Estamos a punto de navegar por aguas nicoyanas. Al decir esto más de uno pensará que vamos a playa Sámara o Garza para hacer pesca deportiva o un tour en lancha, pero no. Ahí va otra pista: vamos a pasar el día en un pedacito de tierra rodeado de agua. Ahora muchas personas apostarán por Isla Chora, pero tampoco.
Más bien, manejamos 45 minutos en dirección contraria a las aguas del mar guanacasteco. Dejamos atrás pueblos, potreros y cerros hasta llegar a la laguna de Pozo de Agua.
A unos cientos de metros del centro del pueblo, este espejo de agua envuelve el Centro Ecológico El Tieso. Ese es el nombre con el que los campesinos llamaban a los montículos de tierra que sobresalen de los humedales, donde el ganado sube a dormir después de pastar.
Este tieso en media laguna tiene un gran rancho que desde hace unos meses beneficia a las familias de la comunidad con un gran combo: turismo rural, deportes acuáticos, avistamiento de aves y comida tradicional guanacasteca.
Para llegar hasta esa especie de isla artificial tenemos que dejar el carro en la orilla lodosa bordeada de lirios de agua. Mientras caminamos hacia el bote en el que iremos, nos encontramos a Juan Pablo Montes, un vecino de la comunidad que los fines de semana deja su trabajo en la ganadería para convertirse en el capitán de esta pequeñísima embarcación, en la que le ha tocado llevar hasta 15 personas.
Juan Pablo tiene 62 años, es flaco y sus brazos fibrosos impulsan el bote con un palo largo, como los gondoleros de Venecia. Una lancha de motor ahuyentaría cuanto animal tengamos cerca.
Juan Pablo Montes es un ganadero de 62 años. Los fines de semana se convierte en el capitán de este pequeño bote. “Yo estoy aquí porque me gusta, para mí esto no es un trabajo», comenta.Foto: César Arroyo Castro
Los pocos sonidos que escuchamos provienen del movimiento del agua con cada remada, del viento que sopla en dirección contraria y del aleteo de una garza blanca que se aleja por el humedal.
Si hay un poco de estrés acumulado de la semana, las primeras brazadas por la laguna lo disuelven. El viaje de cinco minutos hacia la pequeña isla es una terapia en sí misma, no solo para nosotros, también para Juan Pablo.
En ganadería a mí me va bien, pero yo estoy aquí porque me gusta. Para mí esto no es un trabajo”, nos cuenta.
Tan pronto pusimos un pie en El Tieso nos recibieron con un guiso de pipián con tortilla guanacasteca y un vaso de pozol frío, un refresco de maíz pujagua con tapa de dulce. Las artífices de tan deliciosa bienvenida son Hania Medina, Xiomara Obando y Margoth Matarrita.
Ellas forman parte de la Asociación de la Laguna de Pozo de Agua y también de Las Mujeres del Maíz, un grupo de mujeres de pueblos como Puerto Humo, Moracia, Corralillo y Nicoya que preparan comidas tradicionales a base del maíz criollo que producen los pequeños agricultores de las comunidades.
El rancho y este tieso tal como la vemos hoy existe desde hace muy poco tiempo. Incluso la laguna que lo rodea desapareció en algún momento y la comunidad tuvo que recuperarla.
Una plaga y una oportunidad
Hania recuerda que todo inició durante el verano del año 2015, cuando vivieron la peor plaga de zancudos,
Ese año se agravó un problema que venía sufriendo el Humedal Palustrino Corral de Piedra, que tiene varias lagunas, una de ellas la de Pozo de Agua.
Estas lagunas han venido secándose porque los esteros se han llenado de arbustos y sedimentos e impiden que las mareas del río Tempisque fluyan hasta las lagunas y humedales.
Pocas veces en los últimos años la Laguna Mata Redonda no se secó por completo. Para la comunidad de Rosario de Nicoya es un milagro.
La poca agua que logró entrar quedó estancada y ocasionó el ecosistema perfecto para que los zancudos pusieran huevos.
No se podía ni de noche ni de día vivir aquí, era algo terrible, hasta los animales se morían. Entonces formamos un grupo y decidimos limpiar la laguna”, recuerda Hania.
Ese mismo tempestuoso 2015, una brigada de hombres y mujeres voluntarias de la comunidad se organizó para ir a volar machete y limpiar los esteros de las plantas que bloqueaban el paso del agua.
La crisis de zancudos no se detuvo del todo y se agravó de nuevo en pleno 2020, cuando todas las personas estaban confinadas en sus casas por la pandemia de COVID-19. Esa vez pudieron tomar acciones distintas porque la actualización del plan de manejo del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) se los permitía.
Así recibieron luz verde para intervenir la laguna con maquinaria de la Municipalidad de Nicoya y así limpiarla de sedimentos.
La Asociación de Pozo de Agua junto a otras instituciones del Estado, como el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), Instituto de Desarrollo Rural (INDER) y SINAC se unieron para rehabilitar la laguna y el humedal a la vez que eliminaban la plaga de zancudos, pero también pensaron de qué forma podían aprovechar más este ecosistema.
Junto a la montaña de tierra acumulada creció otra gran idea: utilizar el material para crear un tieso más grande, donde una vez estuvo el anterior.
