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English Despertarse en la cama, ducharse, desayunar, ir al trabajo, cenar un plato de comida caliente, ir a dormir y volver a despertarse. Esa es una realidad que tomamos por normal, pero si presta atención, en las calles de ciudades como Nicoya, Santa Cruz o Liberia hay otras realidades. Allí, en las aceras frente a las iglesias, en las banquetas de los parques o en lotes baldíos, están los indigentes.
¿Cómo es el vivir diario de éstas personas?, ¿Quiénes son?, ¿Tienen familias? Durante varios días, la fotoperiodista Ariana Crespo entrevistó y fotografió a cinco personas que viven en las calles de Nicoya, para conocer de cerca cómo satisfacen sus necesidades básicas y cuáles son sus historias.
No fue fácil. Algunos pasan semanas sin bañarse, otros pueden espontáneamente montar en cólera. Entrevistarlos es complejo y requiere de mucha paciencia porque varían las historias de un día al otro. Para establecer contacto, Crespo les brindó galletas, gallo pinto, chop suey y refrescos aunque a veces no lo aceptaron.
Pero encontramos que no están completamente excluidos de la sociedad, pues reciben ayuda de instituciones como la Iglesia Oasis de Esperanza, el Ejército de Salvación e incluso de gente que los conoce.
Dormir en las banquetas del parque, aceras de negocios o corredores de casas es parte de las dificultades de vivir a la intemperie. Para conseguir dinero a veces cuidan carros, recolectan latas o arrancan zacate, aunque es común verlos en ciertos rincones esperando que el día pase o pidiendo plata. Para bañarse frecuentan las quebradas de agua en los alrededores del centro y allí mismo lavan su ropa.
Para confirmar las historias contadas por los entrevistados, hablámos con aquellos que los ayudan, como La Cruz Roja, la Fuerza Pública y miembros del el Ejército de Salvación de Nicoya. En ocasiones ven casos de profesionales que caen en la indigencia teniendo casa, familia e hijos. Aseguran que los conflictos familiares, las enfermedades, el alcoholismo y la farmacodependencia poco a poco se apoderan de estas personas, que terminan deambulando sin rumbo por las calles nicoyanas.
Luego de un día entero deambulando de fiesta por la Ciudad Colonial, 'Gemelo' pide los últimos colones antes de irse a dormir el 25 de diciembre de 2015.
Victoriano Obando ‘gemelo’ tiene 60 años y es oriundo de San Antonio de Nicoya. Es alcohólico desde joven y a pesar de que logró reinsertarse en la sociedad, a los 40 años tuvo una recaída y ahora tiene más de 20 años de vivir en la calle.
Daniel Lacayo de 45 años es ingeniero agrónomo, tiene familia pero no se llevan bien. Cuando salió de sexto grado ya fumaba marihuana y actualmente es alcohólico. Cuando amanece con un trago se va a deambular por las calles y normalmente duerme donde caiga. Al dormir en el Parque Recaredo Briceño, usa su bolso como almohada, en donde carga jabón, detergente y algunas camisetas.
Don Wilfredo es conocido como ‘Moisés’ porque siempre anda con un bastón. Quisiera salir de la calle e ir a un asilo de ancianos, pero según cuenta no tiene pensión, ni apoyo familiar. Un grupo de voluntarios evangélicos le han ayudado a sacar la cédula para comenzar con los trámites en el asilo y lo llevaron al hospital para sacarle dos muelas infectadas.
Victoriano Obando (centro) y Daniel Lacayo (derecha) frecuentan una esquina frente a la Iglesia Católica nueva de Nicoya. Luego de juntar ¢500 se acercaran a la licorera más cercana por una nueva pacha de guaro. Son amigos, frecuentan los mismos rincones y toman juntos.
Marcos Campos tiene 50 años y generalmente se pasa los días deambulando por la zona del Hotel Mundiplaza. De acuerdo con miembros de la Fuerza Pública de Nicoya tiene más de tres años de vivir en la calle y aunque en ocasiones se le ve en negocios o sodas pidiendo plata, no representa mucho peligro para el pueblo nicoyano.
Wilfredo Cortez de 73 años no toma ni consume drogas. Una pelea familiar hizo que llegara a vivir a las calles, en donde duerme y vive en el parque Recaredo Briceño, ya que le cuesta caminar por una lesión en su pierna. A pesar de ser pasivo y cordial, la gente lo evita pues Cortez orina y defeca con su ropa puesta, provocando que su olor sea muy fuerte y las moscas lo rodeen.
Vecinos del Barrio El Carmen recuerdan que Livorio López de 88 años tiene toda una vida viviendo en la indigencia y pareciera que la vida en las calles le ha afectado a su lucidez, pues hoy en día tiene indicios de una demencia senil. Sin embargo, se aparece sin falta a la casa de Rosa Hernández, una vecina del barrio El Carmen quien diariamente lo invita a agua dulce, café y las tres comidas.
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