Nosara, COVID-19

La Nosara detenida por el reloj del covid-19

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El verano en Nosara se va acabando en silencio y sin agenda. Está a menos de 35 grados con una suave brisa que indica que hace buen tiempo. Las aves cantan como nunca y hay iguanas y pizotes en las calles. Hoy es martes, pero bien podría ser viernes. Los días pasan solos porque, desde marzo, la comunidad está como detenida en el tiempo.

De la Nosara que conocemos queda poco. Esa donde las familias llegaban a Pelada para ver el atardecer o donde los bares de Guiones lideraban las fiestas. Hoy solo hay un silencio que es interrumpido por los sonidos de la selva y la nostalgia que viaja por el aire.

En portugués hay un término, saudade, que significa exactamente eso: extrañar algo que ya no está. Es como ver el mar vacío chocando contra la arena que vio risas, bailes y grandes historias, pero que hoy solo tiene cangrejos que ante la ausencia humana reconquistaron la orilla. 

Los animales, que siempre permanecen en la selva, sienten que los humanos ya no están. La ausencia de muflas y voces humanas les da confianza para apoderarse del cemento. . “Salen a explorar porque sienten la ausencia de los humanos, dejan de temer”, explica la bióloga regente de la Asociación de Desarrollo Integral de Ostional, Hellen Lobo.

El cierre de playas y fronteras por la crisis de covid-19 cambió por completo a uno de los pueblos que depende casi totalmente del turismo extranjero. Que el tiempo esté detenido no solo trae nostalgia sino grandes pérdidas económicas que son traducidas en desempleo e incertidumbre. 

“Es como vivir en los noventa”, cuenta Lucy Ramírez, una extranjera que ha vivido por más de 20 años en el pueblo. 

Lucy ha trabajado en la industria turística de Nosara desde hace 20 años. «El pueblo nunca ha estado tan vacío», afirma.Foto: César Arroyo

Ramírez, de 45 años, tiene la piel bronceada y el cabello de color cobrizo, como cuando uno pasa mucho tiempo en las costas. Usa lentes de sol y el maquillaje bien elaborado, combinando la sonrisa constante. 

Antes de la pandemia trabajaba tiempo completo como bartender en el Beach Dog Cafe, a pasos de Playa Guiones. Ahora el dueño redujo sus jornadas significativamente. Ante la falta de clientes, una semana pueden abrir y otra no.

Dice que cuando le avisaron que iban a cerrar temporalmente quedó en shock.

En el momento no me esperaba el impacto que el coronavirus podía tener en nosotras, ni emocional ni en cosas de plata”, recuerda. 

Siempre habla en plural porque es madre soltera de una niña de 11 años, quien depende totalmente de su salario. En estos momentos y ante su situación económica, ambas son parte de las 1.400 personas a las que el Banco de Alimentos le ha donado paquetes.

Apenada, dice que esta es la primera vez, que antes de la crisis “nunca había dependido de nadie”.

Aún así ve lo positivo de la situación. Dice que desde que los turistas dejaron de visitar ha visto monos, pizotes e iguanas adueñándose de nuevo de las calles. También cree que la solidaridad de las personas ha salido como nunca. 

El Supermercado La Paloma habilitó una mesa de donaciones desde finales de marzo, cuando iniciaron los despidos masivos en el distrito.Foto: César Arroyo

En la entrada del Supermercado La Paloma, por ejemplo, hay una mesa de “tome lo que necesites y deje lo que pueda” para quienes se  quedaron desempleados. “Esto saca lo mejor de todos”, señala la lugareña.

Aunque todavía no hay reportes de casos de covid-19 en el distrito, las calles de Nosara están particularmente vacías. Algunos, en el pueblo, salieron a recoger el bono de comida otorgado por el Ministerio de Educación Pública (MEP), pero más allá de eso gobierna el silencio. 

“Sin gente no hay dinero. Sin dinero, no hay gente”

Vanessa Moreno, madre de familia, espera el paquete de comida que el Ministerio de Educación Pública (MEP) le da a su hijo. Hace fila con más de 20 personas que poco respetan la distancia que el ministro de Salud recomienda todos los días hasta el cansancio en conferencia de prensa. Justifica que si el pueblo está sin gente no es por salud, sino por falta de ingresos.

El MEP anunció desde marzo que brindará una ayuda mensual en especies a al menos 850.000 estudiantes a nivel nacional. Los bonos contienen granos básicos y alimentos no perecederos, además de guías de estudio para trabajar desde casa.

Miedo no tenemos, pero no hay dinero para salir”, dice.  “Vea, aquí hay gente porque hay comida”.

El MEP inició a entregar sus paquetes de alimento a eso de las 8 de la mañana y finalizaba, probablemente, a las 4 de la tarde.Foto: César Arroyo

La crisis económica del pueblo inició a mediados de marzo, cuando cerraron las fronteras y los grandes hoteles de Nosara suspendieron total o parcialmente sus funciones. “Desde entonces todo comenzó a caer como dominó”, cuenta Moreno. 

