Cultura, Santa Cruz

Hugo Rivas: el olvidado genio literario de Santa Cruz

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“El narrador joven más brillante, anterior a la eclosión de los ochentas fue Hugo Rivas. Hubiera sido uno de los grandes escritores costarricenses con un poco más de suerte”. Así reseña el novelista, poeta y ensayista Carlos Cortés Zúñiga al escritor Hugo Rivas Ríos (1954-1992). 

Su nombre puede que no te resuene, pero desde un pequeño rincón en Santa Cruz, Hugo Rivas surgió con un paso tan fugaz como brillante en el mundo literario costarricense

Brillante porque con tan solo tres obras publicadas -y dos premios- evidenció la calidad de su pluma. Fugaz porque la muerte lo alcanzó a sus 38 años de edad.

Solo logró la publicación de tres de sus obras: las colecciones de cuentos Golpe de Estado (1976) y Cambios de otoño (1993) y su única novela Esa orilla sin nadie (1988). Con sus dos primeras publicaciones obtuvo el premio Joven Creación de la Editorial de Costa Rica en 1976 y el premio Aquileo J. Echeverría en 1988.

Conversamos con familiares y amigos de Hugo Rivas y revisamos publicaciones de periódicos para reseñar su estela humana y literaria.

Una promesa llena de talento

Su hermano menor, Alex Rivas, tiene recuerdos de Hugo garabateando cuadernos de 50 páginas aún estando en la escuela. “Eran una especie de historietas con dibujos y diálogos”, cuenta. 

Hugo había heredado el amor por las letras de su padre, Francisco “Chico” Rivas. Don Chico era un lector empedernido y enseñó mecanografía a todos sus hijos antes de terminar la escuela. Su mamá fue Daisy Ríos Guzman. 

Luego de cursar la primaria en la Escuela Josefina López de Huertas y el colegio en el Liceo de Santa Cruz, Hugo persiguió su vocación e ingresó a Filología en la Universidad de Costa Rica. 

Alex dice que era una persona introvertida. Pasaba su tiempo en silencio, observando el mundo que lo rodeaba y elaborando mentalmente las ideas que luego plasmaba en sus obras literarias.

“Se encerraba en la Biblioteca Carlos Monge Alfaro a investigar y luego se encerraba en su habitación a escribir”, añade.

Ese ímpetu lo llevó a publicar con apenas 22 años su primer libro: la colección de cuentos Golpe de estado, con el que obtuvo el premio Joven Creación en 1976.

El escritor y químico costarricense -también exrector de la UCR- Fernando Durán Ayanegui, fue parte del jurado en esa edición de los premios. En una publicación de La Nación de 1993 plasmó la impresión que la obra de Rivas dejó en los tres miembros del jurado:

Coincidimos en que habíamos descubierto la obra de un extraordinario joven narrador. Escribía con una veteranía y un desenfado verdaderamente envidiables”.

Texto del escritor Miguel Fajardo, extraído de una edición de La República, en febrero de 1989.

Los tropiezos de su pluma 

Durán confiesa en la misma publicación que después de la premiación le perdió el rastro a Hugo y que, con el paso de los años, llegó a considerarlo como uno de esos escritores que tras su primer éxito se dedican a otra cosa.

Pero la historia era distinta. 

“En 1988 lo encontré en San Pedro, tuve la satisfacción de saber que me había equivocado, que Hugo había seguido creando y llevaba en la mochila por lo menos dos libros de cuentos, una novela concluída y otras dos en buen camino”, relata en la columna de La Nación.

Transcurrieron más de diez años desde la publicación de la primera obra del autor hasta que finalmente la novela Esa orilla sin nadie, vio la luz

No es que a Hugo le tomara todo ese tiempo escribir la obra; según relata Durán a La Voz, las razones están vinculadas con la Editorial Costa Rica.

Hugo había enviado la novela a la Editorial Costa Rica. Y estaba muy extrañado porque había sido enviada hacía más de tres años, casi cuatro”, recuerda Durán. “Aparentemente se la habían aprobado, pero no veía ninguna posibilidad de que la publicaran”, dice Durán cuando conversa con La Voz.

Según cree Durán, la Editorial priorizaba las publicaciones de miembros del Consejo Directivo y amigos de los mismos miembros, mostrando una notable falta de interés por las necesidades de los autores. 

Para el escritor Carlos Cortés, fueron los problemas financieros que aquejan a la Editorial Costa Rica en esa época lo que ocasiona la demora en la publicación de numerosas obras.

Independientemente de la historia, la obra seguía guardada en el baúl de la editorial, una situación que afectó a Rivas con su novela, a Durán con un cuento y a Carlos Cortés con una antología en ese periodo. 

“Nos echamos carbón mutuamente. Me fui con él [Hugo Rivas] a la oficina de la Editorial Costa Rica a pedir que nos devolvieran los manuscritos”, relata Durán.

