llegar a sus habitaciones”, comenta.
Navarrete y Gutiérrez coinciden en que la bola de nieve de alquileres enfocados en presupuestos de extranjeros hace que personas como Sofía Arguedas no encuentren precios accesibles y terminan alejándose cada vez más de Nosara. Sin embargo, incluso en la periferia Arguedas paga un monto alto.
Alquileres por tiempo limitado… y prohibidos
Diego Piedra trabajó dando clases de español en Nosara entre el 2020 y finales del 2022. En esos dos años cambió tantas veces de casa que no recuerda en cuántas vivió. “Estuve como en ocho lugares diferentes”.
Cuando llegó a Nosara encontró en La Esperanza lo que considera un milagro: un estudio de $300 mensuales con todos los servicios incluidos. En una misma habitación estaban la cama, la cocina y un sillón.
Al año siguiente se casó con una canadiense que “tenía mucho más poder económico” y vivieron en apartamentos que costaban en promedio $5.000 mensuales, más de dos veces su salario mensual en Nosara.
Pero ni con los recursos suficientes para vivir en casas de lujo, lograron encontrar un alquiler a largo plazo. “Así como a un turista le pueden cobrar $4.000 mensuales, al mes siguiente todo cambia y le pueden cobrar a otro $6.000”, comenta.
¿Quién va a querer alquilar sus casas a trabajadores ticos a largo plazo si por una casa diminuta podés pagar $5.000 dólares mensuales en temporada alta”, cuestiona.
Piedra se divorció a finales del 2022 y regresó a San José. Medio año después le volvieron a ofrecer un trabajo en Nosara pero ahora su presupuesto para vivienda es solamente de $500 dólares. Todos los estudios que visitó superan los $700. Tampoco encuentra casa en La Esperanza, donde hace tres años le alcanzaba el dinero para cubrir un alquiler.
“Hace poco fui a Nosara porque me salió un trabajo cortito de un mes y me daban hospedaje. Era un estudio en donde solo cabía la cama y a la par una refri pequeña. Eso y el baño. Luego me di cuenta que valía $200 dólares por semana”, dice.
El grupo de Facebook Short Term Rentals Nosara está dedicado a alquileres de propiedades por semanas o meses. De esa forma los propietarios pueden cambiar sus precios dependiendo de la temporada o adaptarse a lo que los mismos extranjeros están dispuestos a pagar.
Pese a que los contratos de alquileres a cortas estancias son comunes en zonas como Nosara, la ley los prohíbe, según el abogado dedicado a bienes raíces del bufete Melvin Rudelman y Asociados, Roberto Ruffin.
El artículo 70 de la Ley General de Arrendamientos Urbanos y Suburbanos indica que el plazo mínimo de alquileres es de tres años. Esto también aplica en los contratos que indican tiempos menores a lo establecido por la legislación.
Según el abogado, no hay castigos ni multas para los propietarios que realicen contratos de corta estancia. Sin embargo, “mientras el inquilino siga pagando (una vez concluido el contrato), él puede quedarse ahí los tres años. Eso es algo que mucha gente no lo sabe”.
“El propietario puede poner un proceso de desahucio contra el inquilino (en caso de que el inquilino no quiera irse), pero probablemente lo vaya a perder por lo que dice el artículo 70 (…) El espíritu de la ley es darle garantizarle a la gente que va a poder tener una continuidad en el lugar donde vive”, menciona.
Para Ruffin, la única manera de que un propietario pueda ofrecer hospedajes de estancias menores a un año es que la vivienda esté inscrita como hospedaje no tradicional en el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y en la Dirección General de Tributación. Así lo constata el artículo 8 de la Ley Marco para la Regularización del Hospedaje No Tradicional y su Intermediación a Través de Plataformas Digitales.
Francella Gonzales, la fundadora de Alba Properties, se dedica a alquilar casas por periodos cortos en Guiones.
Para ella, en Nosara son escasas las oportunidades de rentar casas a largo plazo. Mucho menos a un precio accesible para las personas que no cuentan con presupuestos millonarios.
“He notado en los últimos años que ha sido más difícil para la gente con presupuestos de hasta $2.000 encontrar una casa de renta. (…) No hay muchas oportunidades de rentar casas a largo plazo a un precio que alguien pueda pagar”, dice.
Incluso, a través de plataformas de alquileres vacacionales como Airbnb, las y los propietarios pueden ganar en un solo fin de semana el monto que de otra forma recibirían en todo un mes.
Un boom post pandemia
Desde hace 15 años Ronny Matarrita se dedica a los bienes raíces en Guanacaste y desde hace dos es el Representante Regional en Guanacaste de la Cámara Costarricense de Corredores de Bienes Raíces.
“En Nosara es casi imposible enfrentar el costo de los alquileres. Mientras haya alguien que pague, esto no se va a detener y los precios seguirán subiendo”, comenta Matarrita.
También asegura que en el último año recibió entre una y dos llamadas semanales de nosareños que deciden vender sus propiedades, aprovechando el valor de la tierra en la comunidad y la oferta millonaria de algunos compradores. Con ese dinero, se mudan a Nicoya, alquilan una casa y viven con muchas comodidades en comparación con el costo de permanecer en Nosara.
Según el representante regional, la pandemia fue un boom en los alquileres en Guanacaste y posicionó a Nosara como uno de los lugares favoritos para extranjeros y nómadas digitales que buscaban un lugar rodeado de naturaleza para vivir.
En el 2021 la Asamblea Legislativa aprobó una ley para atraer nómadas digitales a Costa Rica. La ley le permite a extranjeros optar por una visa para trabajar en Costa Rica por un periodo de un año con opción de prolongarlo a dos.
El artículo 10 indica que uno de los requisitos para obtener la visa es que la persona tenga un ingreso mensual mínimo de $3.000 o $4.000 si viaja con su familia.
Para Esteban Barboza, coordinador del Observatorio de Turismo, el artículo es un claro ejemplo de una ley que fomenta la desigualdad en zonas turísticas del país y que termina encareciendo los servicios básicos como el acceso a la vivienda.
“(En el exterior) se promociona Guanacaste como un paraíso donde lo que priva es el placer y la playa, pero sin tomar en cuenta la historia, la cultura ni las necesidades de las poblaciones locales”, expresa Barboza.
Entre las nómadas digitales que llegaron a la comunidad está la estadounidense Melany Stuart (nombre ficticio a petición de ella).
Stuart vive desde hace dos años en Nosara y, al igual que Piedra, ha vivido en ocho lugares diferentes. “Nosara es tan ridículo, que cuando ponés [en grupos de Facebook destinados a alquileres] que buscás apartamento y que tenés un presupuesto de $500 dólares, la gente se burla de uno”.
“Los extranjeros piensan que vienen de California donde un precio de $2.000 al mes es un buen precio. Ese grupo [de Facebook] es un insulto para la gente de este país. Están en las tierras de tiquicia y tienen que respetar lo que ganan los locales”, dice.
Fue hasta hace un año halló un apartamento a $400 en las montañas de Culiacán entre Río Nosara y Ostional. Ahí encontró lo que siempre quiso, pero que cada vez menos personas buscan y encuentran: un lugar a un precio justo rodeado de naturaleza, retirado del ruido de las construcciones, junto a una familia nosareña que le muestra la cultura de Costa Rica.f
Créditos
Investigación: José Pablo Román
Fotografía: César Arroyo Castro
Edición: Noelia Esquivel
Diseño: Roberto Cruz
Coordinador de audiencias: Rubén F. Román
Traductora: Debbie Bruylant
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