Eso también lo confirma el dueño de la pizzería Il Basilico, Chandy Cabalceta, quien aunque sigue laborando redujo el contrato de varios de sus colaboradores por falta de ingresos. 

Cabalceta, de 45 años, insiste que Nosara está casi paralizada en el tiempo. Como si nos regresaron a los noventa y solo existiera una decena de bares y restaurantes. Entre ellos el suyo, conocido por los sábados de conciertos y el sabor exclusivo de sus pizzas. 

Solo que lo que era Il Basilico ya no lo es más. No en este momento. Aunque el restaurante mantiene su modalidad presencial bajo las medidas correspondientes dictadas por el Ministerio de Salud, nadie llega. El mayor ingreso actual es por el servicio express. De otra forma, dice Cabalceta, el negocio sería insostenible. 

El restaurante pasó de generar aproximadamente ₡1 millón en una noche a unos ₡300.000 en un muy buen día, aunque el dueño afirma que las ganancias podrían ser mucho peores. El problema es que él tiene deudas que sigue pagando porque no están contempladas en las excepciones financieras del estado. 

Aunque redujo las jornadas de todos sus trabajadores, intenta no despedir a ninguno pues la mayoría lleva trabajando años junto a él.

“Tenemos hijos y necesidades. Aquí la vamos a pulsear entre todos”, cuenta. 

Hay un sentimiento de nostalgia al ver el escenario del restaurante completamente vacío. “Aquí nadie se perdía un sábado de concierto”, recuerda el chef.  

Luego de la tormenta

Cabalceta dice que si todo mejora para julio de este año, los daños del negocio no serán graves y la música volverá a sonar como antes. Sin embargo, el ministro de Salud, Daniel Salas, ha sido enfático durante las conferencias del mediodía en que abrir fronteras o playas en este momento no es una posibilidad. 

Aunque estemos en medio de una pandemia mundial donde todo cambia rápidamente, la vida en Nosara sigue pasando lento. Rich Burnam, CEO de la firma de bienes raíces Surfing Nosara, lo justifica diciendo que la mayoría del pueblo vive tranquila porque tiene esperanza en que pronto todo va a retomar su camino normal. 

Burnam, estadounidense, ha vivido en la comunidad desde hace casi 15 años. Aquí formó su familia y afirma sentirse parte de la comunidad local. Aunque para él es raro ver al pueblo en un silencio nunca antes visto, dice que está agradecido de vivir la pandemia en este lugar.

La afluencia de vehículos en Guiones es casi nula. Esto provoca que los animales sientan confianza para salir a explorarFoto: César Arroyo

“Creo que todos estamos felices de haber enfrentado el virus en una ciudad como esta”,  una comunidad donde las personas pueden salir a sus patios y seguir viviendo la naturaleza desde casa. 

Eso, más las medidas que el gobierno central ha tomado ante la crisis, hace que  los precios de bienes raíces en Nosara se mantengan y hasta haya aumentado el interés por ellos. 

Burnam asegura que, aunque ha perdido algunos negocios, Surfing Nosara está recibiendo llamadas de extranjeros interesados en invertir o vivir en la comunidad después de la pandemia.

Si antes Nosara ya era vista como un paraíso, esa visión de seguridad que dio el gobierno lo incrementó más”, relata. 

Todos estos planes pueden caerse dependiendo de si Costa Rica abre las fronteras en unos tres meses. De no ser así, tendrá que rediseñar el presupuesto de la empresa, reduciendo gastos operativos y de planilla.

La Asociación Cívica Nosara (NCA, por sus siglas en inglés) depende de esto también. La crisis inició en marzo, el mes en el que todos sus miembros deben pagar sus anualidades con la organización. Dos meses después, la mayoría no ha depositado, afirma el coordinador de proyectos de la asociación, Francisco Jiménez. 

Playa Guiones y Pelada permanecen cerradas desde el 19 de marzo, por ordenes de la Municipalidad de Nicoya y el Sinac.Foto: César Arroyo

La NCA, dice Jiménez, depende totalmente de las donaciones de sus miembros y si estas dejan de llegar por completo «sería un desastre». La organización tiene a su cargo proyectos de reciclaje dentro del ya clausurado basurero de Nosara y recientemente apoya al call center del Banco de Alimentos. Por ahora apostarán por las donaciones voluntarias y participar en diferentes becas y proyectos internacionales. 

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Nosara es una comunidad con mil rostros y no hay un concepto universal que la pueda resumir. Daniel Salas insiste en decir que esto no va a terminar pronto, pero los nosareños hablan desde la nostalgia de lo que les quitaron y la esperanza de lo que volverán a ser. 

Tanto Lucy Ramírez como Rich Burman dicen que después que el covid-19 acabe, lo primero que harán es ir a la playa. Pero por ahora el tiempo seguirá detenido por unas semanas o incluso meses más.

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