Una niña comprada junto a su madre. Una mujer que figura en un testamento como posesión de un sacerdote. Mujeres negras, “azambadas”, “pardas” o “mulatas” que fueron esclavizadas durante generaciones. Algunas de las cuales ni siquiera anotaron su nombre.
Así son las 15 historias que componen la exposición “Obituarios de la memoria”, del profesor e investigador Daniel Matul. Esta muestra es parte del proyecto “Recuperación y reconocimiento del patrimonio afrodescendiente que poseen los cantones de Nicoya y Santa Cruz” de la Universidad Nacional de Nicoya (UNA). Con él, Matul busca aportar a la memoria histórica de las generaciones de personas afrodescendientes de estos cantones, para que cuenten con documentos que contribuyan al enriquecimiento de su identidad.
La propuesta es revisar a fondo los documentos existentes y las expresiones culturales guanacastecas para determinar su procedencia y evidenciar con documentación robusta las expresiones culturales de origen afro como el quijongo.
Un instrumento desapareció de la provincia y la esperanza de verlo de nuevo en todo su esplendor tiene que ver con una semilla
Matul extrajo los relatos de los “Protocolos de Guanacaste”, unos documentos históricos que registraban las compras y ventas, o traspasos de bienes y propiedades de la provincia entre los siglos XVIII y XIX. En estos protocolos quedaron registrados tanto hombres como mujeres que fueron comercializados durante décadas.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo pasado, el investigador eligió las historias de mujeres esclavizadas para exponerlas dentro del campus de la UNA, pero poco a poco empezó a viajar a otros lugares como a la Biblioteca Nacional de Costa Rica, la Asamblea Legislativa y el parque Recaredo Briceño de Nicoya.
Es un esfuerzo por recuperar del olvido la historia de un conjunto de 15 mujeres o seres históricos que nunca se les reconoció. Hoy nosotros las reconocemos, las valoramos y les rendimos un homenaje”, asegura Matul.
La raíz afro
En julio, la Biblioteca Nacional de Costa Rica realizó la conferencia virtual llamada “El Afrodescendiente en Guanacaste”, a cargo del genealogista y filólogo Mauricio Meléndez, quien repasó la historia de la migración de la población negra a la provincia durante la época colonial.
Según Meléndez, es muy difícil conocer con certeza porqué la población mulata o afrodescendiente creció en esta región, pues muchos documentos históricos desaparecieron a causa de dos grandes incendios: uno en 1768 en la Alcaldía Mayor de Nicoya y otro en el “convento” o casa cural en 1783. Ambos incidentes acabaron con más de 200 años de protocolos españoles y archivos sacramentales.
Los primeros exploradores españoles ya traían personas africanas esclavizadas para lograr sus objetivos de conquista y comercialización en estas tierras.
Aunque podría responder a una combinación de factores, como por ejemplo: las muertes de la población indígena por enfermedades traídas por los españoles y al aumento de población ladina (no indígena) en Nicoya y sus alrededores a partir de 1683, que provocó un proceso de mestizaje del cual no se cuenta con detalles pero sí con el resultado: un gran cambio en la composición étnica.
Un estudio de elaboración propia de Meléndez muestra que en los bautizos realizados en Nicoya entre 1784 y 1803, el 73,5% de la población era mulata.
Los mulatos que se asentaron en los alrededores de Nicoya empezaron a establecer pequeñas haciendas ganaderas y a finales de 1700 ya competían con las de Rivas, de Nicaragua, en cantidades de ganado.
Algunas de estas familias de mulatos que fueron adquiriendo poder, y que según los “Protocolos de Guanacaste” contaban con personas negras esclavizadas, fueron los Briceño y los Viales.
Meléndez asegura que es probable que luego de siglos de mestizaje, estas personas mulatas hayan perdido características físicas de sus antepasados africanos, pero las categorías socioraciales de la época las seguían identificando como mulatas.
El genealogista también asegura que en los “Protocolos de Guanacaste” entre 1768 y 1821 registran entre 30 y 40 esclavos, y que en 1824 hubo una liberación de cinco esclavos en la Alcaldía Mayor de Nicoya.
Confrontar el pasado
El principal interés de Matul, es llevar los resultados de la investigación más allá de un artículo académico, que no se quede “en una biblioteca guardada” y que pueda confrontar a la gente con su pasado histórico. Durante una de las actividades de difusión de la investigación en Corralillo de Nicoya, Matul recuerda que una señora de apellido Viales leyó las historias de estas mujeres y se puso a llorar.
“Dijo ‘esta es la historia de mi familia y yo pido perdón por todo lo que mi familia hizo en relación con la esclavitud’. Yo espero que algún día la Municipalidad de Nicoya y el Estado de Costa Rica digan perdón por todo lo que pasó, porque se borraron del mapa a todas esas personas”, opina el investigador.
Ampliar las coordenadas
La negritud sigue muy ligada al caribe costarricense donde tiene 150 años de historia, explica Matul. Por eso considera vital ampliar las coordenadas de la afrodescendencia en el país.
“Fuimos a la Asamblea Legislativa a conmemorar el Día de la abolición de la Esclavitud y la gente se preguntaba ‘por qué hay gente de Guanacaste aquí si ellos no son negros, son chorotegas’”, recuerda el investigador.
La investigación de la cual se desprende esta exposición busca “recuperar y ordenar” la herencia afro en la provincia, un rompecabezas de más de 400 años. Matul espera muy pronto sacar una segunda parte de la exposición con la historia de los hombres negros esclavizados, explicar de donde vinieron y contar sus historias.
¿Dónde ver Obituarios de la Memoria?
Lugar
Biblioteca Nacional de Costa Rica
Costo
Evento gratuito
Fecha
17 de Agosto 2023 – 31 de Agosto 2023
Horario
Lunes a viernes de 8 a.m. a 6 p.m.
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