Ese tieso tendría 2.000 metros cuadrados y su propio rancho, y la gente podría llegar a él en bote todos los meses del año, incluso cuando termine la época lluviosa.
En este momento, la asociación planea construir unas compuertas que permitan que el agua del río Tempisque circule por la laguna durante la época seca.
Así continuarán garantizando las ganancias, que actualmente van en un 70% para las mujeres de la asociación y el 30% restante para la conservación de la laguna (limpieza de plantas invasoras, siembra de árboles, estudios del hábitat, etc).
Un combo perfecto
Antes de seguir con la tarea de comernos todo lo que estas señoras pongan delante nuestro, decidimos dar una vuelta en la lancha de pedal y tomamos uno de los cuatro kayaks disponibles para navegar por la laguna.
Por algún motivo el tiempo nos sonríe, un viento fresco despeja las nubes panzonas cargadas de agua y se las lleva lejos. Un velo de lluvia empieza a ocultar todos los cerros que nos rodean: Corral de Piedra, Sonzapote y Caballito.
Las únicas montañitas que deja al descubierto son las más fotografiadas de todas: los cerros de Rosario, que tienen la silueta de una enorme mujer acostada. Durante el pequeño recorrido logramos ver algunas garzas blancas y patos en el humedal. Juan Pablo nos contó que durante la época seca es frecuente ver espátula rosada, garza tigre y jabirus.
El tour es una oportunidad de hacer turismo rural en la comunidad de Bolsón
El hambre aprieta y después de media hora de pedaleo regresamos a la isla. En la orilla una pareja de turistas hace fotos y videos de “la mujer dormida” que dibuja el horizonte.
Christian Madrigal y Andrea Quesada vinieron desde Curridabat para subir el Cerro Caballito en la madrugada y ver el amanecer. Cuando llegaron a la cima descubrieron los espejos de agua que rodean el río Tempisque y preguntaron cómo llegar hasta aquí.
A mí esto me encanta porque genera conexión con las personas y me voy a llevar el recuerdo de este cuerpo de agua en medio de la sabana de Guanacaste”, dice Christian.
Varias integrantes de la Asociación de Mujeres del Maíz se encargan de preparar a las y los turistas sus “comidas ancestrales”, como atol, pozol y gallina achiotada.Foto: César Arroyo Castro
Andrea confiesa que este tipo de experiencias no las tendría si este fin de semana hubiera decidido vacacionar en un hotel de playa.
Yo sé que aquí es difícil la parte del trabajo, ves a la gente esforzándose y uno dice ‘vale la pena ser parte de esa ayuda’”, agrega Andrea.
Además de esta pareja, hay pocas personas visitando la laguna el sábado en que decidimos visitarles. Hania asegura que el domingo es el día más visitado y aunque el rancho tiene capacidad para 70 personas aún no han llegado a llenarlo.
De regreso hacia el rancho nos encontramos otra de las personas que zarparon hoy en busca de un día tranquilo, el alcalde de Nicoya, Carlos Armando Martínez.
“A mí me genera un nuevo despertar que haya en la comunidad un tipo de turismo más responsable y de experiencia. Que haya una retribución, o sea, disfrutar lo que estás haciendo, pero sabés que estás ayudando a familias, a comunidades enteras”, comenta el alcalde.
El alcalde añade que lo que más admira es que la necesidad encontrar la solución a la plaga permitió generar esta idea y unir a los vecinos para levantar el proyecto de manera conjunta.
Unos pasos más al frente, las emprendedoras se mueven en una coreografía de platos cargados con frijoles molidos, gallina achiotada, ensalada y tortillas que empieza en las hornillas y termina en nuestra mesa.
Hania y las demás cocineras nos tratan como alguien más del pueblo. Juan Pablo conversa en la mesa junto a nosotros como nuestro vecino. Incluso nos traen huacalitos llenos de atol de maíz pujagua, por si quedaba alguna duda de que esto es lo más parecido a un almuerzo familiar.
A pesar de la tentadora oferta de quedarnos a tomar café con tamal asado decidimos hacer el viaje de regreso con Juan Pablo. Aunque no tendría nada de malo quedarse y seguir comiendo hasta reventar y dejar el cuerpo aquí boca arriba, como la mujer dormida que vigila el cielo de Pozo de Agua.
En el bote Juan Pablo empieza a conversar y lo dice en otras palabras: “Aquí nací ‘a la parcito’. Yo no me voy a separar de la laguna nunca”, dice el capitán soltando al viento su promesa contagiosa.
¿Querés ir a la Laguna de Pozo de Agua?
Esto es todo lo que debes saber:
- Abierto únicamente fines de semana
- Tenés que reservar al teléfono 8644-2844
- No accesible para personas con movilidad reducida
- Apto para personas de todas las edades
- Parqueo: Sí
- Mascotas: Sí
- ¿Qué llevar?: bloqueador solar y repelente de insectos
- Podés encontrarlos en Waze y su página de Facebook como Laguna de Pozo de Agua Pueblo Místico
- Precio*: Paquete día completo ¢12.000 (incluye desayuno, merienda, almuerzo, postre de atol de maíz morado, café con tamal asado y uso del kayak o lancha de pedal)
*En caso de que no querás el paquete del día completo podés optar por cada uno de los servicios por separado.
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