Finalmente Hugo Rivas topó con la suerte de que la editorial independiente Guayacán, dirigida por Rodrigo Ortiz, le publicara la novela en 1988. 

La corrupción política, la desorientación y la búsqueda infructuosa del amor y afecto son los elementos fundamentales en esta obra. En ella, Hugo emplea la técnica de la fragmentación, descomponiendo la narrativa en partes y explorando de manera detallada los diversos aspectos de los problemas sociales y personales que enfrentan los personajes.

El mismo año de su publicación, recibe el premio de literatura Aquileo J. Echeverría, otorgado por el Gobierno de Costa Rica a la creación de obras que fortalecen el entorno cultural costarricense.

Para el escritor Carlos Cortés, lo valioso de la obra es que comunica una visión fragmentada de Costa Rica que pocas veces se había dado antes.

Ya estaba presente en varios autores notables como José León Sánchez y Virgilio Mora. Sin embargo, ninguno de ellos logró abordarlo con la misma claridad que lo hacía Hugo Rivas”, enfatiza.

Texto extraído de una edición de La República, junio de 1993.

Duelo en las letras de Guanacaste

Rivas fallece en San José el 3 de diciembre de 1992 a los 38 años. 

Su muerte sería conversada varias veces en periódicos de la época. Las columnas dedicadas al autor comparten diversos temas en común:

Primero, destacan el reconocimiento literario otorgado a Rivas, considerándolo una figura crucial para la renovación de la narrativa guanacasteca después de 1950. 

Y en segundo lugar, abordan la idea de que Rivas no fue suficientemente reconocido en vida, siendo incluso víctima de ciertas mezquindades por parte de críticos y promotores

Esta idea se ve acentuada con la publicación póstuma de su colección de cuentos Cambios de otoño, el retorno al formato que lo catapultó: cuentos. 

“Yo conocí el manuscrito una década antes [de su publicación] y sé que ya había sido aprobado o que estaba por aprobarse. Por lo tanto, Cambios de otoño tardó diez años en el proceso editorial”, cuenta Cortés.

Por segunda vez, una obra de Rivas debe esperar varios años para ver la luz. 

Tuvo que morirse, para que un año después, en tiempo récord, editaran y publicaran la obra”, señala el periodista y poeta Victor Hugo Fernandez en una columna publicada en La Nación en 1993.

Vencer al olvido

Al comparar la situación de Rivas con autores clásicos costarricenses como Carlos Luis Fallas o Carmen Lyra, cuyas obras han sido reeditadas, surge una disparidad significativa: ninguna de sus obras ha sido reeditada.

El escritor abangareño, Santiago Porras, reflexiona sobre el destino del autor santacruceño en su trabajo «De libros y autores», haciendo énfasis en que la prematura desaparición de Rivas lo privó de consolidarse como autor internacional, una condición que su pasión y talento por la literatura anticipaban con certeza.

“Revitalizar la presencia de la obra de Rivas no solo honraría su legado, sino que también aseguraría que su contribución cultural permanezca relevante y accesible para las generaciones futuras”, cree Porras.

Según el hermano del autor, Rivas dejó algunos de sus manuscritos al cuidado de la familia, quienes los resguardan con mucho recelo. 

Quizás algún día sus obras inéditas vean la luz, con la esperanza de corregir parcialmente la poca suerte que tuvieron en aquella época.

 

El universo literario completo publicado por Hugo Rivas.

¿Cómo leer a Hugo?

Aunque la Editorial Costa Rica aún resguarda el nombre de Rivas como uno de sus autores en su sitio web, no cuentan con títulos vigentes para adquirir, según indicaron a La Voz.

¿La sugerencia que nos ofrecieron?

 «Pueden buscar los libros en compraventas, incluso en la Biblioteca Nacional».

Recorrer distintas compraventas resulta ser una tarea algo complicada y que necesita de suerte. Por ahora, la forma más accesible de leer a Hugo Rivas es visitando las bibliotecas públicas del país, que según el sitio web del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (Sinalebi) sus obras se encuentran en 19 de ellas, y solo una descansa en silencio en una biblioteca en Guanacaste. 

Golpe de estado

– Biblioteca Pública de Heredia
– Biblioteca Pública de Alajuela
– Biblioteca Pública de Puntarenas

Esa orilla sin nadie

– Biblioteca Nacional
– Biblioteca Pública de Desamparados

Cambios de otoño.

– Biblioteca Pública de Heredia
– Biblioteca Pública de Palmares
– Biblioteca Pública de Alajuela
– Biblioteca Pública de San Ramón
– Biblioteca Pública de San Gabriel de Aserrí
– Biblioteca Pública de Cañas
– Biblioteca Pública de Atenas
– Biblioteca Pública de Aserrí
– Biblioteca Pública de Grecia
– Biblioteca Pública de Moravia
– Biblioteca Pública de Naranjo
– Biblioteca Pública de Ciudad Colón
– Biblioteca Pública de Puntarenas
– Biblioteca Pública de Ciudad Quesada

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